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Johnny había decidido que como actividad extra curricular tomaría el trabajo en la biblioteca, así como YoonOh. Se había enterado que le sumaba muchos puntos y no era un trabajo demasiado esforzado. Tenía que asegurarse que las cosas estuvieran en orden y que las personas pudieran encontrar los libros que querían. 

Además, a diferencia de YoonOh, él no se había unido a miles de clubs, por lo que necesitaba hacer algo. Lo bueno, es que podía volver a casa sin tener que atravesar un embotellamiento, debido a que salía un par de horas luego que la mayoría de los estudiantes. Otra cosa buena, es que como no había mucho qué hacer, podía aprovechar para adelantar tarea y así hacer nada en su casa. 

Cerró la puerta mientras se despedía de la persona que tomaría el turno nocturno y junto a YoonOh, comenzó a caminar por los pasillos. Estaban hablando de las cosas que les había ocurrido durante el día, cuando se le cayó un papel de la carpeta que llevaba en la mano. Cuando se levantó de recogerla, vio a su amigo mirando por la ventana con un gesto indescifrable en el rostro. 

La ventana daba al patio trasero, ese que luego de un muro se mezclaba con unos callejones que llevaban a una zona no muy buena de la ciudad. Pero eso no era lo importante, incluso pese a la pobre iluminación del farol que titilaba y estaba lleno de bichos, pudo ver a un muchacho tirado en el piso y no tenía que ser muy inteligente para saber que no estaba en buen estado. 

Prácticamente salió disparado, no le importó mucho, pero sintió los pasos detrás de él de YoonOh, quien exclamaba su nombre y le pedía que se quedara fuera del problema. Pero él solo siguió corriendo escaleras abajo. 

Era casi obvio, pero Chittaphon Leechaiyapornkul estaba desparramado en el piso, probablemente inconsciente y con su bonito rostro irreconocible por la cantidad de golpes que le habían dado. De hecho, si no fuera por la pulserita negra que siempre llevaba junto a otra de cuentas plateadas con tres que tenían las letras t, e, n; no lo hubiera reconocido. 

  — ¡Tenemos que hacer algo! —  exclamó, desesperado por la actitud estoica de YoonOh, tomando su celular y marcando el número del servicio de emergencias de la escuela, pero el muchacho lo detuvo. 

— ¿Quieres que nos maten o qué? —  espetó, con un tono que jamás le había escuchado.— Si llamas a la ambulancia, lo llevaran al hospital y como son heridas por un ataque, llamarán a la policía si o sí, forma parte de su procedimiento. Todos sabemos quiénes son los que hicieron esto. Si decimos algo, estaremos peor que él. Si no decimos nada, tendremos a la policía aquí todo el día y de cualquier forma estaremos muertos. 

Johnny sacudió su cabeza. 

— Entonces, ¿qué? ¿No haremos nada? ¿Lo dejaremos aquí, tirado?

YoonOh asintió. — Es mejor que no nos mezclemos con esto. Si quieres hacer algo bueno por él, solo no contribuyas a lo que le harán. 

— No planeo dejarlo solo aquí. 

— ¿No te importa lo que te pase? 

— Obviamente no quiero que me golpeen, pero no podre verlo en clases sin sentirme culpable por no haber hecho nada por ayudarlo. 

YoonOh miró a YoungHo y al tailandés de hito en hito, como pensando una solución, pero sin querer hacerlo. 

— Mi hermana es enfermera y su novio tiene un automóvil. Voy a llamarlos.

Johnny se sentó al lado del extranjero, sin querer tocarlo porque no sabía si eso empeoraría las cosas. Porque lucía realmente mal. Podía escuchar a YoonOh hablando con alguien, sin querer darle muchas explicaciones, pero en el silencio de la noche, podía escuchar también la voz alterada de una mujer al otro lado de la línea. Cuando cortó, su amigo lo miró con sus manos puestas sobre sus costados. 

— No sé en qué cosa nos estamos metiendo. 

Johnny sonrió porque estaban haciendo algo bueno por alguien. 

Quince minutos más tarde un tipo grandulón llegó acompañado de una diminuta muchacha tan pálida como YoonOh y hasta con hoyuelos. Se presentó como YooBi y se aseguró de que su novio cargara con cuidado el cuerpo del tailandés en el asiento del co-piloto. El hombre conducía tan rápido como podía sin violar ninguna ley, mientras que YoungHo, YoonOh y YooBi viajaban amontonados en la parte de atrás. 

La muchacha hizo muchas preguntas que ellos no podían responder, pero en cuanto llegaron al amplio departamento, la conversación se acabó y la mujer se puso en acción. Pero ellos no vieron nada de lo que paso, cuarenta minutos de letal espera después, la chica salió quitándose los guantes. 

— Hubiera sido lo ideal hacer todo esto en un hospital, pero la habitación de huéspedes es lo más limpio que tenemos aquí. Por si tenían la duda, no se morirá —  se echó a reír ligeramente, pero ninguno de los tres hombres ahí se rió.  Ella borró la sonrisa de su rostro. — Ay, ya. No es para tanto, realmente parecía muy feo porque los golpes se hincharon mucho, pero ya están todas sus heridas desinfectadas y le di algo para aliviar el dolor. Probablemente dormirá como un bebé hasta mañana. 

YooBi extendió un teléfono con la pantalla partida, haciendo una mueca.

— Deberían avisarle a alguien que está bien. 

Incluso a través de la pantalla rota, podían notar que una tal Primmy le estaba enviando muchos mensajes. YoonOh texteó un mensaje diciendo que Chittaphon se sentía mal y se quedo con él, quien era un compañero de escuela. Primmy no parecía menos intranquila, pero al menos ya estaba informada. 

  — YoungHo-ssi, es tarde, ¿quieres que te llevemos a tu casa?— preguntó YooBi. 

— Claro, muchas gracias — hizo una reverencia y recogió su mochila, antes de salir por la puerta, le dio una última mirada a YoonOh. 

— Lo cuidaré, descuida, no soy tan mal tipo— añadió, sonriendo ligeramente.  

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