05

3.8K 758 522
                                    

Chittaphon apareció el lunes con su lindo rostro lleno de marcas moradas. Caminó como si fuera la entrada más épica de toda su vida. No tenía que ignorar a alguien, porque ya todo el mundo lo ignoraba. Había pasado de ser el chico más popular de toda la escuela, a que los alumnos se corrieran para que no se les acercara.

Así que cuando llegó al curso, se sentó junto a YoonOh y a YoungHo. 

  — Hola, chicos — canturreó, apoyando su mochila en el piso, como si fueran amigos de toda la vida. 

— Estamos muertos — sentenció YoonOh, deslizándose en su asiento.— En cuanto nos vena contigo, nos darán la paliza de nuestras vidas cada día hasta que terminemos la preparatoria. 

  — No seas tan dramático, YoonOh — Chittaphon palmeó su espalda. — Johnny luce intimidante, nos esconderemos detrás de él. 

YoungHo los miró y suspiró, si esos iljin no lo mataban, su papá lo haría. De cualquier forma estaba muerto. Así que se encogió de hombros y decidió que era algo bueno morir junto a dos personas que le caían simpáticas.

YoonOh hizo una mueca, era obvio que estaba pensando algún plan. 

— Ya sé detrás de quien podemos escondernos — dijo, golpeando sus manos por la brillante idea que se le había ocurrido. Los otros dos se amontonaron para escuchar su plan.— ¿Haz notado como te mira Lee TaeYong?

— ¿Quién?— preguntaron los dos. YoonOh hizo una mueca. Iba a ser más difícil de lo que creía. 

YoonOh podía ser alguien callado que parecía apático, pero era bastante observador.  Y durante el último tiempo, el tema de conversación de todos había sido el tailandés, por lo tanto, era imposible no notarlo caminar en medio de la multitud que lo seguía. Pero más importante que eso, había notado como lo miraba el silencioso muchacho del 1C. 

Lee TaeYong, a sus dieciséis años, era más conocido entre los directivos de lo que debería. Había sido transferido -según la leyenda - tantas veces que sus padres ya habían perdido la cuenta. YoonOh no sabía qué tanto de eso era real, pero el rumor era lo suficientemente fuerte como para hacer que nadie estuviera cerca de él. Siempre comía solo y cada vez que daba un paso dentro del gimnasio, las niñas salían corriendo asustadas de lo que el infame muchacho pudiera hacerle a alguien. 

Se decía que había dejado a un par de chicos en el hospital, que había hecho bullying a otra chica (hasta el punto de obligarla a cambiarse de escuela) y que una profesora había enloquecido por su culpa. Si le preguntaban a YoungHo, el chico no tenía cara de haber hecho todo eso, pero también es consciente de que hasta los rostros más bonitos pueden engañar. 

Pero lo importante de él, es que como muchas otras personas, parecía haber perdido ante los encantos de Chittaphon Leechaiyapornkul. YoonOh pensaba, que si Ten (como habían decidido llamarlo por la pulsera que siempre cargaba), salía con él, nadie lo molestaría más y por ende, a ellos tampoco. 

  — ¿Estás loco o qué?— espetó Chittaphon.— ¿C-cómo haría algo como eso? — chilló, con el rostro acalorado. 

  — ¿No era que el verano pasado saliste con un chaebol chino sólo para poder entrar a un pub? —  preguntó YoonOh, con una ceja enarcada. 

Chittaphon abrió mucho los ojos. 

Johnny se inclinó hacia atrás en su silla. Tenía que admitir que las cosas se estaban poniendo interesantes. 

— P-por supuesto, p-pero una cosa es salir con alguien por una noche a-a a hacerlo por quién sabe cuánto tiempo tome que esos matones me olviden— habló el chico muy rápido, dejando relucir su acento natural.  

— ¿Realmente saliste con ese chico chino?— preguntó Johnny. 

La expresión de pánico en el rostro de Chittaphon fue increíble. 

— ¿No saliste con él, verdad?— insistió YoonOh. 

Chittaphon suspiró pesadamente. 

  — No, no salí con él. La verdad... Inventé todas las historias que conté desde que llegué aquí. Nunca salí con nadie en mi vida — admitió el chico, con la cabeza gacha.  

Johnny pensó que había cierta justicia poética en el hecho de que su lindo rostro estuviera cubierto de golpes causados por las mentiras que escupió a diestra y siniestra. 

 

aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora