07

4.1K 749 715
                                    

Así como cuando vivía en Chicago, a un par de calles de distancia de su casa, había una pequeña plaza. Johnny iba hasta allí cada fin de semana en su bicicleta y daba vueltas alrededor hasta que sus muslos le dolían. Entonces, se tiraba en el césped y miraba el cielo. En sus auriculares, estaba sonando alguna canción de The 1975. 

Seguía pensando en todo lo que había conversado con Chittaphon. Era una visión tan agria que le desagradaba, pero no tenía forma de refutarla. Tristemente, las discusiones que sus padres tenían por las noches desde que se mudaron a Corea del Sur y el portazo cansino que daba su madre para finalizar las peleas, le recordaba esa palabra constantemente. Costumbre. Sus padres, se habían acostumbrado a estar juntos. 

Además, Johnny ni siquiera había experimentado su primer enamoramiento, así que... ¿Cómo podía decirle a Chittaphon que el amor realmente existía en cada calle si él no había podido vivirlo? Ni siquiera le había gustado alguien. Ni siquiera le había atraído nadie físicamente. 

Había citado allí a YoonOh, aunque no sabía si él era la clase de persona de la que podía obtener algún consejo.

 — ¿Alguna vez te ha gustado alguien, YoonOh?— preguntó Johnny. 

— No. ¿Por qué lo preguntas?— comentó el chico, tomando de su smoothie. 

— No lo sé, YoonOh. A mí no me ha gustado nadie, pero pareciera que todo el mundo está esperando que tenga las hormonas alborotadas, que mire películas triple equis y que me masturbe pensando en alguna chica que me guste. Pero no puedo y no sé si hay algo malo conmigo. 

 — ¿Y si es porque te gustan los chicos? 

Johnny sacudió la cabeza.

— No me gusta nada aparentemente. 

— Creo... Creo que a mí me gustan los chicos— murmuró YoonOh, apenado. YoungHo lo miró ciertamente sorprendido.— Pero... no quiero que me gusten. Así que si no me gustan las chicas, entonces decidí que no pensaría en ningún chico.  

 — ¿Hay algo malo conmigo? 

  — No lo sé— suspiró su compañero.— La vida sería un poco más sencilla si nuestros padres y el resto del mundo no estuvieran esperando que nos casemos al terminar la universidad y tengamos un par de hijos.  

Tal vez se debía a que estaba en esa época de la adolescencia en la que pasaba mucho tiempo acostado en su cama, mirando el techo y cuestionándose cosas sobre su vida. O que sus padres cada vez discutían más y el sonido de la música contra sus tímpanos no era lo suficientemente fuerte para tapar sus peleas, pero probablemente Johnny se había vuelto un chico un poco más callado. 

Estaba en un país que no quería, sintiéndose como un extraño en su propia casa y sin entender bien por qué su cuerpo y su mente no funcionaban como los de los demás, por qué no podía ser un poco más como el resto del mundo. Sentía que su familia se estaba desmoronando y apenas tenía un par de conocidos a los que muy descaradamente podía llamar amigos. 

Johnny sólo quería bajarse del mundo un rato. 

Junto con Chittaphon, se acostumbraron a pasar mucho tiempo en la casa de YoonOh. En el departamento que técnicamente era de su hermana, YooBi, pero que su hermano ocupaba porque estaba estudiando y la casa de sus padres quedaba demasiado lejos de su escuela. 

YoonOh estaba comiendo lo que él se había preparado para el almuerzo, mientras que Chittaphon y él estaban mordisqueando esa comida no tan rica que vendían en la cafetería. 

  — Estoy seguro que si comen mucho de eso tendrán cáncer o algo por el estilo— masculló YoonOh, señalando sus comidas. 

— Hoy en día todo produce cáncer según la gente— comentó Chittaphon, rodando los ojos.

— Igual siento que estoy comiendo plástico— continuó Johnny, removiendo con el tenedor descartable la salsa de curry que cubría su arroz. 

Los tres muchachos miraron a su alrededor cuando sintieron un cambio en el murmullo constante que había en el comedor. Al girar sus cabezas se encontraron con que Lee TaeYong había entrado al comedor, con su expresión fría, miro alrededor, casi esperando que alguien saliera corriendo (y de hecho, muchas personas se corrieron disimuladamente). 

Chittaphon levantó su mano y la sacudió, mirando en dirección al infame estudiante. 

TaeYong lo miró con curiosidad y sus ojos muy abiertos por la sorpresa de que alguien se dirigiera a su persona, señalándose a sí mismo con el dedo.  

El tailandés sonrió ampliamente y asintió, haciéndole otro gesto para que se acercara. 

Johnny miró a YoonOh, éste último se encogió de hombros, pero se corrieron un poco para hacerle lugar al muchacho que recién llegaba. El chico se acercó con pasos temerosos hacia ellos, como si fueran a morderlo o algo así. 

  — ¿Q-qué sucede?— preguntó TaeYong, mirándolos con cautela. 

— ¿Quieres comer con nosotros?— preguntó Chittaphon.— He notado que siempre comes solo y pues... Me preguntaba si te quieres sumar a nosotros — TaeYong lo miró no muy convencido. Johnny compuso una sonrisa cálida, porque debía ser horrible vivir en los zapatos de aquel muchacho, pero YoonOh no se molestó en lucir agradable, siguió comiendo.— Anda, no te comeremos. 

TaeYong se sentó en el espacio en medio de Johnny y Chittaphon. 

— Bueno, ya que aceptaste mi invitación deberías conocernos, yo soy... 

— ¿Chittaphon?— temeroso, se aventuró con su nombre.

El tailandés asintió. Todo el mundo lo conocía. 

— Pero mis amigos me dicen Ten— añadió. Johnny pensó que los únicos que le decían así eran ellos dos. — Ese de ahí es Seo YoungHo y el de allá es Jung YoonOh. No hablan mucho, pero son simpáticos. 

— Lee TaeYong, un gusto conocerlos.

Con cierta curiosidad, Johnny observó como TaeYong limpió con un pañuelo la mesa, antes de colocar un mantel individual y recién luego de eso sacar un tupper con comida.  

aWhere stories live. Discover now