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TaeIl estaba tan ansioso yendo de un lado a otro que Johnny tuvo que calmarlo mientras intentaba ocultar la sonrisa que le causaba verlo así, poniendo sus manos sobre sus hombros y repitiéndole tranquilamente que ya había puesto en su mochila todo lo que necesitaba para la visita. 

Según le contó, aunque la cosa era medio engorrosa al principio, los guardias de esa prisión tendían a ser bastante amables con los conocidos y él, siendo un visitante recurrente era una cara más que conocida del sitio y aunque le pidieron una cantidad de papeles para poder ingresar (de nuevo tuvo que decirle a TaeIl que no era una molestia hacer todo eso), pronto una guardia estaba pasándole un scaner. 

Fue casi shockeante notar como el rostro del padre de su novio, era exactamente igual. Quizá más cansado, más desgastado; pero su mirada tranquila era la misma. TaeIl le había llevado como regalo de Navidad un libro de su autor favorito y el hombre pareció alegrarse mucho. Aparte de que seguramente se estaba preguntando quién rayos era él y qué hacía ahí. 

Johnny simplemente se reía disimuladamente cada vez que su padre le preguntaba y TaeIl evitaba responderle contándole cosas como que la planta que había comprado se marchitó. 

— Ajá, pero, ¿sabes que eso no responde mi pregunta, no?— preguntó el hombre con la ceja enarcada. 

— Soy el novio de su hijo— respondió al fin, Johnny. TaeIl lo miró en crisis. 

— ¿Puedes dejar de ser tan directo alguna vez?— susurró.

— Ese es mi encanto— murmuró de regreso.

— Uh, Tae nunca ha traído a nadie aquí, así que estoy suponiendo que esto es bastante serio— comentó su padre.

— Creo que es más serio de lo que nosotros mismos creímos en un principio— acotó él, divertido.

— Uh, así que... MoonTae, decidiste que ibas a traer a un tipo aquí para hablarme de tu planta muerta, eh— bromeó su padre.

— ¡Estas cosas no se me dan bien!—exclamó.—¿Alguien quiere pensar en mi planta? Es una cosa bastante triste.

— Podemos hacerle un velorio vikingo a tu planta—se encogió de hombros. 

—  Éste chico me estaría cayendo bien—habló el hombre.

— Siento que se están aliando telepáticamente en mi contra—masculló, apoyando su cara por la mesa. 

La visita terminó un rato más tarde, debido a que el tiempo se les había agotado, pero aún tenían un rato libre antes de que su madre llegara de Estaos Unidos, por lo que decidieron salir a pasear. Después de todo, las calles llenas hasta el tope de decoración navideña sumada a la nieve que cubría la ciudad, siempre era algo muy bonito de ver. Sus manos se rozaban mientras caminaban y los muchachos sonreían mientras paseaban por la ciudad. 

Entonces, Johnny vio a TaeYong caminando con el mismo muchacho de cabello oscuro. Ahí sacudió su mano para saludarlo y el muchacho sonrió de vuelta. 

  — Hey, TY— se acercó y el muchacho lucía bastante alegre. 

  — ¡Johnssss!—exclamó.—Oh, hola—saludó a TaeIl.—Uhm, creo que ya conociste a SiCheng.

El chico lo saludó moviendo su mano. 

  — No habla muy bien coreano, así que se porta tímido por eso. Pero no te dejes engañar por su apariencia—comentó, el aludido le dedicó una fea mirada.

  — Él es TaeIl— el mayor hizo una reverencia.—Es mi novio.

  — ¡Wow! Creo que se ven bonitos juntos— murmuró.—Oh, ¿qué haces por aquí? Creí que pasarían Navidad con los chicos.

  — Estamos por pasarla con mi mamá. 

Los ojos de TaeYong se abrieron mucho y lo miró sorprendido, entonces, sí sonrió sinceramente.

  — Vaya, hermano, realmente estoy feliz de que vuelvas a tener contacto con ella. Seguramente te extrañó mucho. 

  — Gracias, bro... Y un día de estos deberías pasarte por casa—añadió, antes de reanudar su caminata. 

TaeIl se despidió antes de alcanzar a su pareja, con una sonrisa brillante. Se alegraba de que hubieran podido arreglar sus problemas, aunque no fueran tan cercanos como antes. Pero cuando Johnny miró la hora, se dio cuenta que pronto tendrían que ir al restaurante en el que habían acordado encontrarse con su madre. Así que comenzaron a correr para poder llegar a tiempo. 

Ahora ni siquiera Johnny estaba tranquilo, los dos muchachos se sentaron en la mesa privada en dónde esperarían a la mujer y uno estaba más nervioso que el otro. Incluso si YoungHo estaba intentando disimularlo jugando con el borde de la servilleta, no parecía estar funcionando muy bien. 

Alrededor de diez minutos después, una mujer apareció con una gran sonrisa en su rostro. No pasó ni dos segundos en los cuales Johnny ya se había casi echado sobre ella, para abrazarla con muchas fuerzas. Fue un abrazo largo, en los que ambos murmuraban lo mucho que se habían extrañado, incluso habían derramado un par de lágrimas. Luego de unos minutos, la mujer tomó los hombros de su hijo y lo miró.

  — Mírate, Johnny, estás tan grande y haz crecido tan bien—habló entre lágrimas, mientras ponía sus manos en las mejillas del muchacho y secándolas con sus pulgares. Entonces, ella notó a TaeIl, quien miraba enternecido la escena.—Oh, ¿éste es el muchacho del que me hablaste?

  — ¿Le hablaste de mí?—preguntó, bastante sorprendido.

  — Obviamente, luego de la primera llamada no me iba a sentar a esperarla. Además, tenía mucho que decirle. 

  — ¿Moon TaeIl, no?—preguntó ella, sentándose a la mesa.

  — Usted debe ser Julia—ella le dedicó una gran sonrisa.

La cena transcurrió con tranquilidad, se la pasaron hablando hasta tarde en la noche. Tanto que discretamente el mesero tuvo que pedirles que se retiraran del establecimiento para que pudieran cerrar. La acompañaron caminando de regreso al hotel en el que se estaba quedando, ella iba a quedarse todo el fin de semana, aunque el lunes tuviera que regresar a trabajar. Así que madre e hijo aprovecharían para retomar viejas épocas.

Cuando ella estaba por irse, detuvo a TaeIl sosteniéndolo por el brazo. 

  — Esto es algo que debería haber dicho mucho antes, pero... gracias por hacer feliz a mi hijo. Cometí muchos errores buscando liberarme de una situación sin tener en cuenta sus sentimientos, desde entonces le ha sido difícil confiar en las personas; pero esa expresión de alegría, no la veía desde que vivíamos en Estados Unidos. Así que... gracias—subió las escalinatas del edificio.—¡Feliz Navidad a los dos!

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