"No tiene que ser él, Jungkook. No tienes que ser tú...

... Pero puedes ser el desconocido chico con el que lo hizo en un club."

Apagó la luz.

Escuchó un par de pasos de un Jimin completamente desorientado, quien claramente no tenía idea de lo que había pasado. No obstante, Jungkook sabía exactamente dónde encontrarlo, no tardando nada en hacerlo. Su corazón dio un vuelco sólo de tocarlo. No de la forma en la que lo había hecho durante toda aquella tortuosa semana, reprimiéndose, controlándose, sino de la forma en la que quería hacerlo, sin atadura alguna. No tuvo reparos en halarlo cerca de él, hacia él. Había estado muriendo por pasar las palmas de sus manos de principio a fin por su pecho amplio y ejercitado, jadeando, porque al fin podía tocar lo que hacía tiempo estaba pidiendo.

Su cuerpo entero se liberó de toda la tensión acumulada por completo una vez Jimin le ubicó, pasando sus manos desde el principio de sus muñecas —a los lados—, hasta la parte posterior de su cuello.

No tardó un segundo en juntar sus labios. El pelinegro gimió, no tardó dos en corresponderle. No tenían nada que hablar, no tenían nada que preguntar, al menos no en aquel momento. Por la forma tan desesperada y fogosa en que le besaba, Jungkook podía deducir que Jimin no tenía espacio en su cabeza para más nada. Le necesitaba tanto, estaba tan jodidamente desesperado por tocarlo, por reclamarlo. El castaño lo ansiaba a tal inquietud que era imposible para él seguir soportándolo.

Una vez el efusivo saludo había terminado, con el más bajo aún sin querer dejarlo, no permitió que Jungkook se apartara de ninguna manera, juntando ambas frentes, inhalando y exhalando, furiosamente agitado. Sin embargo, Jimin no era el único sintiéndose posesivo, el vigoroso agarre en su cintura le hizo sentir aún más impulsivo. Y lo fue, le besó otra vez. No demasiado agresivo, sino de una manera que resaltase sus intenciones pues esta vez no iba a dejarle escaparse. Gruñó al hacerlo, la lengua de su acompañante siendo completamente dócil a sus acciones.

Tuvo que halarle del cabello para hablarle. Maldición, este chico no iba a irse a ninguna maldita parte. No obstante, su acometividad no duró demasiado. Al tener a ese hermoso muchacho cerca, en sus brazos, le había vuelto, en menos de un segundo, de lo más vulnerable. Suspiró de placer y felicidad por la simple cercanía. Estaba ahí, con él. Estaba besándole y era él.

— Dios... Al fin. — Rozó sus labios al hablar. El picor por la ganas de besar era casi irresistible. — No tienes idea de cuánto tiempo... Sólo, no sabes lo mucho que quería esto. — Dijo suavemente a su oído, besando este en el proceso, llevando sus labios hasta más allá, en donde la piel conectaba con su cabello, bajando, arrastrándolos por la parte lateral de su cuello. Éste fue, aún más expuesto por el pelinegro, quien sentía su piel arder por cada transformación de besos a mordidas dirigidas a sus clavículas. Jimin subió de nuevo a su garganta, inspirando, exhalando, su miembro palpitando. Gruñó, pegando los dientes en la parte exterior de la tráquea. Sólo habían sido un par de besos, por el amor al cielo.

Sólo habían sido un par de besos, sin embargo, el chico, al que no había notado tenía acorralado contra la lujosa cubierta, temblaba bajo su peso, su respiración estaba agitada y su piel erizada. Sin avisar, Jimin deslizó firmemente sus dedos índice y corazón por la parte de enfrente de su pantalón, por la superficie de la palpitante y viva erección, siendo consciente y sonriendo ante toda excitante reacción. En un gemido ahogado y malogrado, el chico inconscientemente buscó sus labios. Park se apartó y el chico le siguió, rogando por el contacto. No se lo negó, haló de su labio inferior con las dos hileras de sus blanquecinos dientes, obligándole a dejarle entrar. Su lengua le invadió desde la punta hasta a la parte posterior mientras el castaño apretaba furiosamente entorno a su pene, hacia arriba, halando de éste. El chico gritó a lo Park aprovechó para repetir la acción.

Blindfold (目隠し) ʲⁱᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora