La galería de Henri Beauchamp

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Dicen que, en cierto piso de un edificio de París, hay una galería de arte secreta. Para tener la oportunidad de entrar, tienes que visitar el bar que está en el mismo piso, y hablar y actuar según indicaciones muy precisas. Dentro de la galería están las 13 obras perdidas que Henri Bauchamp pintó antes de morir: 12 con la sangre de tres niñas vírgenes; la última, con su propia sangre… 

En París (capital de Francia), en uno de los pisos de un edificio cuya ubicación muy pocos conocen, está un pequeño bar que esconde grandes secretos. Si vas de noche y tienes la suerte de encontrar al barmanindicado, podrás entrar a la exclusiva galería en donde todavía perduran las magistrales y malditas trece obras perdidas que el artista Henri Beauchamp pintó antes de suicidarse.

El problema está en que el barman no deja ver la galería secreta a cualquiera: tienes que demostrarle que eres un verdadero admirador de la obra de Beauchamp, que conoces todas las escuelas y autores que lo influenciaron, las etapas de su obra conocida, los significados profundos y múltiples que palpitan en tantos óleos suyos.

Habiendo demostrado lo anterior, todavía no será suficiente y el barman te preguntará en un inglés de elegante y perfecta pronunciación: “¿Qué es lo que desea tomar durante esta gloriosa noche?”. No puedes responder cualquier cosa, tienes que decir claramente: “Absenta”. Si das una respuesta distinta, morirás con la bebida que el barman te sirva, sea cual sea, o bien te matará él mismo si insistes en quedarte y no tomas nada.

Bien, ya has optado por la absenta, ahora te preguntará cuál tipo de absenta quieres, y entonces dile: “la bebida que aquel señor no soportaba tomar”, o bien “la buena absenta, la mejor absenta”. Si respondes de otra forma, no perecerás pero tampoco verás la galería, y además te servirá una absenta que te producirá pesadillas insoportables por trece días, tal y como el número de sus obras perdidas. No pienses que se trata de pesadillas comunes: la última pesadilla, la del treceavo día, te atormentará el resto de tu existencia, volverá una y otra vez, haciendo que pases muchas nuches en vela, con gotas de frío sudor y esas palpitaciones veloces que te agitan cuando abres los ojos y nada te aterra más que la idea de volverlos a cerrar. Distinto será si dices lo indicado, pues entonces el barman te dirá: “Asegúrese de tomarse esto con cuidado; esto es lo más fino, lo mejor”. Cuando oigas esas palabras dile: “Sobreestimé mi fortaleza, tenga usted una buena noche”.

Aquí llega el momento crucial: si el barman asiente (con palabras, gestos o ambas cosas), puedes retirarte por donde entraste y nada pasó, o bien puedes proseguir en tu determinación por contemplar lo que a pocos ojos ha espantado y deslumbrado a un mismo tiempo.

Si decides continuar, el barman te dará un vaso especial que tiene siete lados giratorios, esto es, que cada una de las siete caras está rotando: en este caso, lentamente. También te dará una cuchara especial de esas que se usan para absenta, aunque ésta tiene la particularidad de tener la forma de una llave, viniendo a estar los agujeritos (a través de los cuales cae el dulce del cubo de azúcar que se coloca encima de estas cucharas) en la cabeza de la llave, o de la cuchara. Adicionalmente te entregará una botella de absenta muy vieja, con marcas de que la etiqueta fue retirada hace muchísimos años. La cuchara que el barman te ha dado será plana y tendrá un lado con ranura (no en la cabeza) y otro sin ranura: tú debes poner el mango hacia abajo para que la ranura se oriente hacia abajo, pues en caso contrario tu absenta se tornará agria, tu nariz se quemará y verás cosas horrendas a causa del contacto con la bebida agriada.

Con la cuchara en la posición correcta, prepara la absenta como se hace, poniendo el cubo de azúcar en la cabeza con hoyos y vertiendo el alcohol sobre el cubo para que se disuelva y la bebida vaya tomando sus especiales propiedades. Al terminar (cuando el vaso esté casi lleno), di “salud” y tomate todo hasta el fondo, de una sola, aunque te quemes la garganta como si eso fuera ácido.

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