—Nunca me puedo enojar contigo— admitió ella, meneando la cabeza—, sólo espero que hayas traído el regalo de tu hija, o al menos, que hayas recordado que es lo que quería.

—Eso espero también— respondió, esperanzado de verdad.

—No ha hablado de otra cosa por las últimas dos semanas. Con descripciones exactas, ¿Recuerdas? Ella no paró de repetirnos lo que quería de regalo y, por supuesto, le he prometido que su padre se lo daría para su cumpleaños, ¿Dónde está?

El peso de sus palabras intimidó a Harry por un segundo, luego, recomponiéndose, se tranquilizó al creer con seguridad que conocía lo suficientemente bien a su hija como para saber lo que deseaba.

—¿Verdad, querido?— insistió ella, palmeando su mejilla. Cómo pudo, asintió, mientras permitía que ella  pasara sus brazos por su cuello y no tardó en rodear su cuerpo con ellos, en un gesto tan familiar con los años. 

Prestando atención al resto de la casa, ahora podía observar todos los arreglos que compraron para organizar la fiesta. Habría deseado ayudar con ello, sin embargo, se encontró lo suficientemente durante esa semana en el Ministerio que habría resultado humanamente imposible. Haber olvidado el regalo de su hija habría sido inconcebible.

Al menos, lo recordó a tiempo, apenas antes de dirigirse a su hogar con las manos vacías. Pero de eso, su dulce esposa no tenía porqué enterarse.

—Por supuesto que sí, lo tengo cubierto, señora Potter y, debo decir, que estoy muy feliz con mi elección— susurró cerca de sus labios.

Hermione le dirigió una sonrisa traviesa y lo atrajo a ella para deshacerse de la distancia entre ambos.

—¡Papá!

Harry no tuvo que moverse. Reconocería aquella voz en cualquier lugar del mundo, así como lo considerablemente alto que podía elevarse su tono de voz. Cómo usualmente ocurría, al verlo, el sonido de sus pasos llenó el recibidor, dirigiéndose en su dirección. Sin más remedio, se separó de su esposa y sonrió abiertamente, agachándose para abrir los brazos y recibir el pequeño cuerpo de la niña que corría hacia él.

Al atraparla, se enderezó, balanceándola en el aire.

—¿Has traído mi regalo?— preguntó la niña, aferrándose a los hombros de su padre—. Le he dicho a Ethan que lo traerías y que sería el mejor regalo que te han dado. Aunque... el tío Ron y la tía Luna me han traído un nuevo juguete y el tío George estuvo haciendo uno por semanas, ¡Sólo para mí! Entonces Ethan terminó molestándose y se ha derramado su jugo de calabaza encima, ¡Fue muy gracioso!

La narración de su hija, seguramente con acontecimientos individualmente interesantes no abarcó su completa atención, divida al reafirmarse lo mucho que se parecía a su madre.

—Lily, ¿Recuerdas lo que hablamos, cariño? ¿Sobre no burlarnos de las personas? Especialmente de Ethan— mencionó Hermione, con una severidad que no alcanzó a resultar muy convincente.

Harry observó con fascinación lo bien que le sentaba aquel papel.

—¿De quién te has burlado?—preguntó Harry distraídamente, en cuanto procesó las palabras. La mirada severa de Hermione recayó en él.

—¡De Ethan!— obvió su hija, con aparente indignación—. Te lo dije hace un momento. Papá, ¡No estás haciéndome caso!

—No es eso, cariño— se excusó, rozando su nariz—, estuve un poco distraído pensando en si te gustará tu regalo.

Los pequeños ojos verdes de su hija se iluminaron por la emoción, olvidándose de todo lo demás.

—¡Lo quiero ver! ¿Puedo verlo? ¡Por favor! —rogó con emoción contenida, a la vez que fruncía sus pequeños labios en un mohín.

Harry Y Hermione (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora