Parte III

170 22 17
                                    


Era tarde en la noche, cuando Elle regresó a la casa. Abrió la puerta y luego de cerrarla suavemente, se dirigió a la cocina.

Afuera estaba lloviendo y él se había empapado entero, era por eso que su cuerpo temblaba levemente de frio, sin embargo, tenía hambre y esa necesidad debía saciarse primero.

Abrió la puerta de la heladera, encontrándola vacía y disgustado, se llevó el dedo índice a la boca.

—Debo suponer, que Elle se ha escapado del hospital.

La voz de Near se escuchó a su espalda, cosa que provocó que se diera la vuelta.

— ¿Dónde están mis postres?- preguntó a su hermano, forzando un poco la voz a causa del daño en sus cuerdas vocales y observó a Mello, quien estaba parado unos pasos delante de él, a modo protector.

—Han sido consumidos antes de que se echaran a perder.

Elle centró, entonces, la mirada en la mano del rubio, quien sostenía una barra de chocolate cuyo envoltorio abierto, permitía observar que había estado a punto de ser ingerida, sino fuese por la interrupción que significaba su presencia en la casa.

—Ya que debo asumir que Mello ha sido uno de los que consumieron mis alimentos, deberé pedirle que me recompense con un poco o mejor dicho, la totalidad de su chocolate.

— ¡Olvídalo!... apenas he probado algo de lo tuyo- respondió el rubio, malhumorado

Elle mordió más fuerte su índice y permaneció en silencio, observando la golosina.

— ¿Podría, Mello, suministrarle el chocolate a mi hermano?- habló Near y se llevó el dedo a su mechón, sin apartar la mirada del moreno.

Mello refunfuñó.

—Por favor- pidió el albino

—Es la última barra que tengo- masculló el rubio antes de darsela a Elle, quien terminando de sacar el envoltorio abrió grande la boca para darle un bocado.

—Felicitaciones por haber dado inicio a su relación romántica- dijo el moreno y se dirigió a la sala de estar para tomar asiento, de cuclillas sobre el sillón.

— ¿Qué?- preguntó el rubio alterado y lo siguió. Near lo secundó tranquilamente.

— ¿Se supone que era un secreto?- preguntó Elle y lamiendo el chocolate antes de volver a mordisquearlo.

— ¿Cómo... lo sabes?- preguntó, Mello, sonrojado.

—Ambos están despeinados y tienen la ropa desacomodada, sin embargo, no hay señales de que hayan estado durmiendo. Tienen los labios brillantes y ligeramente hinchados, cosa que da indicio de que estuvieron frotándolos con algo... lubricado- esbozó una pequeña sonrisa y miró a Mello —Y Near huele levemente a chocolate... el mismo que estoy comiendo ahora y que Mihael me ha brindado- se llevó el ultimo pedazo de chocolate a la boca —No hay olor a sexo, así que, supongo, solo estuvieron besándose.

Mello boqueó un par de veces notoriamente abochornado.

— ¿Podría, Elle, dejar de hacer uso a sus capacidades deductivas para entrometerse en mi intimidad?- respondió el albino algo disgustado y se llevó el dedo a su mechón favorito para jugetear con él.

—Lo siento. Supuse que el que hayan avanzado después de tanto tiempo perdido, era una buena noticia- habló lamiéndose el resto de chocolate que había quedado en las yemas de sus dedos.

Mello se volteó a ver a Near con una mirada interrogante. El albino, sin embargo, no le correspondió.

—Asumo que a Elle no le han dado el alta. Debería regresar al hospital.

MíngwángWhere stories live. Discover now