"Matt"

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Matt se encendió un cigarro y trató de terminar el nivel de aquel juego de zombis que se había instalado en su consola. Ya se conocía los trucos de memoria, pero era bueno para pasar el rato mientras esperaba que Mello dejase de refunfuñar en contra de Near. El muchacho nuevamente le había superado en los exámenes.

Era algo sabido para ambos que la razón de que el rubio no consiguiese dieces, era su mal comportamiento, los temas que estaban aprendiendo, a decir verdad, eran demasiado fáciles. Sin embargo, el conocimiento de los motivos de sus notas, no significaba que Mello dejase de despotricar ante tal injusticia.

— ¡Lo peor es que todos lo piensan superior a mí! ¡Maldito enano engreído!

— ¿Quién?- preguntó sin apartar la mirada de su consola hasta que pasaron un par de segundos y pudo darse cuenta de su error. Alzando apenas la cabeza, se encontró con los ojos azules de Mello que parecían arder furiosos.

— ¿Estas preguntándomelo en serio, perro?- dejó escapar de sus labios fuertemente apretados.

Era curioso que no estuviese gritando. Pensar que la razón de ello era que se encontraban en medio del patio y que los demás estudiantes se voltearían a verlos, era pecar de ingenuo. Lo más probable, era que Mello se estuviese conteniendo para no golpearle.

—No sé porque te molestas tanto por algo así. Al fin y al cabo, las calificaciones que puedas obtener no cambiaran tu vida en absoluto.- escuchó el sonido característico que hacía el juego cuando se perdía una partida y miró apenado hacia su consola, había olvidado pausarlo.

"¡Mierda! ¡Tendré que empezar de nuevo!" se lamentó

En realidad, Matt si sabía los motivos de la furia de Mello, eran demasiados simples. Al rubio no le gustaba perder y mucho menos contra alguien del cual deseaba tener toda la atención y/o admiración.

— ¡Mierda, Matt! ¡No puedes estar diciéndolo en serio!-

Si, Mello no podía estar mucho tiempo sin gritarle.

—Ya, ya... será para la próxima- Trató de calmarlo. Otro error de su parte. Simplemente, no podías calmar al rubio, intentarlo solo devenía en desastre. ¡Maldita distracción!

— ¡Vete a la mierda, perro! ¡Iré a hablar con los profesores!

Observó a Mello voltearse y comenzar a caminar rápidamente. A pesar de que estuviese de espaldas, era fácil entrever su furia. Era como si un aura oscura rodease su cuerpo. Sabía que era probable que atacase a uno de los profesores, o quizás a Near, así que decidió no seguirlo. Lo único que conseguiría sería salir golpeado y probablemente sancionado.

Suspirando se decidió a continuar con el juego.

¿En qué momento su vida había tomado un giro tan drástico?

Un día perteneces a una familia tranquila, con unos padres amorosos que quieren lo mejor para ti y al otro te metes en más problemas de los que habrías supuesto alguna vez.

¡Ah! Si... en el momento en que permitió que todo su ser fuese consumido por esa hoguera llamada Mihael.

Aun recordaba con lujos de detalles el día en que lo conoció y quedó embelesado por esos ojos azules tan vivaces. Mello era un nuevo estudiante, lo habían echado de otro colegio por mal comportamiento. Apenas lo mirabas, te dabas cuenta de que era el típico chico malo del que todas las muchachas quedaban prendadas. Temperamental, poco sociable, hiriente en la mayoría de sus comentarios y sumamente inteligente. Diferente en muchos aspectos a él, quien se atrevía a llamar vida a esos años antes de que su presencia lo cubriese todo. Pronto se halló a si mismo queriendo llamar su atención y, extrañamente, el rubio le hizo caso. Entonces, no pudo evitarlo... se enamoró de él y se ilusionó con la posibilidad de que fuese reciproco. ¡Qué estúpido de su parte!

MíngwángWo Geschichten leben. Entdecke jetzt