Parte IV

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Aquel terreno era extenso y solitario. Solo una pequeña casa, un establo y un granero era lo que podía ver en desde el helicóptero.

Los autos con los agentes estaban llegado, cuando él buscó un lugar óptimo para aterrizar.

El sol estaba poniéndose y pronto todo quedaría inmerso en la más profunda oscuridad.

Al ingresar al lugar, no halló nada extraño. Un hombre de unos 60 años, de aspecto descuidado y bigote cano, abrió la puerta y preguntó con curiosidad que sucedía. Según la información con la que Elle contaba, ese tipo se llamaba Jon Harper, su esposa Beatriz Invanelich de Harper, había muerto hacía unos meses. Vivía solo y su único familiar, Henry Harper de 50 años, vivía en otro país.

Lo sospechoso del asunto, es que ese campo que antaño poseía ganado y algunas plantaciones de trigo y soja, en esos momentos estaba completamente arruinado, sin tener a la vista ningún animal y estando sus tierras más que secas.

¿Cómo sobrevivía aquel hombre?

Rester explicó la situación y pidió que les dejasen pasar.

—Una familia ha sido avistada aquí, hace unos meses- dijo el agente.

—Ha habido algunos compradores... pero, cuando se enteran el precio, deciden no regresar- respondió él y esbozó una sonrisa de dientes negros.

—Hemos recibido un llamado alertándonos de movimientos extraños-

—Mi esposa murió hace más de 5 meses y no hemos tenido hijos... Estando yo solo aquí, no sé qué tantos movimientos extraños podrían haberse visto.

—Tenemos una orden de registro- dijo Elle simplemente, entregándole el documento y se adentró al lugar, sin siquiera esperar a que el hombre le diese permiso.

—Pasen, por favor. Hace mucho que no tengo visitas.

El lugar permanecía en penumbras y estaba bastante desordenado. El aire enviciado, provocaba que sintiera picazón en sus fosas nasales. La sala de estar era inmensa. Varios muebles viejos y destartalados, dejaban entrever que antaño aquel lugar había sido lujoso.

Caminó sobre la amplia alfombra y sintió asco al notarla pegajosa bajo sus pies. Hacía demasiado tiempo que no la limpiaban.

Continuando su marcha, dejó que alguno de sus agentes lo revisaran todo allí, mientras otros le siguieron los pasos. Pronto descubrió una puerta a su derecha, al abrirla se dio con la cocina. Había una pequeña mesa con restos de pan, platos y vasos sucios, dos sillas y al fondo de la pequeña sala una cocina, una mesada llena de cosas y una heladera vieja que hacia un ruido insoportable.

Volteándose hacia los agentes, les hizo adentrarse al lugar, a pesar de que le había bastado un solo vistazo para saber que no había nada allí.

Elle se adentró un poco más, escuchando los pasos del resto de los agentes tras él. Su corazón latía con fuerzas en su pecho, hasta el punto en que creyó, le daría un infarto allí mismo. Algo dentro de él sabía que B. se encontraban allí, pero ¿Dónde?... Estaba tan nervioso, tenía miedo de que ello significase cometer un error del que se lamentaría por siempre.

Se dio con unas escaleras que daban al piso superior y no dudó en subir. El sitio constaba de un pasillo largo con dos puertas a la izquierda y una a la derecha. La iluminación era bastante pobre, había polvo en el piso y ni siquiera alguna huella, cosa que daba entender que hacía un tiempo nadie pasaba por allí. Sin embargo, decidió avanzar, el suelo rechinó de manera peligrosa bajo sus pies y por un momento tuvo miedo de que todo se viniera abajo.

MíngwángWhere stories live. Discover now