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Como odiaba el rubio cada vez que las luces eran encendidas impactando de lleno a sus ojos, no sabía exactamente cuanto tiempo había pasado pero suponía que era más de una semana, y si, no había visto a aquel chico  pelinegro desde aquella vez, ¿como había sobrevivido entonces?, pues al parecer el pelinegro tenía una sirvienta o algo así, la señora Kim era muy amable, siempre iba a dejarle algo de comer al rubio y charlaban un rato, claro que esta siempre evitaba cualquier tema relacionado con el pelinegro.

El rubio ya comenzaba a sentirse asfixiado, no le gustaba para nada la idea de estar encerrado en ese lugar, además de estar atado a la cama con una cadena como si de un perro se tratase, odiaba eso y odiaba aun mas el hecho de que cada vez que quería ir al baño tenía que esperar que la señora Kim llegara y lo desencadenara permitiendole ir al baño de la misma habitación, para después volver a ser encadenado, muchas veces el rubio le pidió a la señora Kim si podía dejarlo desencadenando pero está apenada se negaba diciendo que "su niño se iba a enojar si lo hacia" ¿acaso era la madre del pelinegro? ¿entonces como mierda permitía que este lo manteniera retenido allí? ¿Estará enterada  que "su niño" se dedica a matar gente?.

—Quiero salir de aquí... -se quejaba el rubio mirando con ojitos de cachorro a la señora-

—Cariño solo aguanta un poco más, mi niño te dejara ir pronto -respondió la señora entregándole una cálida sonrisa-

—Pues "su niño" me quiere matar -respondió cruzándose de brazos mirando por el gran ventanal, estaba oscuro-

—Mi niño no es una mala persona... solo es alguien a quien la vida lo a golpeado muy duro... -hablaba mientras en su mirada se notaba ese brillo a nostalgia y tristeza- mi niño es un ángel que no a encontrado esa luz hacia el camino de la felicidad

"Un ángel que mata personas, vaya, si, claro" pensó el rubio al escuchar las palabras de aquella amable señora, iba a responder, pero el molesto ruido de un motor y las llantas de un auto rechinar contra el asfalto lo hizo pegar un brinco mirando interrogante a la mujer que ahora sonreía levemente.

—Debo irme -sonrió amablemente- si mi niño viene aquí no vayas a responder a nada de lo que diga, quédate en silencio, cuando está enojado lo último de debes hacer es responderle, lo digo por tu bien cariño

— Está bien... -respondió el rubio sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo-

La señora Kim sonrió y desapareció por la puerta, el rubio enseguida se dejo caer en la almohada cerrando sus ojos para tratar de dormir, total era imposible que el pelinegro se apareciera por allí como la mujer le había dicho. 

Segundos después, o al menos eso pareció para el rubio, sintió como a un costado de él la cama se hundía, algo dudoso y somnoliento se volteo encontrándose con una sedosa cabellera negra, el chico se encontraba dándole la espalda recostado junto a el y por lo que podía notar este llevaba la mascara puesta, cosa que a Jimin no le sorprendió, pero ¿que hacía allí este chico?, fue lo que pensó el rubio sintiéndose extrañamente tranquilo con la presencia del asesino allí, quizá porque este estaba dormido a juzgar por su calmada respiración,  el rubio se quedo unos minutos mirando la nuca del chico estirando su mano, finalmente tomo el cabello azabache entre sus dedos sorprendiéndose de la suavidad de aquellos cabellos, quedó completamente embelesado de como cada cabello pasaba entre sus pequeños dedos, se acomodo mejor en la cama quedando mas cerca de la espalda del pelinegro apoyando una de sus manos en la espalda de este mientras que la otra mano seguía con sus caricias en aquel sedoso cabello, completamente perdido en aquella sensación el rubio acercó su rostro al cabello del pelinegro inhalando su aroma, el chico olía a una mezcla de tabaco y chocolate, aquel chocolate dulce que tomas en invierno para calentar tu cuerpo.

—¿Terminaste de olfatearme?

La voz somnolienta de aquel chico lo sobresalto, alejándose enseguida casi a punto de caer de la cama observando como el pelinegro se reincorporaba mirándole con aquellos oscuros ojos a través de la máscara, un escalofrío recorrió la espalda del rubio entrando en total pánico sin saber que responder, prefirió guardar silencio evitando la mirada del asesino.

—Eres peor que una chica -habló el pelinegro- ¿que quieres eh? ¿un beso? ¿coger?

—No soy gay -respondió el rubio con sus mejillas encendidas en un rojo intentando ocultar su vergüenza y nervios-

—Claro y mis manos no están llenas de sangre -sonrió ladino acercándose peligrosamente al rubio que permanecía inmóvil-

—A-alejate -logró articular a duras penas sin poder quitar su mirada del chico-

—¿O sino que? -preguntó una vez su rostro quedó frente al del rubio- ¿que harás?

"Nada", pensó el rubio.

Mr. Bunny Killer 《KookMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora