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Los ojos del rubio fueron abriéndose lentamente visualizando la nada misma, oscuridad fue lo que invadió sus ojos, trató de moverse consiguiendolo gratamente hasta el momento en el que trató de mover su pierna derecha, sintiendo un tirón de esta, bajó su mano lentamente por su pierna notando como su tobillo derecho se encontraba entre frías y gruesas cerraduras de metal enganchados a una gruesa cadena que lo mantenía sujeto a la cama, el rubio entró en pánico, trato de zafarse tirando de está con todas sus fuerzas pero esta no cedía, el rubio opto nuevamente por hacer lo mas "inteligente" que se le ocurrió, gritar por ayuda, aún sabiendo que su secuestrador posiblemente lo escucharía e iría en su búsqueda para reclamarle, aún así el rubio siguió con sus gritos, al menos podría lograr que su secuestrador llegará y le diera unas bien merecidas explicaciones.

—¡¡AYUDA!! ¡¡ALGUIEN POR FAVOR AYUDEME!! -gritaba una y otra vez sin parar suplicando porque alguien lograra escucharlo-

—¡¡BAJA LA VOZ POR LA MIERDA!! -esa voz apareció dando un fuerte golpe a la puerta permitiendo así que luz entrará a aquella habitación-

El rubio automáticamente quedó en silencio observando con miedo hacía aquella figura, el chico se encontraba solo con un ligero pantalón de tela fina cubriendo su cuerpo dejando su bien marcado abdomen a la vista del rubio, esté último quedo sorprendido, definitivamente su secuestrador era casi de su edad pero aún así no podía confirmarlo porque como siempre el chico llevaba esa tierna pero a la vez espeluznante máscara de conejo, dejando nula la posibilidad de apreciar su rostro, solo unos mechones de cabello negro se asomaban por su nuca y flequillo brillando por las luces del pasillo, mentiría si dijera que el rubio no quedo embobado viendo el físico de aquel chico pero enseguida se abofeteo mentalmente, estaba mal avergonzarse por ver el cuerpo de un chico, el no era gay, eso no estaba bien.

—Deja de mirarme así a menos que quieras que pierda el autocontrol que tengo -habló más calmado el chico entrando a la habitación cerrando la puerta a sus espaldas-

La habitación fue sumergida nuevamente en ese silencio donde ahora solo se escuchaban los pasos del secuestrador hasta que finalmente se escucho un interruptor seguido de esto como el lugar se iluminaba dejando a la vista del rubio una gran habitación con una gran y cómoda cama donde el se encontraba, muebles finos por donde quiera que mirara, un gigantesco ventanal con cortinas de seda y un balcón, el rubio no pudo evitar preguntarse si a los asesinos les pagaban o que, tal vez el chico con máscara de conejo frente a el había robado esas cosas.

El rubio se cohibió cuando el chico frente a el se le acercó, la máscara que llevaba constaba de grandes orejas de conejo, dos grandes  círculos oscuros como ojos, una nariz  negra y pequeña de conejo justo donde terminaba la máscara pues esta dejaba a la vista la mitad del rostro del chico hacia abajo, dejando observar así unos hermosos y delicados labios dándole un aspecto tierno y aún mas de conejo al rostro de aquel chico, pero el rubio no podía dejar engañarse, aquel chico era un asesino y lo había secuestrado para quien sabe que propósito.

—¿Qué hago aquí? -se atrevió a preguntar el rubio tratando de aparentar ser fuerte- quiero irme

—Eres mi mascota y las mascotas no hablan a menos que quieran ser castigadas -sonrió socarronamente cruzado de brazos a los piés de la cama- y tu acabas de sacarme de la tina con tus molestos gritos

—Y-yo.. -el rubio no sabía como reaccionar, recién ahora se daba cuenta de como el torso del chico era adornado por finas gotas de agua que se deslizaban armoniosamente por su marcado cuerpo y su negro cabello lucía húmedo y desordenado-

—Eres muy bullicioso kitten -se quejó el pelinegro- tendré que cerrar esa boquita tuya

—N-no...por favor...dejame ir... -suplicó al borde de las lágrimas-

—Lo diré solo una vez, yo no dejo vivir a nadie que fuera testigo de mis trabajos, o mueres o te quedas aquí, tu eliges kitten -sonrió levemente dando algunos pasos hacia el chico- pero te lo advierto, no me gusta que desobedezcan mis ordenes

El rubio lo pensó, y vaya que le costó, no quería morir, tenia una familia a la cual ver, amigos a quienes agradecer, una novia a quien cuidar.. .además ¿que tan malo podía ser? el chico no lo dejaría morir y solo tenía que obedecer sus ordenes, con suerte después se aburriría de el y lo dejaría ir, todo volvería a la normalidad ¿nada cambiaría verdad?.

—No quiero morir... -dijo finalmente-

— Buena elección kitten -sonrió de lado-

—¿Me dirás tu nombre? digo... al menos merezco saberlo...

—Obtendras lo que des -habló secamente- tienes que ganarte las cosas y más te vale no querer saber de mi o atente a las consecuencias...

—¿Y como quieres que te llame entonces? -se quejo el rubio-

— "Daddy" quizá -rió levemente- eso no importa, ahora no molestes, tengo cosas que hacer

El pelinegro salió de la habitación cerrando la puerta con seguro, el rubio se quedó mirando la puerta por unos minutos pensando en las últimas palabras del chico que a pesar de que fueron dichas con tono de broma el rubio las quedo pensando.

—Daddy....

Mr. Bunny Killer 《KookMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora