Tenía muchas preguntar para él, sabía perfectamente por qué estaba aquí. Logan me había mostrado sus pruebas, pruebas de un juego sucio y secreto del que yo había hecho parte.

Cuando nuestras miradas coincidieron vi como sus ojos azules estaban apagados, sin brillo o las chispas que solían tener cada vez que me miraba, siempre fueron tan expresivos y ahora verlos convertidos una fina capa de hielo, logró destrozar un pedazo de mi corazón.

No era fácil olvidar un año a su lado, Logan había estado para mí y yo para él, por eso él estaba aquí, porque sabía que tal vez yo lo necesitaba y por la misma razón no estaba huyendo de él, porque yo quería escucharlo y él quería ser escuchado.

Por eso habíamos estado juntos, porque nos queríamos y siempre sería así.

—Quería saber cómo estabas —respondió, retirando su mirada de la mía—. Además, sentí la necesidad de verte antes de irme —confesó, me mantuve en silencio—. Sí, lo sé, es algo estúpido de mi parte y mucho más por lo que hice, pero en serio quería verte.

Su frase se repitió en mi mente. ¿Había escuchado bien? ¿Logan pensaba marcharse?

— ¿Te irás? —mi voz sonó baja, él asintió como respuesta—. ¿Qué? ¿Por qué?

Sentí como un vacío se hacía presente en mi estómago, estar viviendo esta situación era nuevo para mí, justo ahora Logan y yo nos estábamos tratando como dos desconocidos y a mí, Nicole Marie Jones, no me gustaba estar mal con las personas y menos con alguien que quise tanto y me quiso de regreso.

—Te contaré un secreto, Nicole —dijo, logrando robarme una sonrisa—. Pero debes prometerme que no le contarás a nadie. —me señaló con su dedo índice, abriendo mucho los ojos, dejándome apreciar el hermoso color azul de ellos.

—Sé lo que es un secreto, Logan —le recordé—. Y, por lo tanto, sé que no debo decírselo a nadie. —me reí.

Él sonrió abiertamente, achinando sus ojos en el proceso.

—Chica lista —halagó—. De acuerdo, voy a confesarte que aquel día en la cafetería, cuando me senté junto a ti, pensaba derramarte mi soda porque Matteo había sugerido que sería muy romántico —comentó—. Usó la historia de una chica rubia derramando una malteada en el chico que le gusta.

Me carcajeé al escucharlo, eso sonaba como algo que Matt diría.

—Me suena familiar esa historia —le aseguré—. ¿Pero por qué no usaste esa tantica?

Él llevó una de manos a mi rostro y perfiló mi nariz con su dedo de manera delicada, mis mejillas se sonrojaron y se calentaron aún más al estar bajo el intenso rayo del sol. Nos gustaba pasar tiempo al aire libre, a su lado todo era agradable.

—Eres muy hermosa para derramarte soda encima —contestó—. Además me gusta mucho más tomar soda que despedazarla.

Entrecerré mis ojos ante su respuesta.

—De acuerdo, pero aun no entiendo por qué me dices todo esto, Smith. —dije, me sentía muy impaciente e intrigada por saber que pasaba por su mente.

Me sonrió una vez más y, tomando mi mano derecha entre las suyas, dijo:

—No quería hacerlo porque deseaba conquistarte a mi manera —reveló, sin despejar su mirada de mis ojos—. Y creo que funcionó.

Le sonreí, el rubor de mis mejillas no desapareció.

— ¿Por qué estás tan seguro de eso? —lo desafié.

Pequeña promesa © [#1]Where stories live. Discover now