Capítulo 23

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El día de ayer, viernes, logré descansar, por fin pude pensar, analizar y sobre todo comprender qué era lo que había salido mal, que era, en realidad, lo que había cambiado

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El día de ayer, viernes, logré descansar, por fin pude pensar, analizar y sobre todo comprender qué era lo que había salido mal, que era, en realidad, lo que había cambiado.

Y la respuesta fue simple: Oliver y yo funcionábamos, los dos. Logan y yo funcionábamos, de nuevo, sólo los dos. Pero ahora era Oliver, Logan y yo, un maldito triangulo, en el que no se unían los lados, en que era casi posible estar unidos y juntos en una sola habitación.

Y entonces, también recordé aquel día que Oliver estuvo en la cancha de futbol y como, poco tiempo después, salió en compañía de Logan hablando tan amistosamente que todo aquel que los viera pensaría que había empezado una excelente amistad.

Cosa que no pasó.

Y luego no supe de nuevo que sucedió. Sí, encontré una respuesta, mas no el por qué todo estaba fuera de control ni la razón de porque ahora parecían no llevarse bien.

¿La solución? No era clara, no podía hacer como si Oliver no estuviera, él tenía un lugar especial en mi cabeza, en mis recuerdos y Logan era el chico del cual estuve enamorada por más de un año o al menos creía haberlo estado.

Y de nuevo no sabía qué hacer, sin embargo, decidí seguir como si nada sucediera, sin presiones las ideas vendrían por si solas.

Por ello y porque ambas lo necesitábamos, le pedí a Emma pasar la noche del sábado juntas, quería ir a su casa, su habitación tenía una gran cama y era muy cómoda, pero ella se negó rotundamente a que pasáramos la noche allí, dijo que era mejor en mi casa, casi me suplicó que por favor fuera en mi casa.

Y yo acepté sin hacerle preguntas, entendiéndola sin realmente hacerlo.

Ahora estábamos en mi sala, acostadas en el sofá con un par de pizzas sobre la mesa de centro y palomitas en un bol que Emma sostenía sobre sus piernas cubriéndonos con mi mantita.

— ¿Por qué Tadashi tuvo que morir? —pregunté entre lágrimas.

Era una llorona sensible.

¿Qué clase de persona lloraba a los diez minutos desde el inicio de la película?

¡Yo! ¡Yo era esa clase de persona! Me hicieron amar a Tadashi, me hicieron adorarlo en menos de diez minutos para luego romper mi corazón.

—Shh —llevó un dedo a sus labios—. Has visto esta película muchísimas veces, sabes que muere y aun así lloras. —reprochó Emma.

No dejé mirar la televisión mientras comí una pequeña palomita y respondí a su comentario.

—Tú haces lo mismo con el libro Yo antes de ti o Bajo la misma estrella y no te digo nada. —me crucé de brazos.

Emma jaló un mechón de mi cabello con suavidad, antes de sentarnos a ver la película ella me ayudó con la infinidad de trabajos para la escuela —Emma ya había hecho todos sus deberes— mientras que yo le di comida para que su cerebro funcionara o algo así.

Pequeña promesa © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora