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Narrador Omnisciente

Amelia se encontraba sentada en la sala común esperando por Ron, el cual se encontraba corto de tiempo para ir a desayunar. Ya todo lo que había pasado el día anterior estaba en segundo plano: su torpeza, Blaise, el dolor en el trasero y Blaise nuevamente.

Si alguien le preguntaba que había estado haciendo la noche anterior diría que dormir, todos le crearían a la perfección porque Amelía Tonks era una bella durmiente, donde le de sueño ahí se duerme sin ningún tipo de preocupación. Pero lo menos que había hecho la noche anterior fue dormir, se había quedado pensando en Zabini muy encontraba de su subconsciente.

Pensó en que estaba más alto, en que sus brazos eran tremendamente fuertes y que desprendía un olor que la dejo más torpe de lo que ya era. Si lograba concentrarse lo suficiente aún podía llegar a sentir ese olor que la había dejado completamente atontada.

Blaise por el contrario si logro dormir profundamente y soñó con unos ojos grises que no eran los de Draco precisamente, mirándolo con calidez y una intensidad que lo abrumó entre sueños.

¿Quién se levanta tan tarde el primer día?

Solo Ron Weasley se levanta tarde el primer día de clases. Amelía se había quedado esperado a uno de sus mejores amigos a que bajara de su habitación mientras Hermione se adelantaba con Harry hacia el Gran Comedor. Cuando el pelirrojo bajó todo apurado, se disculpó una y otra vez con la chica mientras ella iba riendo por el camino. Agradecía que Hermione no había sido la persona que se hubiera tomado la molestia de esperarlo, estuviera peleando en estos momentos.

Como siempre se había colocado la camisa de botones color blanca y la falda que estaba a seis dedos sobre la rodilla. La corbata se le había puesto en el cabello como una cinta y en sus manos llevaba la túnica de Ron quien intentaba hacerse el nudo de la corbata.

— Buenos días, profesora MacGonagall. — saludó con una sonrisa Amelia, esta asintió y le entrego su horario junto al de Ron que todavía luchaba con la corbata.

— Hombre que no es tan difícil. — le dijo divertida, abrió el pergamino, se sentó en la mesa y suspiro. — Alguien me diga que tiene Adivinación a primera hora.

— Gracias a Merlín que no. — hablo Hermione. — Encantamientos.

— Encantamientos. — dijo igual Harry.

— Si, igual. — dijo Neville y tomo el horario de Ron, éste también tenía encantamiento.

¡Tssss! — se quejó y se cruzó de brazos. — Que injusto, moriré envenenada.

— ¿Por qué lo dices? — pregunta Hermione tomando un poco de agua.

— Porque es junto a Slytherin. — colocó los ojos en blanco.

Sus amigos hicieron una mueca, ella sonrió restándole importancia. Esa mañana se sentía sumamente extraña, Amelía comía tranquilamente entre risas y charlas agradable juntos a sus amigos. Al ser tan distraída no notó que un grupo de último año de la mesa de Revenclaw la observaban o también varios chicos de quinto que estaban junto a ella, pero cierto moreno de Slytherin si lo notó e inexplicablemente eso le había molestado.

Se había levantado tan temprano como nunca en su vida, tomo un baño de agua fría y había salido a el comedor junto a Draco quien había salido de la habitación a la misma hora que él. Se había sentado en el medio de la mesa mirando hacia las otras tres y comenzaron a desayunar entre varias charlas de temas variados. Poco a poco el comedor comenzó a llenar y de las ultimas personas que entraron fueron Amelía junto a Weasley. Se había quedado como idiota mirándola fijamente, se fijó en su cabello más largo y como la camisa se ajustaba a sus pequeñas pero notables curvas. Movió la cabeza, analizando lo que estaba haciendo y se abofeteó mentalmente. Miro hacia otro lado y vio a los chicos de las águilas mirarla. Su sangre hirvió. Volvió su vista a ella y los niños de quinto año que estaban junto a ella la hicieron reír. Se enojo mucho más.

¿Por qué estaba enojado? ¿Por qué tenía que mirarla hasta el punto de saber que había cambiado en ella ese verano? ¿Por qué seguía haciéndose preguntas estúpidas?

Respiro profundamente y apretó la copa entre sus manos antes de darle un largo sorbo acabando con su contenido. Ella río. Él frunció el ceño confundido. Ella lo miro. Él entre cerro los ojos sin dejar de mirarla. Ella bufo con molestia. Él sonrió de medio lado inconscientemente. Y ella sin saber por qué sonrió bajando la cabeza. Eso lo dejo completamente desubicado.

•••

Amelía entro en el aula de Adivinación, la cual estaba vacía y no le sorprendería que no se encontrará llena aunque el curso avanzara. Podía apostar su libro favorito a que muchos estarían cambiando la clase para su último año y esta terminaría casi desierta. Colocó los libros sobre la mesa y fue a sentarse, sin siquiera acercarse mucho a la silla y volvió a sentir el duro suelo en su trasero. Río un poco ante su torpeza y se intentó apoyar de la mesa, pero atrajo toda la tela que lo cubría cayendo sobre ella junto a los libros, bufo molesta. Una risa retumbo por el aula.

Miró hacia la puerta y Blaise no paraba de reír a todo pulmón. Idiota, quiso decirle, pero prefirió tragarse sus insultos para un momento más necesario, aparte de que ella también se hubiera reído de su torpeza igualmente. No estaba tratando de justificarlo.

— Déjame decirte que eres la persona más torpe que pude haber conocido. — le dijo sonriendo, ella sintió que no hubo ningún tipo de burla en su voz si no un toque algo amigable. Claro está que era su mente la que estaba haciendo esa suposición. Zabini no tenía porque ser amigable con ella. — ¿Te quedarás en el suelo para tomar la clase o piensas levantarte?

— Fíjate el suelo esta más cómodo que verte la cara.

— Sabes que te encanta verme.

Amelía se colocó de pie (sin volver a caerse) tomó sus libros y lo colocó en la silla. Le colocó la tela sobre la mesa e ignorando totalmente a Blaise se sentó.

— El silencio otorga.

— Lo que te otorgaré yo serán dos puños en tu estúpida sonrisa si no dejas de molestarme.

— Tan agresiva como siempre. — río.

— Tan idiota como siempre. — bufó, en ése preciso momento la profesora entro y tras ella varios alumnos de Slytherin, como de las otras dos casas de diferentes años. Eran quince exactamente contándolos a ellos, Blaise se sentó en las mesas atrás y un chico de Revenclaw se sentó junto a ella.

— Hola Tonks.

— Strauss. — ella le sonrió.

Amelia tuvo la sensación de que la miraban, que algo la escudriñaba desde la espalda y cuando se giró se encontró con la mirada molesta de Blaise sobre ella. Ella frunció él ceño ante esa reacción de él, aunque no era una sorpresa.

— Idiota.

Luego de eso no volvió a mirarlo, aunque todavía seguía sintiendo esa presión en su espalda signo de que seguía observándola. La Profesora se mostró más loca que años anteriores, Amelía se reía cada dos por tres mientras que los Slytherin soltando comentarios a cada rato para nada inofensivos.

— Muévete Amelía. — Draco tuvo la delicadeza de empujarla para despejar la salida.

— Creía estar segura de que Narcissa te enseño modales, Draco pero ella no tenía mucho que hacer porque heredaste la bestialidad de tu padre.

Ambos mantuvieron la mirada altiva, compartiendo un mismo porte, pero a la vez tan diferentes. Los amigos de Draco se colocaron tras él y Amelía río.

— Tsss... No seguiré perdiendo mi tiempo con ustedes.

Choco su hombro con el de Draco cuando paso por su lado, este la miro y ella se concentró en ver el suelo mientras pasaba en medio de Blake y Theo, no por miedo a su torpeza si no de que estos idiotas fueran a poner el pie para que se cayera. Ambos eran muy capaces de hacerle eso.

─ Que cobarde.

─ No te digas así a ti mismo Blake, es denigrante bajarte de esa manera tu propia autoestima. ─ ella se giró a ver al moreno con una sonrisa triunfal, lo había dejado tieso sin ningún tipo de palabras. Así que con toda el cuidado y la calma del mundo bajo de la torre de Astronomía con una sonrisa radiante.

Protegida | Blaise ZabiniWhere stories live. Discover now