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El pasar de los días me hacía preguntarme muchas cosas. ¿Mamá habrá hecho pastel de chocolate? ¿Hermione llegará a casarse con el profesor? ¿Harry nos estará mintiendo sobre lo que sucede? ¿El idiota de Blake se aburrirá de mi? Esa última era imposible pero mi mente estaba inquieta estos días. Pesadillas. El ambiente en la escuela estaba extraño. Llevaba varios días teniendo un mal presentimiento. La situación de Harry me había hecho pensar en la situación de Blaise. ¿Y si se desata una guerra? ¿Tomaríamos bandos? ¿Seríamos enemigos? ¿Por qué pienso esto? Merlin, pronto llegará al punto de preguntarme si me pediría un matrimonio. Solo espero que tenga claro que mi boda tiene que ser junto al mar y el pastel tiene que ser de chocolate, y si, tiene que haber helado de pistacho.

"Somos amigos. ¡Amigos! Porque eso no me termina de entrar en la cabeza. ¡No somos novios! ¡No habrá boda!"

* * *

Me levante en medio de la noche por culpa de una pesadilla. Otra pesadilla. Me dolía la cabeza y las lagrimas caían sin ninguna razón. ¿Realmente estaba llorando por algo que no ha ocurrido? Apreté las cobijas hacia mi y observé a mis compañeras de habitación. No valía la pena levantar a Hermione a estas horas de la noche por esto. Apreté mis labios y evité sollozar. Me coloqué de pie con cuidado, rogaba no caerme, no era momento para caer y suavemente me deslicé fuera de la habitación para bajar hacia la sala común. Tal vez observar el fuego me haga despejar mis pensamientos.

No me vendría mal un abrazo de Blaise en estos momentos. Esta dependencia hacia él no es saludable. Quiero abrazarlo. Amelia... Ahora.

Pero la paz que estaba buscando se vio estropeada por un Ron asustado y un Harry demasiado pálido, me alarmé más de lo que estaba y me acerqué a ellos rápidamente.

— ¿Que sucede? —exclamé asustada, muy asustada. Harry temblaba y miré a Ron buscando respuesta de lo que había pasado.

— Debe ser una pesadilla. Temblaba y no parada gritar. — Toque la frente de Harry y luego coloqué mis mano sobre las suyas. - Iré por la profesora McGonagall.

— No, no... — coloqué a Harry de pie nuevamente. — Iremos con ella directamente.

Y esto se volvió mi noche. Un corre y corre con Harry Potter, sus pesadillas no nos trajeron noticias alentadoras. El señor Weasley no se encontraba para nada bien y mis sueños comenzaban a cobrar más sentido.

Observé la puerta del despacho de la profesora y las lágrimas comenzaron a bajar. Merlin protégenos de lo que se viene, por favor.

* * *

Blaise

Me había levantado en medio de la noche por una extraña sensación en el pecho. Fruncí el ceño aún con sueño y me apoyé mis codos en la cama para impulsarme y observar la oscuridad de mi habitación. ¿Habré tomado café? Que tontería ¡Por supuesto que no, tan siquiera me gusta el café! Me senté en la cama y estiré mi mano para tomar mi varita, algunas velas se encendieron.

Me sentía extraño, como si algo estuviera por suceder. Fruncí el ceño y me coloqué de pie, deslizándome fuera de la habitación y llegando a la sala común. En la chimenea solo queda un brote del fuego que tuvo y el lugar se encontraba vacío, no había estudiantes, así que con cuidado también me escabullí fuera de la sala común. No sabía lo que estaba haciendo, simplemente me estaba dejando guiar. Si Draco se enteraba que estaba fuera a esta ahora y causaba algún problema que nos restara puntos realmente se iba a enfadar. Evite los cuadros y algunos fantasmas en el camino, era tan tarde que tan siquiera me encontré con algún profesor o el mismo viejo celador. No soportaba a ese viejo.

Salí de las mazmorras y comencé a subir escaleras, estás se movían e iban cambiando mi dirección. ¿No hay nadie que esté vigilando este castillo a esta hora? Se me hace demasiado raro que nadie esté por aquí.

Escuche un sollozo cuando iba a cruzar hacia el séptimo piso, ¿en que momento llegue acá? Miré por él oscuro pasillo y me iba a regresar, ya me había arriesgado demasiado pero él sollozó se volvió a escuchar y me aventuré a entrar en el pasillo. Me llevé una sorpresa al ver quien era la persona que lloraba.

— ¿Amelia? — pregunté confundido, la castaña estaba sentada contra un muro, abrazando sus piernas y lloraba con fuerza. Me miró asustada rápidamente, sus ojos estaban rojos al igual que su nariz y me observó con dolor.

— Blaise... — alcancé a oír y me acerqué rápidamente hacia ella, me baje baje a su altura y la hice mirarme, ella volvió a llorar. Se me encogió el corazón al verla llorar de esa manera, no parecía encontrar consuelo. ¿Que sucedió? ¿Que hace ella también fuera a esta hora?

— ¿Que te sucede? — le pregunté con cuidado. — ¿Por qué estás así? — negó mientras sus sollozos incrementaban y la abracé, termine sentado y con ella entre mis piernas mientras la abrazaba con fuerza. — Amelia... —

Protegida | Blaise ZabiniWhere stories live. Discover now