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Narrador Omnisciente

La estación King Kross como todos los años estaba a reventar de muggles que al parecer nunca habían visto a una chica con el cabello de un color rosa chillón. Tonks la cual había prohibido rotundamente que la llamaron por su nombre caminaba junto a una Amelía de quince años. Sus padres no habían podido llevarla esta vez para verla partir hacia un nuevo año, pero ella sabía que le deseaban toda la suerte del mundo y sobre todo que no se metiera en problemas. 

Amelía había cambiado mucho ese verano, su cabello el cual ya no llevaba en una trenza o recogido en una coleta se encontraba más largo y oscuro si eso era posible. Su cuerpo había comenzado a desarrollarse dejando ver unas pequeñas curvas las cuales le favorecía muy bien. Toda una señorita, había escuchado a los gemelos Weasley decir, ese recuerdo la hizo sonreír.

Una vez frente al muro que la llevaría a la plataforma 9¾ miro a su hermana, quien tenía los ojos de un color celeste. Ambas sonrieron.

— ¿Lista? — le pregunta con un gran deje de diversión.

— Si.

Así ambas hermanas asintieron, Amelía miro el muro por unos momentos, un nuevo año lleno nuevas aventuras y bromas se le venía encima, seguramente también se encontraría con nuevos problemas en el camino. Así que soltando una gran cantidad de aire comenzó a correr rápidamente hacia el muro y cuando estaba por chocar en este... El sonido de la locomotora escarlata la hizo sonreír, Tonks quien ya había atrevesado ya el muro colocó su mano sobre su hombro y juntas comenzaron a caminar por la estación. Ambas hermanas sonrieron viendo a los de primer año los cuales se mostraban más que emocionados mientras que las madres intentaban contener las lágrimas. Rieron cuando varios aviones de papel pasaban frente a ellas y finalmente se acercaron a la familia Weasley quien estaban junto a Harry y Hermione, estos la saludaron con un efusivo abrazo.

— ¿El juicio? — le pregunta Amelía a Harry tan pronto llega frente a él.

— Todo resulto... bien. — dijo simplemente y la chica asintió lentamente.

— No lograran expulsarlo, Dumbledore no lo permitirá. — dijo Ron mientras se cruzaba de brazos.

— No creo que sea el lugar para que hablen de estas cosas. — Nymphadora tocó el hombro de su hermana e hizo un pequeño movimiento de cabeza mostrando donde estaba la familia Malfoy junto a los Zabini.

Amelía sonrió relajada y los demás asintieron de acuerdo con las palabras de Tonks. El tren comenzó a pitar, así que con mayor apuro todos se comenzaron a despedir de sus familias para subir al tren.

— Te veré en navidades, Dora. — Tonks le sonrió a su hermana y asintió mientras la abrazaba fuerte.

— Procura no enviar un inodoro de Hogwarts como regalo.

— No prometo nada. — ambas rieron, Hermione le llamó y esta le sonrió una última vez a su hermana para irse con sus amigos a abordar el tren.

Ron y Harry lograron colarse en un compartimiento, seguidos de Hermione que había sacado un libro de algún lugar, Amelía se había quedado un poco más atrás ayudando a unos de primer año. Cuando los niños se fueron y el vagón por lo visto quedo totalmente vacío alguien a sus espaldas hablo.

— ¿Y esta hermosura quién es? — ella giro, Blaise se calló la boca al ver quien era y Amelía se cruzó de brazos con molestia, la última persona que esperaba encontrase ese día era precisamente con él. Aunque... el verano no le había ido tan mal, le había ido pésimo si eso, pé-si-mo. — Tonks.

— Zabini.

Ambos sintieron algo incómodos ante la presencia del otro o tal vez era simple molestia de encontrarse.

— Que desgracia es el encontrarme contigo, adefesio.

— Eso no era lo que parecía hace unos minutos. — contraatacó la chica con una sonrisa irónica, el tren se comenzó a mover. — Tranquilo Zabini, sé que soy hermosa y no tengo ganas de ir diciendo por ahí que tú también lo piensas.

— Yo no pienso nada. — bufo cruzándose de brazos igual. El moreno no podía creer que esa chica que estuvo observando fuera precisamente ella.

— Ya sabía yo que no tenías cerebro. — río, una chispa de enojo brotaron en los ojos del moreno. — Adiós, Blake.

— Es Blaise. — siseo completamente molesto.

La castaña iba a seguir con su camino y estaba dispuesta hacerlo, paso junto a Blaise, pero su torpeza hizo acto de presencia. Su pie se viro haciéndola tambalear y fue de cara al suelo. Cerró los ojos esperando el golpe el cual nunca llego, un brazo rodeó su pequeña cintura sujetándola con firmeza para que no cayera, protegiéndola del golpe. Un olor varonil llego a sus fosas nasales provocando que su estómago se contrajera en miles de sensaciones, algunas muy conocidas, otras no tanto.

Abrió sus ojos de golpe y se encontró con los ojos completamente oscuros de Zabini, un nudo se le atoró en la garganta mientras se mantenía observando al moreno quien termino de salir de trance primero que le había causado la cercanía de Amelía.           

— Una foto dura más. — murmuró el moreno luego de unos segundos en los que Amelía no hablaba y solo se dedicaba a mirarlo.

Ella parpadeó varias veces seguidas, aclaro su garganta y se removió levemente entre los fuertes brazos del chico. ¿Cuándo se había puesto en forma?, fue lo primero que pensó. El chico el año anterior parecía un palo de escoba de lo flaco que era. Seguramente son anabólicos, aunque creía que ese chico ni debía saber que eran los anabólicos.

— Suéltame. — dijo con la voz algo ahogada, estaba algo desconcertada.

— ¿Estás segura? — él estaba disfrutándolo, estaba disfrutando de verla tan desconcertada y tensa entre sus brazos. Estaba disfrutando tenerla entre sus brazos. ¡Por supuesto que no!, grito una voz en su conciencia. Ya estaba pensando idioteces, el dulce aroma a frutas le estaba haciendo daño.

— Completamente segura, ahora suéltame, Blake.

Blaise frunció el ceño y la soltó, calló de culo al suelo y soltó una queja ante el dolor en su trasero. Miró a Blaise con el más profundo odió mientras él se sacudía las manos como si hubiera tomado algo sucio, lleno de polvo.

Es Blaise.

Protegida | Blaise ZabiniWhere stories live. Discover now