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Amelia

Los próximos días luego del ataque al Señor Weasley habían sido muy duros para mi. Aunque mi encuentro con Blaise esa misma noche me ayudó a conciliar el sueño, las siguientes noches han sido terribles. Las pesadillas se vuelven más frecuentes y vívidas. No logro dormir y eso era un problema. Suelo enredarme con todo, hasta con mis propios pies cuando estoy despierta, imagínate como me está resultando estos días donde mi cerebro no está funcionando como debe a causa del sueño. Todos me preocupaban, sentía una extraña y gran opresión en el pecho que no me permitía estar en paz.

Luego de que unos estudiantes de tercer año pasaran, entre en él aula vacía y fui directo hacia los brazos de Blaise, él ya me estaba esperando. En el momento en que sus brazos me rodearon que me sentí segura y pude cerrar los ojos.

No importa cómo fue que esto entre nosotros comenzó, lo único que tenía claro es que Blaise se estaba volviendo tan importante para mi como respirar. Yo era una persona muy dependiente de las personas que complementaban mi vida y me estaba volviendo muy dependiente de él. Eso si era un verdadero problema.

— ¿Como se encuentra la comadreja mayor? — le pegue en el abdomen sin nada de fuerza y río un poco. Su risa es vibrante y llena de vida, eso es justo lo que necesito. — Ya... lo siento, el Señor Weasley. — solté un largo suspiro.

— Ya se encuentra en su casa. — murmure con suavidad. Ron me había contado que lo habían torturado, él lado positivo es que no había muerto o llegado a la locura como los padres de Neville. Sentí un escalofrío con tan solo pensar que eso hubiera podido suceder.

— Entonces... ¿Por qué sigues así? — me hizo mirarle y frunció el ceño mientras me observaba. — El colegio no es divertido contigo de esta forma. — hice una mueca. ¿Debería hablar con él sobre todo lo que pienso? ¿Sobre el miedo que comienza a instalarse dentro de mi? ¿Era seguro hacerlo?

Hice un puchero y dejé que me abrazara otra vez. ¿Y si hablaba con Draco? Él podría contarme mejor lo que estaba sucediendo. Su padre fue en algún momento mortifago, aún así, temo que se enoje. ¡Maldita sea como estoy tan sensible!

— Tengo miedo.

— ¿De que o que?

—Tengo miedo de todo. — No estoy segura si me entendió y si lo hizo, no lo demostró. Me hizo mirarlo otra vez y me sonrió de medio lado, esa sonrisa me hizo pensar en todo lo que era bonito en esta vida. Él. Estoy bien estupida.

— No te preocupes Amelia. — su sonrisa era tan cálida y llena de seguridad, sus ojos brillaron y sentí que me perdí en ellos. — Yo te protegeré.

Yo podía protegerme sola pero que él quisiera hacerlo no me disgustaba para nada, no sé lo impediría. Diablos, me estoy convirtiendo en una consentida.

— ¿De todo? — le pregunté mientras soltaba un puchero y lo mira como nena pequeña esperando todo lo que pidió para navidad.

— De todo. — beso mi frente y sentí que de alguna forma el dolor que se instalaba en mi corazón se alivió.

— ¿Me lo prometes? — nuestros labios se rozaron. Sus ojos brillaron nuevamente y no pude comprenderlo. Espere su respuesta, necesita esa respuesta.

— Te lo prometo. — me acerqué estas vez para besarlo y con esa promesa en mano me permito respirar tranquila. Sus manos acarician mi espalda y yo rodeo su espalda abrazándolo mientras disfrutaba de momento.

La mañana pasó tranquila entre arrumacos con el chico moreno y la tarde fue recibida con la primera nevada, ya me encontraba lejos de los brazos de Blaise en ese momento y me encontraba en la torre intentando hacer tareas. No funciono, no me concentraba, la única que lograba tal cosa era Hermione. Junto a mis amigos decidimos salir y disfrutar el momento, deje mis problemas aún lado y me concentre en que Ron y mis amigos la pasaran bien.

Una bola de nieve me pego en la cara y me tambalee, cayendo en el suelo y me queje, aún no había suficiente nieve para aliviar la caída.

—¿Quien fue el idiota? — chille y escuché una risa, una risa muy familiar. Zabini estaba junto a Malfoy y Nott, nos miraban de manera que nos retaban a devolverles el ataque, Ron maldijo. — Blake.

Blaise nena, es Blaise. — Este está muy graciocito.

El moreno alzó una ceja y tomé nieve en mi mano formándola antes de lanzársela de vuelta pero le pegué a Theo, me encogí de hombros.

— ¡GUERRA! — el que sea que grito desató algo mayor y no era una guerra entre casas, por ese momento hubo realmente diversión entre los que se llevaban bien y los que no también, aunque el golpe era más fuerte según la persona. La nieve caía y caía, y nosotros seguíamos corriendo y jugando por todo el lugar. Era increíble ver cómo todos podíamos convivir sin querer matarnos.

Me tropecé con mis propios pies y volví a caer en la nieve, reí con fuerza y me quede recostada intentando recuperar el aire. ¡Estaba haciendo más esfuerzo físico del que mi cuerpo podía soportar!

— ¿Que pasa Tonks? — pregunto Blake. — ¿Ya te cansaste? ¿Donde está tu resistencia? — miré la bola que tenía en la mano. — Leona caída.

— Ya quisieras.

Protegida | Blaise ZabiniWhere stories live. Discover now