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─ Amelia y Blaise, es su turno. ─ mire al profesor por un momento y luego mire la entrada del bosque. Lo que consistía este ejercicio era un circuito que debíamos pasar cada pareja hasta volver al punto inicial.

Hasta el momento sólo habían pasado tres parejas y aunque el tiempo para ellos dentro del circuito había pasado dos horas, acá fuera donde nosotros nos encontrábamos a penas pasaban unos minutos. La idea inicial de todo esto era poner en práctica la teoría y los ejercicios que habíamos aprendido hasta el momento. ¿En que momento conectaríamos con nosotros mismos en lugar como este? Esto para mi parecía un entrenamiento de guerra. ¿Cuando lejos de la realidad estaríamos de eso?

Observé a Blaise por un momento y ambos entramos en el circuito a la vez, una vez dentro de este y lejos de la mirada de todos, su mano se entrelazó con la mía y observé a mi alrededor.

– ¿Y ahora que? – él se encogió de hombros ante mi pregunta.

– Avanzar sería lo adecuado melia. – lo golpe en el hombro y me sonrió de medio lado antes antes de comenzar avanzar, solo bastaron unos pasos para que este maldito lugar se activara, lo qué pasó después no me lo espere para nada. Todas las criaturas que te pudieras imaginar aparecieron. Tarántulas gigantes. ¡Me congelé! Les tengo un terrible miedo a las arañas desde que conocí a la de Hagrid en segundo año. Blaise se encargó de ellas y cuando estuvieron fuera de nuestro alcance aparecieron dementores y estuve muy orgullosa de tener conocimiento sobre ese hechizo.

¡Muchas gracias Remus!

Se escuchó un fuerte aullido no muy lejos de nosotros y miré a Blaise.

— ¡Corre! — grite y eso hicimos pero una figura se presentó frente a nosotros y nos apuntó, los pasos tras nosotros se escuchaban más cerca. Pegue mi espalda a la de Blake y enfrentamos a lo que teníamos enfrente, ya me encontraba agotada y aún no sabía que mas podía aparecer. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

— ¿Amelia? ¡Amelia! — caí en el suelo y los brazos de Blaise me rodearon, unos dementores nuevamente se nos acercaron y sentí un frío y una tristeza invadirme.

Evoca un recuerdo feliz.

— ¡Expecto patronus! — y me fui en negro.

* * *

— ¡No vuelvo a entrar en ese lugar! — exclamé una vez me vi sentada fuera del bosque rodeada de todos. — ¡Nunca más!

— Oh, pero lo hiciste muy bien. — miré incrédula al profesor y Hermione me ayudó a levantarme. — Ambos tienen una buena habilidad y trabajaron muy bien juntos.

Eso me gusto oírlo. Me sentí protegida en todo momento.

- ¿Y por qué tuvo que poner arañas gigantes? ¡Pude haber muerto del susto!

Me miró divertido y bufé molesta, me cruce de brazos y me giré para alejarme del lugar, ya había pasado el circuito, ya podía largarme de aquí.

— ¡Amelia!

— ¿QUE?

— Sacaste extraordinario.

— Obvio, obvio que así fue. — y volví a caminar hacia el colegio, casi me caigo al entrar por completo y respiré profundamente. Tendré pesadillas. Me mantuve cerca de la entrada y esperé unos minutos, Blake entro luego y solté un largo suspiro.

— Si que estabas histérica allá fuera. — me sonroje antes de abrazarlo.

— Eso fue terrible.

— Fue divertido. — lo golpee y nos alejamos de la entrada para ir a un lugar mucho más privado. Entramos en un aula y le pusimos seguro, apoye mi frente sobre su pecho y reí un poco.

— No me soltaste. — susurró luego disfrutar del silencio entre nosotros. — En ningún momento.

Sonreí levemente y alce mi mirada para verlo, acaricio mi cabello y me sonrió, su sonrisa era tan hermosa y esta en especial no me mostraba su regular sarcasmo. Me encantaba.

— No me permití hacerlo. — murmuró. — Sobre todo con todas esas arañas gigantes que parecían aterrarte. —  un escalofrío me recorrió de tan solo pensarlo. — ¿De donde viene ese miedo? Siento qué hay una buena historia detrás de eso.

— Una muy aterradora. — sus labios rozaron los míos. — Una historia que aún no te toca escuchar. — besé sus labios y directamente rodee su cuello, él me acercó más a él abrazándome y estuve bien, estuve tranquila.

Los sentimientos eran abrumadores y parecían aflorar cada día más, aunque no lo admitiéramos al otro, el sabía y yo sabía que esto había cambiado desde el momento en que comenzó. No quería depender de esas emociones pues... me volvería más torpe de lo que ya era, aún así parecía ser inevitable.

* * *

— Creo que es un buen método de enseñanza. — Declaró Hermione nuevamente, estábamos en el comedor y todo estaba repleto de dulces en todas las direcciones. — Es una forma muy buena de poner todo en práctica. — tome unas fresas cubiertas de chocolate. — Sobre todo para estos tiempos lleno de incertidumbre.

Eso fue lo que había pensando, aunque nadie le creía a Harry, yo si lo hacía y si el Señor Tenebroso había vuelto, debíamos estar preparados. Observé la mesa verde y miré a Draco, nuestra familia estaba tan ligada a ese lado oscuro, sobre todo la suya y tenía mucho miedo por el, observé a Blake también, ¿que sucedería? ¿Aceptaría toda esa vida? ¿Por qué de pronto todo eso me preocupaba?

— Es cierto. — asiento y observé a Harry, estaba muy perdido en sus pensamientos, estiré mis manos sobre la mesa y tomé las suyas, él me observo y le sonreí. — ¿Todo bien?

— Eso creo. — murmuro. — Me duele la cabeza.

— No está durmiendo bien. — exclamo Ron con la boca llena de tarta de calabaza. — Tiene pesadillas con mucha frecuencia.

Observé a Harry y el observo a nuestro alrededor.

— Siento que tiene facilidad para entrar en mi cabeza. — apreté sus manos y lo observé preocupada. — Es una sensación terrible.

— Deberías hablar con director. — murmure. — Oh puede llegar a ser peor.

— ¿Que puede ser peor? — me sobresalté y giré para ver a Neville, este se había sentado con nosotros.

— Los circuitos. — el se puso pálido y solté las manos de Harry. — ¿Como te fue?

— Pudo ser peor. — gimio y palmee su hombro en forma de consuelo.

— Toma Neville, te mereces una tarta de calabaza. —reí un poco y le pase un pedazo, el asintió y Harry se quejó, observé como llevaba su mano hasta su frente.

— ¿Te duele la cicatriz? — le preguntó Hermione y él negó, entrecerré los ojos. — Si, te duele.

— ¿Le haz comentado a Sirius? —le pregunté ahora en voz baja. — Tal vez él pueda saber algo.

— Aún así debe hablar con el director.

Protegida | Blaise ZabiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora