Una horrible verdad

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Yuki despertó antes que Axel, aún se encontraba algo mareado por el alcohol, comenzó a guardar sus cosas en la maleta que escondía debajo de la cama; siempre ha estado allí, algunas veces a Axel le llegaba un viaje de improviso al que por supuesto la llevaba, por lo que no era sospechoso que se encontrara convenientemente cerca.

- Perdóname Axel... pero si esto sigue así, ambos seremos infelices.  Gracias por lo de anoche. - le dio un beso en la mejilla.  Debía darse prisa o su determinación flaquearía.

Llamó a un taxi, debería ir pronto a casa de Silvia, ella había accedido a tenerla de visita por un tiempo, después de todo, ella estaba viviendo sola en un departamento en medio de la ciudad, ella se había comprometido a ayudarle con el proceso, necesitaban ayuda de un abogado, pero si consultaban a alguno seguramente Axel se enteraría.  Por lo que intentaron hacer las cosas por su propia cuenta.

- Yuki... ¿Realmente piensas hacerlo? - pregunto algo desanimada Silvia, nunca había visto a Yuki con esa cara, ni siquiera el día que regreso de su luna de miel con el prometido de su hermana.

- Si... no quiero prolongar esto mucho más.  Siento que cada vez que estoy cerca de él, mi corazón se fuera a romper, siento que no merezco tenerlo cerca.  Solo le causo problemas.  Víctor dijo... - guardó silencio, no pensaba que sacaría en ese momento lo que aquel hombre había dicho, pero sus palabras habían hecho estragos en su mente desde ese momento.

- ¿Víctor? ¿El loco pedófilo?...

- Silvia, no me hizo nada... deja de llamarlo así. - soltó una risa floja, Axel también le había llamado de forma similar antes; no estaba muy segura pero Víctor la tomaba como a una flor, le daba miedo tocarla y sus manos temblaban levemente cuando se acercaba a ella; por lo menos estaba segura de que alguien se había fijado en ella, aún cuando era bastante pequeña para recordarlo.

- Perdona, perdona, Víctor... ¿Qué te dijo? - preguntó, uno de sus mechones negros fue acomodado detrás de su oreja, se estaba dejando crecer el cabello.

- Él dijo... que Axel realmente ama a mi hermana, que solo me esta protegiendo y tiene sentido, digo, Axel no me ha tocado desde hace mucho y yo... - sus ojos se comenzaron a llenarse de lágrimas, qué pensará Axel de ella en ese momento, sabía que no tardaría en despertar, esperaba que no recordará nada, pero la prueba yacía en las sábanas blancas de la cama que compartían.

Ocultó su rostro entre sus manos, tenía una mezcla de emociones encerradas dentro, felicidad, angustia, vergüenza, tristeza y esperanza, tenía la esperanza de ver feliz a Axel una última vez, además el recuerdo de la mirada de Axel la noche anterior la atesoraría por el resto de su vida.  No sabía como decirle a sus padres que regresaría a casa y que Jessica podía volver a estar al lado de Axel, después de todo, ese había sido el trato.  Axel había conseguido el año pasado la autorización de su padre para hacer más poderosa su firma independiente con la de él, aunque por el momento solo era un convenio, si se llegaba a tener un hijo legitimo, se volvería el dueño de ambas empresas.  El señor Robert ya estaba cansado, varios años de abogado y una triste familia con solo un hijo lo habían llevado al límite, ahora solo deseaba descansar junto a su nueva esposa.

Aún le resultaba algo escalofriante la historia de Axel sobre su padre, aquel hombre que ni siquiera pudo ofrecerle su apellido, aquel hombre que le dio la espalda a una buena mujer.  Ese hombre que solo aceptó a Axel como su heredero cuando perdió al hijo que su amante esperaba, realmente no comprendía lo que Axel intentaba hacer acercándose a una persona a la que obviamente no aprecia, pero probablemente solo era parte de un plan retorcido para hacerse más poderoso y hacer que su padre se arrepienta cuando estuviera muerto; como sea, esa historia aún tenía huecos ocultos y Axel no se atrevía a contárselos, probablemente ni él mismo lo entendía.

Un reemplazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora