Acorralada

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El regreso a casa fue bastante silencioso, Axel no sabía qué decir para aminorar el ambiente que se había creado.  Yuki permanecía en silencio, se sentía traicionada, por su padre, por su madre, por su hermana y sobre todo por Axel, la única persona en quien confiaba hasta ese momento.  La llamada había sido corta, Yuki pidió escuchar la conversación y Axel no tuvo más remedio que poner el altavoz a la llamada.

Yuki aún tenía en mente las palabras que su hermana había dicho en cuanto el teléfono le dio tono.

"- Axel, ha pasado mucho tiempo.  No pensé que realmente pagarías esa apuesta.  Dios, hombre, pensé que tenías más dignidad, meterte con una menor.  Bueno, ¿Cómo te va?  Mi hermana puede ser un verdadero dolor de cabeza, pero gracias por ayudarme con eso, no sabes que frustrante es casarte con alguien a quien no amas, me salvaste, ya sabes lo que quieras, pídemelo.  Cualquier cosa, extraño hacerlo contigo."

A pesar de que Axel no contesto a ninguno de sus habladurías, tomó la mano de Yuki, apretándola un poco para llamar su atención.  Deseaba hacerle saber a su esposa que él no escucharía lo que decía, pero era demasiado tarde, Yuki tenía grabada en la mente una palabra: "apuesta".  Toda la historia que tenía con Axel estaba basada en una apuesta que había hecho con su hermana; todos sus sentimientos habían sido transformados del odio que le tenía a un sentimiento tan real, que lograba que su corazón se sintiera afligido y cada respiración fuera lo suficientemente dolorosa para dar bocanadas grandes de aire.

Ella había comenzado a enamorarse de Axel con el pasar del tiempo, había logrado cambiar la manera en que lo veía por una expresión de alegría al verlo, había deseado ser tocada como una mujer por parte de Axel.  Ahora comprendía porque él no se atrevía a ir más allá de un beso, porque él siempre la advertía sobre serle infiel; era probable que Axel hubiera estado con su hermana en el pasado, no deseaba saberlo, no deseaba que la imagen del hombre perfecto que tenía de él se desmoronara de esa manera.  Sin  embargo, ese sentimiento de amargura y soledad no podía simplemente irse como el viento, no podía deshacer todo lo que su hermana había hecho y mucho menos podía deshacer los sentimientos que llevaba dentro.

- Yuki... 

Pero Yuki no quiso escucharlo, se sentía vulnerable, sentía que si Axel pronunciaba más de una palabra todo terminaría, conocía su carácter y ella misma se había impuesto ser una buena esposa, de la misma manera que Axel era una persona amable y atenta con ella.  No deseaba que la viera llorando, no esperaba que supiera de las penas que hay en su corazón.

- Oye, responde cuando te hablo, Yuki... - caminó directamente a su habitación, estaba cansada, más que tener hambre, deseaba irse a dormir y en esos momentos no despertar jamás.

- ¡Yuki! - Axel estaba desesperado, por más que intentaba comenzar una charla con Yuki, era imposible si ella seguía huyendo de su cercanía y no deseaba comenzar a discutir de nuevo con aquel chico molesto de la puerta de junto.  

Ya tenía suficientes problemas con arreglar el malentendido con Yuki como para ponerse a discutir con aquel impertinente; su paciencia se estaba acabando y el hecho de que el teléfono seguía sonando con insistencia mostrando el número de Jessica no ayudaba en absoluto.  Harto de las constantes evasiones de Yuki, Axel la tomó por el brazo, su rostro se había deformado en una mueca molesta, su respiración estaba agitada, sentía que si en ese momento Yuki no respondía palabra alguna explotaría en cólera.

- Déjame, me lastimas. - no lo miraba a los ojos, sentía que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, dispuestas a salir si intentaba mirarlo directamente.

- Mírame cuando te estoy hablando, deja de huir.  - con su mano tomó su barbilla, estaba molesto, aquel ataque repentino de Yuki de evasión lo hizo perder lo que le quedaba de paciencia.

Un reemplazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora