En el bar

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Las chicas no estaban satisfechas por lo que le había ocurrido a Yuki, necesitaban destrozarla más, era obvio que era una promiscua, de lo contrario para qué tener un cuerpo así, simplemente era un desperdicio estar de mojigata si poseías el cuerpo que ella tenía; sabían que era capaz de seducir a cualquier hombre, sabían que si ellas poseyeran un cuerpo igual vivirían como reinas del dinero que sacaran de los hombres que sedujeran.

- Maldita sea, si ese entrometido no hubiera aparecido. - comentaba una en la hora del almuerzo, la clase de voleibol playero no fue más que una prueba más de que Yuki las superaba con creces; esta vez iba a ser más difícil tomar represalias, ya que Silvia y Eduardo no se separaban de ella.

- Y ahora será más difícil encontrar el momento adecuado.

- Si tan solo se emborrachara...

- ¿Qué dices? - por alguna extraña razón aquello sonaba como un buen plan.

- Si, si se estuviera ebria sería más fácil que ella sola se encamara con cualquiera.  El bar de anoche tenía muchos hombres dispuestos a pagarnos a nosotras, imaginen si llevamos a esta pechos de vaca. - las chicas se miraron entre sí, era evidente que nada bueno saldría de aquello pero a ellas eso no les importaba, lo que era importante era desquitar su ira contra Yuki.

Silvia y Eduardo habían rentado un cuarto aparte, la reservación las había hecho Axel previniendo algún ataque por parte de sus compañeros, sin embargo, Axel no sabía que sería de las propias chicas que debía salvarla, eso había sido nuevo.  Si las cosas seguían de la misma manera Axel había hecho un segundo plan que esperaba no fuera necesario llevar a cabo.

Se encontraban hablando por teléfono con Axel para decirle  lo que había pasado en los últimos días, a pesar de que apenas habían pasado tres y les quedaban aún cuatro días más, sabía Axel a la perfección que no podían estar al pendiente de Yuki todo el tiempo, tarde o temprano las chicas de su salón encontrarían el momento para encontrarla sola.

- Lo malo es que todos pasan mucho tiempo en los bares cercanos, me temo que algo suceda. - Silvia se despeinaba sus cabellos, era un poco frustrante, Yuki aún tenía confianza en sus compañeras por lo que siempre que alguien la invitaba iba sin preocuparse de que fueran a lastimarla, por suerte hasta el momento ella y Eduardo habían estado cerca para evitar algún accidente.

- Entiendo, y el profesor...

- El no quiere involucrarse mucho ya que antes intentaron acusarlo de algo, así que no se va a meter para evitar problemas.

- Ya veo... Bien estén al pendiente, voy para allá.

Axel tomó el teléfono para avisar al trabajo que estaría fuera un par de días, su padre, el dueño y director de la firma estaba molesto, pero Axel tenía sus razones y en prioridades está era la más importante.

- Hijo, espero que sepas que es más importante, una chiquilla puede ir y venir.

- Papá no es una chiquilla, es mi esposa.

- Lo pondré claro para que entiendas, los señores Mckensy saben lo buen abogado que eres y desean tus servicios para un caso que tienen con la aseguradora, tal parece que uno de sus empleados se ha lastimado a propósito para demandarlos y ahora está pidiendo remuneración de millones, eso llevaría su compañía a la banca rota.  Debes ir de inmediato. - el hombre guardó silencio, sabía que un trabajó como el de los Mckensy era algo sencillo, las cámaras de seguridad sabían quién decía la verdad y quién mentía, también traería renombre a la firma y aumentaría su popularidad con los clientes, sonrió sabiendo la respuesta de su hijo.

- Papá... mándame los detalles. - apretó los puños con fuerza, esperaba que fuera rápido, que los demandantes fueran acaso uno o dos, sin embargo cuando llegaron los papeles a Axel se podía leer nombre tras nombre y seguían apareciendo.

Un reemplazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora