CAPÍTULO 11: "THE SMILING COAST"

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Se volteó para observar a la mujer que no había dejado de hablar durante el trayecto; le pareció extraño que hubiera cesado, pero descubrió que dormía profundamente al lado de su marido, quien respiraba con tranquilidad. Volvió a mirar hacia adelante y sus ojos se encontraron con los de su tío Abu Bacr, su compañero de viaje y hermano menor de su padre. A pesar de haber compartido el trayecto, sus interacciones habían sido escasas. A lo largo de los años en Europa, Abu Bacr no había sido uno de esos tíos que mostraran una gran preocupación por su sobrino. Era alguien con manías increíblemente peculiares y una mente cerrada, hablaba poco, pero cuando lo hacía, revelaba lo sorprendentemente extraño que podía ser. Ñuma logró persuadirlo para que viajara con Ibra, aunque le costó, ya que según él, la actitud europea de Ibra era percibida como una falta de respeto hacia la familia.

- A mí no me mires a los ojos, es una falta de respeto, papá*( Se le llama papa a un sobrino/a que tenga el mismo nombre que tu padre/madre) - Dijo Abu Bacr con voz afónica y una mirada intimidante que obligó a Ibra a volver la vista hacia la ventanilla mientras el avión descendía. "Qué tío más desagradable, colega," pensó Ibra, extrañado por la actitud de su tío..

La multitud en el interior del avión estalló en aplausos al llegar a Banjul, la capital de Gambia, tras casi cinco interminables horas de viaje. Ibra, lleno de nervios, recogió su pequeña mochila mientras observaba a la multitud desembarcar. Ajustándose la mochila, se encaminó hacia la salida, avanzando paso a paso en medio de la efervescencia del reencuentro con la tierra de sus ancestros. Al salir, una intensa ola de calor lo golpeó con fuerza, desorientándolo por unos segundos. Era una sensación de calor seco, como si penetrara su piel bajo el sol de atardecer que brillaba con ferocidad. "Qué calor", pensó mientras seguía a su tío y al resto de personas que se dirigían hacia el autobús que tenían frente a ellos. El autobús los llevó hasta el área de desembarque, donde recogieron sus pertenencias y pasaron por los controles de seguridad. Ibra analizó cada detalle en el aeropuerto: el diseño, la diversidad de personas, la seguridad y las distintas lenguas que escuchaba, algunas de las cuales le resultaban completamente desconocidas. Tímidamente seguía a su tío, quien parecía poseer toda la seguridad del mundo, avanzando de manera decidida sin mirar hacia atrás. Llegaron a la salida del aeropuerto y se detuvieron. El muchacho elevó la mano hasta su frente, frotándola debido al calor que le hacía sudar.

Contempló el paisaje que se extendía ante él: un amplio pasillo lleno de gente que conducía al estacionamiento. A un lado, un autobús esperaba con personas descendiendo y entrando al aeropuerto. Familias se envolvían en abrazos mientras otros se acercaban para ofrecer ayuda con las maletas. No obstante, su tío recomendó que no aceptaran ayuda y continuaran avanzando.

- Tu tío debería estar aquí –Dijo Abu bacr mientras miraba de un lado para otro.

- Ah, vale, los negros no son puntuales ni aquí- murmuró Ibrahim mientras desviaba la vista y volvía a fijarse en el panorama. Observó cómo un joven de su edad pedía desesperadamente a una familia blanca, y después de unos segundos de insistencia, le dieron un billete.

- Te he dicho que hables con respeto, esto no es España, maleducado- Le advirtió de manera agresiva, a la vez que dirigía una mirada amenazadora a su sobrino. El joven observaba con detenimiento todo lo que sucedía a su alrededor, pero optó por no responder. Los pensamientos fluían en su mente, asimilando que ya estaba fuera de su zona de confort. Agarró la maleta que sostenía con el brazo y respiró profundamente. "Este es el lugar del que me hablaba ella, aquí es de donde soy," pensó. Permanecieron parados durante un buen rato mientras la oscuridad se apoderaba del lugar y la gente desaparecía gradualmente. A pesar de las ofertas de varios taxistas para llevarlos, Abu Bacr rechazó cada muestra de servicio. Ibra se preguntó si su tío realmente había tomado el vuelo correcto a Gambia; con la peculiaridad que le caracterizaba, no sería sorprendente que se hubiera equivocado. Decidió encaminarse de nuevo hacia el aeropuerto para indagar seriamente sobre la situación cuando una mujer se cruzó en su camino.

DOS PAÍSES Y UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora