Matt y yo quedamos en el equipo blanco junto con otros chicos de los cuales desconocía el nombre. Caleb y Dylan hacían parte del equipo azul así que esto se haría interesante.

Matt y yo tomamos las posiciones de delanteros mientras que un chico moreno junto con uno castaño se posaron frente a nosotros, el balón estaba en medio de nosotros y mientras esperábamos que el silbato sonara de nuevo divisé cuáles eran sus posiciones y qué posibles jugadas podía hacer, detallé que espacio podíamos usar para acercarnos al arco.

El silbato sonó y Matt atacó al chico de piel morena tomando la delantera, corrí por el lateral derecho sin perder de vista el balón. Theo, el único chico al que le recordaba el nombre, apareció en mi visión mientras con sus pies manejaba el balón, nuestras miradas se encontraron y sólo eso basto para que él tirara el balón en mi dirección.

Lo atajé con mi pie izquierdo luego levanté mi mirada buscando el arco donde un Dylan bastante concentrado vigilaba mis movimientos.

Dylan era un excelente defensa, pero nada comparado a sus ágiles movimientos a la hora de cuidar su línea de meta.

Sin perder más tiempo me aproximé a su guardameta y de reojo pude ver como Matt se acercaba para poder realizar nuestra jugada conjunta.

El castaño apareció en mi visión y le hice el pase esquivando a Caleb luego él devolvió la pelota y sin más tiré directo al arco.

Pero Dylan la atrapó.

Matt gritó con la emoción y frustración mezclándose en su voz.

— ¡Deja de tapar nuestras jugadas! —reprendió al ojiazul.

— ¡Soy el portero, Matt! ¡Y eso es lo que hacen los porteros! —se defendió Dylan.

Negué divertido.

— ¡Buen inicio, señoritas! —aplaudió el entrenador.

Así duramos unos minutos más, tomamos un respiro y luego empezamos con los ejercicios básicos.

Pases aquí y allá, calentamiento de músculos, tiros de esquina y demás.

Mis piernas empezaron a doler así que me detuve, apoyé mis manos en las rodillas y respiré hondo sintiendo como el aire quemaba en mis pulmones y luego relajaba mi cuerpo.

—Anda, White, toma un descanso, lo has hecho bien hoy. —miré al entrenador y a la botella de agua que estaba extendiéndome. Asentí mientras abría la botella.

El tipo era extraño, pero decidí no pensar en él.

Giré sobre mis talones y llevé la botella a mi boca, el líquido se sentía tan refrescante que terminé por cerrar los ojos sintiendo el agua pasar por mi garganta. Sólo deseaba llegar a mi cama y dormir hasta el lunes si era posible.

Me dirigí hacia los vestidores que se encontraban vacíos, pero cuando estaba a punto de entrar me detuve en seco al escuchar murmullos.

Agudicé más mi audición cuando las voces se volvieron un poco más claras.

—Todo está yendo conforme al plan. —habló una chica, se me hizo conocida su voz, sin embargo, no logré identificarla.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —contestó alguien más, ahora la voz de un chico se escuchaba—. No lo arruines.

Se escuchó el sonido de sus labios uniéndose alguno sonidos eran suaves o eran feroces y eso logró incomodarme.

Ambas voces se me hacían conocidas, ¿de quienes se trataba?

Luego hubo un largo silencio lo que me hizo saber que debía irme de ahí antes de que me vieran. Estaba parado en medio del pasillo, a plena vista de cualquiera.

Pequeña promesa © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora