2 Nuevo Gainji

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— ¿Miedo a las alturas, Kiyomi? —Preguntó con burla Kenny.

Kiyomi volteó a verlo encolerizada.

Esa era una pregunta estúpida hasta para Kenny, pues no tenía ni una semana que los dos casi morían asesinados por Tsukuyomi, el dios demente de la Luna y un Oni plateado, todo en el maldito vacío espacial.

—Lo siento, Ken-Chan—respondió Kiyomi—. No es lo que crees. Es sólo que viajar a Estados Unidos, no me da buena pinta. El cielo de este país, me parece distinto, casi como si quisiera asesinarnos...

Kenny había pensado que eran alucinaciones suyas. Un cielo tormentoso que parecía a punto de derribar el jet en el que viajaban en cualquier instante.

— ¿Y el Ame-no-nobuko es...?

Kiyomi gruñó con irritación.

—No sabes nada, Ken-Chan. Pareciera que sólo sirves para asesinar monstruos y derrotar dioses, pero no para saber nada de historia.

—Matar monstruos es mi especialidad.

Kiyomi lo golpeó en el hombro.

—Izanami e Izanagi fueron los dioses creadores de todo Japón. Ellos se encargaron de usar la Ame-no-nobuko para traer al mundo toda la creación, por algo le llamamos "La lanza de la Creación".

— ¿Y en manos equivocadas...?

— ¿Qué se te ocurre que puedan hacer un par de tipos malos con todo el poder de la creación y de los dioses Izanami e Izanagi en sus manos? —Kenny prefirió no responder—. Ken-chan—dijo Kiyomi después de un rato—. ¿Sabes qué es lo que debemos buscar?

Kenny se quedó callado meditando.

Las órdenes de Genkuro-sensei fueron muy ambiguas.

"Viajen a Estados Unidos, recuperen La lanza de la Creación. No mueran. No causen ningún desastre en América si no quieren guerras mundiales. Busquen al samurái con la máscara kabuki de un Lobo Oni. No guerras internacionales. Váyanse ahora."

Kenny no necesitó preguntarlo, hasta el sabía que no existían los Lobos Oni.

Sin embargo Genkuro no respondió ninguna de sus preguntas, ni de Kiyomi. Mucho menos Inari los quiso ver. Nadie respondió nada, lo único que pasó fue que Sato los metió en un jet privado y los mandaron a los veinte minutos del asalto al Templo de Inari.

Kenny divisó la masa continental debajo de ellos, lo que era Estados Unidos. Lo vio con amargura, sabiendo que allí pasó varios años en internados cuando su padre lo abandonó a su merced después de la muerte de su madre. Pero de cierta forma era agradable saber que ya no sería el Gaijin en un país así. Nadie estaría volteando a verlo a todo instante por ser un chico rubio de ojos azules; No, sólo sería un adolescente estadounidense más.

Tomó la mano de Kiyomi para intentar calmar a su mejor amiga.

La chica sonrió nerviosa con los ojos apretados.

Sonó la campanilla que indicaba que estaban a unos minutos del aterrizaje.

Kenny tomó su mochila y metió comida y revisó las armas que Kiyomi había llevado con ella. El chico esperó que Sato también haya solucionado que su sobrina pudiera entrar a Estados Unidos con una katana, estrellas ninjas y demás armas mortales.

Al bajar él sintió un estremecimiento en todo el cuerpo.

Al parecer Kiyomi también lo sintió.

Era una sensación en el aire, que susurraba: "Ustedes no son bienvenidos aquí".

Al pasar por el aeropuerto (y los espantosos papeleos) Kenny estaba a punto de preguntarle a Kiyomi que era lo que se suponía que debían hacer ahora, pero recordó las palabras de Genkuro-sensei: "La búsqueda llegará a ustedes, Kuromori-san".

Un aullido violento irrumpió el aire.

Esa era la búsqueda.

Kiyomi desfundó su katana mientras Kenny se colocaba a su espalda invocando a su Kusanagi del vacío dónde la guardaba. Al instante el par de chicos estaban rodeados por una manada de lobos que les gruñían y parecían a punto de despedazarlos en cuestión de segundos. No hubo muestra de conversación pacífica extranjera, los lobos se lanzaron al ataque.

Kenny concentró su ki haciendo que la tierra se levantara del piso como un escudo gigantesco. Kiyomi rodó sobre la espalda de Kenny y dio una patada de lleno al hocico de uno de los lobos. Eran lobos, definitivamente, pero no Onis. Bueno al menos ya llevaban algo. Kenny y Kiyomi, más que atacar, se defendían a raya de la manda enfurecida.

No importaba cuanto cortaran, los lobos sanaban casi al instante.

Kenny tomó a Kiyomi por la cintura y concentró su ki en una corriente de aire que los llevó hasta el techo del aeropuerto.

—Kiyomi—gritó Kenny con tono de orden— ¡Fuego!

Su amiga asintió e invocó el kanji de fuego en el aire. Kenny con su ki concentrado lanzó una avalancha de viento que hizo que el fuego se alimentara con violencia extrema. Kenny los envolvió en un pequeño tornado de fuego que mantuvo a los lobos a raya. Pero sabía que eso no sería suficiente, sólo había conseguido unos segundos, uno o dos minutos a lo mucho.

—Lobos—dijo agotado Kenny.

— ¿Otro comentario listo, Ken-chan?

— ¿Por qué nos están atacando?

—Yo...

ALIENA escuchó Kenny en su cabeza. Una voz furiosa de mujer ¿Qué hacen aquí, japoneses? ¿Creen que no sabemos que fue Namazu el provocante de los terremotos del verano pasado?

—Kiyomi...

Kenneth Blackwood y Kiyomi Hashirama, sabemos quiénes son. Ustedes trajeron consigo a sus bestias divinas. Tómenlas y lárguense del Imperio de la Nueva Roma.

Del océano de fuego surgió la silueta de una loba, la loba que debía estar hablándoles mentalmente. Y detrás de ella un pequeño grupo de guerreras con traje de combate negro, tomaron a Kenny y a Kiyomi esposándolos.

No son bienvenidos en el Imperio Romano de los Dioses del Olimpo.

—Kiyomi...

—Ken-chan...

— ¿Dijo Dioses del Olimpo? ¿Del OLIMPO?

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La Lanza de la CreaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora