Capítulo 3

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Suelo meterme en problemas, pero claro, solo desde que conocí a mi amiga. Por alguna razón nuestros últimos días de vacaciones o clases solemos cometer alguna locura, una broma o alguna acción vergonzosa, y al parecer, este año Aiden es la mía.

«¿Qué tiene de malo? Después de todo, el año que viene, madurarás, comenzarás la universidad y olvidarás todo lo que ocurrió».

Eso es lo que cruzó por mi cabeza mientras rogaba que nadie abriera la taquilla. Pero por suerte, luego de unos eternos quince minutos todos los muchachos salieron de la habitación.

Suspiro de alivio cuando terminan de cambiarse, sin embargo, cuando que estoy a punto de pedirle a Emily que me saque de mi cautiverio escucho cómo la puerta se abre una vez más.

—Apúrate! —grita una voz masculina desde afuera.

—Ya voy... —murmuran despacio, como si hablara para sí mismo. Con una mueca que parece un adorable puchero, veo a Aiden caminar en dirección de una pequeña mesa que se encuentra en medio de la pieza para tomar una de las tantas llaves que hay para abrir las taquillas.

—No puede ser que tenga tanta mala suerte—digo apenas audible, y golpeo mi frente con la palma de mi mano.

Aceptando mi fin, lo miro mientras él camina hasta donde yo suponía, y coloca la llave en la cerradura.

«No la gires».

Y...
...lo hace.

—¿Pero qué...? —Dejando las palabras flotando en un único y épico momento incómodo, él me observa con la boca abierta.

«Lindos labios... ¡No! ¡Espera! ¡Sí! ¡No se ha dado cuenta de quién soy!
Creo, al menos esa mueca no es de alguien que dice "tú tocaste mi trasero"» .

—Uhm, debería irme—balbuceo soltando una risa forzada, ya que él no se mueve ni dice alguna otra palabra. Desviando la mirada de sus ojos, trato de salir del pequeño armario pero como es de esperarse, mis habilidosas piernas se enredan al no decidirse cuál ir primero, provocando mi tercera caída del día sobre el pobre, y guapo chico.

En un rápido movimiento, él rodea mi cintura con uno de brazos en un intento por evitar todo el desastre que de todas formas acaba por ocurrir.

Yo destruyendo su espacio personal.

Otra vez.

—Perdón... —murmuro sin moverme, dejando mi cabeza apoyada sobre su pecho, el cual sube y baja rápidamente.

¿Qué? Debo aprovechar el momento.

«Al menos estamos frente a frente».

Curiosa, levanto la mirada, notando lo extremadamente cerca que estamos cuando mi nariz roza contra su suave barbilla.

«Hasta podría besarlo... ¡Detente!».

Escuchando a mi conciencia, me aparto. No me paro, pero al menos me recuesto a su lado.

—Uhm...yo... — Se queja Aiden, interrumpiendo mis pensamientos. Sin pestañear siquiera lo observo mientras se levanta despacio para después tenderme su mano.

Insegura, y entendiendo que sería demasiado raro si me quedo acostada, la tomo—¿Qué? —pregunto a la defensiva en cuanto estamos frente a frente, al ver que se me ha quedado mirando interrogativo.

Había pasado por miles de momentos incómodos, como la vez en que me declaré a un muchacho y este era gay o como cuando una vez anoté en el pizarrón, el nombre de un famoso que me gustaba y el mío en un corazón, olvidando que así se llamaba el viejo profesor de matemática, el cual me agarró en medio del dibujo.

Pero esto se siente de alguna manera, peor.

—Yo...me llamo Aiden—dice en voz baja con algo de confusión, mientras muerde sus labios, y rasca la parte trasera de su cuello con algo de nerviosismo, dejando muy en claro que no sabe qué se supone que debe decir.

Como una completa idiota, admiro por unos segundos el sonrojo que acaba de subir por sus pálidas mejillas, y luego respondo—Lindo nombre...

«¿¡Qué!?
¡Agh!»

—¿P-perdón-n? —tartamuda avergonzado.

—¡Q-québuennombre-e!—Improviso estupendamente pero Aiden frunce el ceño sin entenderme—En serio, me gustaría que mi hermanito se llamara así, pero se llama Max...por suerte no eres mi hermano, eso sería raro ya que yo... —Casi. Lo. Dije. Mierda—Como sea, debería irme, adiós—Levantando la mano en modo de saludo, camino en dirección de la salida.

—Espera... —Me llama cuando doy un paso fuera de la habitación. Aun dándole la espalda, susurro un "¿Si?", rogando porque no pregunte quién soy, ya que hasta el momento sólo he quedado como la "Psicópata del armario" , y no como "La toca traseros".

—¿Q-qué hacías aquí?

—Escondiéndome—Sin darle ningún tipo de dato más, me marcho.

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Tímido | 02 | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora