Capítulo 12

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Una extraña sensación aflora nuevamente desde mi interior, aquello que sentí esa noche cuando dijo que le gustaba vuele a mí, y no sé qué pensar, como siempre. Es como si la dignidad y el sentido común, los que evitan que me deje llevar, se esfumaran. El hormigueo detrás de mi nuca me hace temblar pero me doy cuenta que también estoy muy nerviosa.

Y en ese momento recuerdo lo que Emily me dijo:

"Es lindo y educado, no tiene nada de malo y tal vez, si dejas de pensar en que ya pronto iremos a la universidad, podrías tener un recuerdo más y no arrepentirte...Tal vez sea un simple amorío."

«Un simple amorío».

Cuando termine este año me olvidaré de todo, no habrá nada que me encadene ni nadie pero mientras tanto, me permitiré sentir lo que yo quiero.

Y quiero a Aiden.

Él será mi última locura.

Reuniendo coraje me obligo a responder. Mis ojos se posan en los suyos, y puedo jurar en este instante que su color es lo más hermoso que he visto alguna vez.

Suelto el aire en mis pulmones antes de responder, manejada por una rara seguridad ya que al fin tomé una decisión —Tienes razón—admito, apenas audible, pero lo suficiente para que él me escuche—¿Qué se supone que hagamos entonces?

—Tal vez...

—¡Ey! ¡Llegué! —Una voz conocida interrumpe nuestra conversación, y ambos nos alejamos al instante, procuramos hacerlo con la mayor normalidad posible antes de detener nuestra atención en Emily y los chicos.

—Hola—Un pequeño coro parece sonar en cuanto todos la saludamos al mismo tiempo mientras que mi amiga se sienta.

—Rompiste el momento, niña—bufa Owen sin ningún cuidado en su tono.

Al no comprender sus palabras, Emily lo mira ceñuda, y frunce los labios.
Definitivamente mi amiga es la persona más dulce y animada que alguien puede conocer, sin embargo, un comentario de mal gusto puede transformarla en alguien irreconocible.

—¿Pero por qué me hablas así, mocoso? —Se queja ofendida y como está sentada a su lado, debido que Matthew nuevamente cedió un poco de su lugar, picotea sin algún tipo de vergüenza su pecho.

—¿Mocoso? Idiota. Si tuvieras dos dedos de frente, te hubieras dado cuenta que estos dos...-nos apunta, acusatoriamente—...Se estaban declarando.

«Ay, Dios, ¿por qué me haces esto?».

—¿Qué?

—Hasta los grabé—dice Eric alzando su celular, provocando que todas las miradas caigan en él. asta el momento no había hablado. Se mantenía en silencio.

La mayoría del tiempo pareciera que lo hace, y a pesar de que nunca hablamos, me ha saludado las pocas veces que chocamos, no es como si me molestara pero se me hace extraño y estoy segura de que si no supiera que Aiden es su amigo, me orinaría encima—¿Qué? También hago bromas, como sea, me voy— Rueda los ojos exhausto, y se alza sobre su lugar, ¿Matthew? ¿Vamos?

—¡Por supuesto! —Parándose, hace el ademán de tomar su bandeja pero Eric lo evita con un fuerte "no"—Pero, pero, mi comida... —Con un puchero lo observa triste por varios segundos hasta que su amigo finalmente acepta, no sin antes, soltar exagerados suspiros.

Así, minutos después, quedamos cuatro en la mesa.

Sin embargo, el silencio no perdura ya que Owen y Emily comienzan a discutir una vez más, olvidándonos.

Luego de varios mordiscos a mi hamburguesa e intercambios de escasas frases con Aiden, nos mantenemos básicamente entretenidos por nuestros dos amigos peleadores.

Es extraño y sin importar el lugar o que estamos comiendo de todas formas se siente íntimo porque solo nos separan unos veinte centímetros de distancia.

—¿Te parece bien si terminamos de almorzar afuera? —susurra Aiden. Hay un poco de duda e inseguridad en la pregunta, pero noto que se relaja al instante en que asiento en acuerdo.

Ambos tomamos nuestras cosas y nos alejamos, como suponemos, ninguno de nuestros conocidos se da cuenta, y solo cuando estamos fuera, me relajo un poco.

El cielo está bastante nublado pero por suerte hay un poco de brisa algo cálida. No hay nadie afuera más que unas pocas personas sentadas a lo lejos sobre los bancos de madera.

Junto con Aiden nos encaminamos en la dirección opuesta, bajo uno de los árboles. Uno frente al otro.

Lo miro un momento, lo admiro a él. Distante a mi análisis, agarra una rodaja de manzana y la lleva a su boca, después, sin evitarlo, admiro sus finos labios, y todo su rostro. A pesar de ser más joven, no lo demuestra tal vez sí al comienzo con la extrema timidez, cuando apenas nos conocimos, pero ahora no, incluso parece de mi edad.

La manera en que se comporta, y habla, me tranquiliza.

—No estoy segura si quieres ... —digo, jugando con el sorbete de mi jugo.

—¿Qué quieres que hagamos entonces?

Su pregunta me toma un poco imprevista pero respondo con sinceridad.

—Sé que puede ser extraño todo lo que dije, y lo que está pasando pero yo, me gustaría conocerte más—«Al fin lo dices»—¿Pasar tiempo...?

La mano que repentinamente envuelve la mía hace que detenga el pequeño tic que utilizo para no mirar sus ojos. La calidez de su toque, genera una dulce satisfacción—¿Por qué yo, Alice?

«Eso mismo pregunto, ¿por qué?».

—¿Por qué yo, Aiden?

Una suave risa se escapa de sus labios, aquel sonrojo que por alguna razón me gusta tanto, se eleva en su rostro—Bien, tendremos tiempo para responder eso. Pero cuando sea el momento, ambos lo diremos con seguridad.

Tímido | 02 | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora