Capítulo 1

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—Todos nos odian—le comento a Emily, sin ocultar una sonrisa burlona.

Emily es mi mejor amiga. Morena, castaña, y grandes ojos verdes son las primeras cosas que ven las personas, y como yo también estoy constituida con esas simples características, piensan que somos hermanas.

—¿Y? No es nuestra culpa que seamos más inteligentes que ellos—miente tan divertida como yo.

¿Les doy un consejo? Cuando les falten poco más de cuatro meses para acabar su último año escolar, usen su cerebro, y adelanten varios trabajos e incluso un par de exámenes, para no estar nerviosos, y apresurados como la mayoría. Y tal vez de esa manera, tengan la suerte de que sus profesores los dejen salir de clases, y quedarse acostados bajo algún árbol, en el patio del instituto, como estamos a punto de hacer nosotras.

—Tienes razón—respondo mientras tomo mi bolso y lo pongo debajo de mi cabeza, como una almohada, ignorando por completo a los pocos estudiantes que entrenan a los lejos.
Suelto un suspiro satisfecha, ya que debido a mi acción estoy más que dispuesta a tomar una siesta, pero en cuanto cierro los ojos, la imagen del chico de esta mañana llega a mi mente.

—¿Alice?

—¿Mmm?

Un golpeteo de un dedo índice en mi frente me obliga a abrir uno de mis ojos—Éstas sonriendo como una loca-psicópata, ¿qué te ocurre?

«¿Vi un chico súper guapo y no puedo dejar de pensar y en él?».

—Hoy vi a un chico—admito con una sonrisa. Avergonzada, tiro del gorro de lana que llevo, y cubro todo mi rostro, seguramente sonrojado a pesar del frío.

Siento que Emiliy se recuesta a mi lado antes de hablar—¡Uh! ¿¡Cómo era!? —indaga, empujando mi hombro con el suyo.

Definitivamente era muy pálido, y tenía el cabello oscuro, peinado para el costado. Según lo que alcancé a ver, llevaba una sudadera gris con una gran capucha, la cual tenía puesta. Y como iba mirando por la ventanilla, pude notar que por alguna razón, sonreía.

—Una hermosa sonrisa—aclaro, sentándome nuevamente— ¡Tengo tanto amor para dar ¡Pero lo reparto tan mal! —gruño con falso enojo.

—¿Sabes? ¡Tienes razón! ¡Tienes mucha razón! ¡Haré lo posible para encontrarlo! ¡Lo prometo! ¡Seguro que estudia aquí! —grita, entrando en su modo automático de locura. Sin decir otra palabra, se levanta de su lugar, y comienza a mirar en todas direcciones—¡Alice está enamorada ti, chico con linda sonrisa! ¡Así que aparece, maldito! ¡Ey, ustedes! —dice de forma abrupta, llamando la atención de un grupo de chicos que ambas estábamos ignorando cuando pasaban al frente de nosotras corriendo. Ellos paran un segundo al escucharla, confundidos—¿Alguno de ustedes pasó por una casa blanca, enamorando a mi amiga en el camino? —dice descaradamente, pero antes de que pueda avergonzarme más, me paro, y tiro de ella, arrastrándola adentro.

—¿¡Estás mal de la cabeza!?¿¡Cómo se te ocurre hacer eso!? —La regaño después de comprobar que nadie se encuentra en los pasillos.

—¡Actuar, tonta! ¡Siempre que te gusta alguien nunca haces nada! ¡Sólo te doy un empujoncito! ¡Encontraré a tú chico! —dice, bueno, en realidad, grita, y da saltitos en cada frase—¡Sin embargo, lo siento por lo anterior! —Sin esperar a que acepte su disculpa, me da la espalda, y se aleja corriendo hasta desaparecer.

—Debía saber que ocurriría eso, hace mucho que no entra en su estado de demencia total—murmuro, y sin más qué hacer, me dirijo al segundo mejor lugar para dormir. La biblioteca—¿Pero qué? —digo confundida y curiosa al escuchar música, en cuanto doy un paso dentro de la habitación. Recorro cada sector con sumo cuidado, ya que a primera vista no se ve nadie.

Unos minutos más tarde, con una estantería de por medio que me proteje, encuentro al dueño de la música.

« ¡El chico de linda sonrisa!»

Llevando mis manos a mis labios, lo observo con asombro.

Está sentado en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el estante. La capucha que cubría gran parte de su rostro cuando lo vi por primera vez, ya no está, permitiéndome tener una mejor vista de él.

Ojos oscuros, es lo primero que noto, los cuales se mantienen fijos en algún punto de la habitación, nariz respingada, y unos labios rosados, y finos...

—Tan bonito... —suelto, pensando que mis manos amortiguarán el sonido de mi voz.

¡Y vaya que me equivoco...!

Paralizada, lo observo fruncir el ceño, y apagar la música de su celular, obviamente al oír algo.

—¿Hola? —murmura confundida la voz más suave, y dulce que he escuchado alguna vez.

En un intento por controlar mis emociones, para no saltar sobre él, corro.
Dejando que mis pisadas resuenen libremente, trato de esconderme.

—¿¡Por qué me sigue!? ¿¡Por qué demonios me sigue!? —murmuro asustada al escuchar sus pasos, segundos después de empezar mi mini-carrera. Sin detenerme, miro hacia atrás pero no está.

¿Qué demonios le ocurre? ¿Un paranoico?

—¿Pero dónde se...? —Vuelvo mi vista al frente, pero antes de darme cuenta choco contra la espalda de alguien, haciéndonos perder el equilibrio, y caer al suelo.

Un pequeño quejido sale de la persona que ahora se encuentra debajo de mí y me mortifico al notar quién es.

—Lo siento, lo siento... —susurro avergonzada, mientras que frenéticamente guío mis manos a sus costados, y me impulso hacia arriba.

A pesar de eso, cuando al fin estoy parada, él empieza a moverse aun estando yo entre sus piernas, por lo que me veo inclinándome hacia delante una vez más.

Como acto de reflejo, alzo mis brazos y cierro los ojos.

—¿P-podríasquitartusm-manos? —tartamudea, con nerviosismo.

«¿Cómo puede ser tan linda su voz...? Espera...¿quitar mis manos? ¿Pero qué...?».

Volviendo a la realidad, abro mis ojos de par en par, y sigo el camino de mis manos, deteniéndome en...

«¿¡Su trasero!? ¡Demonios! ¡Demonios!».

Esta vez, sin poder evitarlo, suelto un agudo chillido digno de un ratón dando a luz y escapo.

«Eres la reina de las buenas impresiones, Alice».

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Tímido | 02 | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora