Capítulo sesenta y nueve «fuerza»

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«♪»

Hablé con mi papá. Dice que tiene unos contactos que nos pueden ayudar a conseguir un juicio alterno, uno sin que ella se entere.

Pregunté con mis profesores qué sería lo mejor...

¿Les dijiste de JiMin?

Les dije que era un caso que vi en la televisión.

Oh, está bien.

Bueno... ellos me dijeron que lo más loable es que tu papá se haga cargo, SeokJin.

Sí, eso pienso, pienso ayudarlo con las pruebas y demás... sin embargo planeo que él sea quien demande.

Esto abrirá viejas heridas ¿no?

Inevitablemente, NamJoon.

Ambos chicos hablaban mientras veían algunos papeles intercalados entre leyes y derechos intercalados con las tesis de los dos menores en la mesa. Un café se mostraba en la misma y un cenicero traslúcido. NamJoon soltó un suspiro y miró a YoonGi, quien sólo había escuchado la plática para bajar la mirada a los papeles.

Deberías ir a tu casa.

No... —YoonGi negó restregándose los ojos con las palmas de las manos.

Mi hermano está bien... —SeokJin afirmó— buscaremos la forma de... regresarlo... de que sea libre. —Acomodó los papeles.

YoonGi asintió inhalando un poco más del tabaco leyendo los papeles de nueva cuenta, a él no le importaba nada de ello, él quería ir a cualquier estación de policías y mencionar que su novio había sido raptado. Claro que eso abriría una investigación, el problema es que la zona en donde se lleva a cabo no está libre de las conexiones de aquella mujer. Todo eso le enfermaba. Sólo era el primer día lejos del menor, el primero alejado de su vida. Pero se sentía horrible, SeokJin prometía que estaba bien, sin embargo conocía muy bien a su joven pareja para asegurar que quizás estaría llorando porque —irónicamente— odiaba sus ojos hinchados después de llorar, o seguramente estaría quejándose por su nariz rojiza... eso podía con sus pensamientos, pues la imagen del menor gritando su nombre, golpeando las ventanillas, con el cabello revuelto, el cuello lastimado y los ojos temblorosos, no lo había abandonado un solo segundo.

Será mejor que le hagas caso a NamJoon, ve a dormir. —SeokJin reiteró mirando sus ojos tristes.

Estoy bien.

Por favor.

YoonGi miró a ambos y asintió derrotado, realmente no podía concentrarse, toda la mañana estuvo pensando qué podría hacer, ni siquiera había pensado en su tesis y sus amigos le decían que ellos —NamJoon y SeokJin— se harían cargo, así él podría descansar, pero eso último era lo que podía hacer con todos los sentimientos que se atoraban en su garganta. Muchas veces había repasado esos meses, había rebobinado poco a poco, como una cinta vieja y grande —de aquellas que seguramente sus padres aún tenían—, casi podía escuchar la cinta girándose, mostrando cada una de las sonrisas que el menor regaló, loa abrazos, los besos, las caricias, las miradas llenas de ilusión o coquetas, las manos rozándose bajo la mesa, la risa disimulada en su oído cuando lo abrazaba con fuerza, sus labios rosados rozando su mejilla, sus cortos dedos explorando su cabello. El primer mes, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto y el triste sexto... las cosas que miraron juntos, las cosas que él había prometido en silencio. Pues detrás de su librero, justo en la parte más alta había una caja metálica de galletas, una vieja con toques gastados, aquella que había sido heredada de parte de su abuela, estaba llena de billetes, y unas cuantas monedas. Estaba haciendo un pequeño guardado para, cuando cumplieran el primer aniversario, ocuparan el dinero en ir a una playa, no cualquiera donde los niños molestos y gritones corretean sus pelotas y los hombres exponen su cuerpo ante el sol. Sino una playa más tranquila, una no tan caliente, pues sabía que JiMin odiaba sudar, sin embargo lo que ansiaba con todo el corazón era llevarlo a conocer el mar. Sin embargo, ante las nuevas circunstancias prometió ocupar ese dinero para ayudar a pagar al futuro abogado, aunque estaba seguro de que el padre de JiMin se ofrecería a correr con los gastos, no quería que fuera así.

guardian angel ›› ymWhere stories live. Discover now