Uno

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Me acomodé mejor, porque después de liar cinco cigarrillos en el suelo y sin cambiar de postura comenzaba a dolerme el trasero. Me removí de manera que no se me viera nada a pesar de llevar una falda de vuelo negra y tener las piernas cruzadas al estilo indio.

Utilicé el índice y el pulgar para enrollar el tabaco en el fino papel y después pasé la lengua por la línea de pegamento, dando un último doblez hasta, finalmente, pegarlo a la otra parte y dejarlo perfectamente hecho.

Había quedado de miedo. Como si lo hubiera hecho una máquina.

Yoongi estaba acuclillado a mi lado, con los brazos apoyados en las rodillas, inclinado hacia delante, pendiente de cómo retiraba el sobrante del tabaco en hebras, echándolo de nuevo al paquete enrollable que estaba entre mis piernas.

- Ten. – Se lo extendí.

Porque no era para mí, yo no fumaba. No solía hacerlo al menos, quizás solo en alguna fiesta cuando había bebido demasiado. Pero mis amigos sí lo hacían y yo había aprendido a liar cigarrillos porque eran más baratos que los industriales. Y cómo siempre estábamos juntos ellos compraban el tabaco e, inmediatamente, me lo daban a mí porque era la encargada de hacerles los cigarrillos.

- Gracias, Namgi.

Yoongi se llevó el cigarrillo a los labios, buscando un mechero en algún bolsillo de su pantalón vaquero, encontrándolo finalmente en la chaqueta de cuero. La llama soltó un chasquido al prenderse, quemando el papel del cigarro y finalmente el tabaco. Dejando que Yoongi aspirara el humo y lo dejara salir con tranquilidad.

Mis ojos se quedaron clavados en sus labios, que envolvían la boquilla del cigarrillo que daba envidia. El humo también era afortunado de escaparse por aquella boca, despacio, envolviéndole en un halo de humo que parecía mayor en mi perspectiva y con la luz de la farola.

Con un parpadeo subí los ojos, encontrándome directamente con los suyos. Negros, de pestañas pequeñas y alargados, clavados en mí. Una de sus cejas se alzó con sorna, arrugándole la frente cubierta por el pelo teñido. Y carraspeé, apartando la mirada con rapidez hacia el resto detrás de mí.

- ¿Alguien más quiere un cigarrillo? – pregunté, evitando mirarle mientras Yoongi, divertido, soltaba aire por la nariz, impulsándose hacia arriba, alejándose tras desprender una bocanada más de humo.

Hundí los hombros, regañándome a mí misma interiormente por haberme quedado embobada. Como si no él lo tuviera bastante claro ya... Chasqueé la lengua, observando de reojo como se movía hacia donde Jimin y Hoseok estaban con el mural de pared. Una farola parpadeó a lo lejos, amenazando con dejar el lugar más a oscuras aun.

- ¿Namnam? – pregunté, mirándolo. Él alejó los ojos del spray y de la persiana metálica.

- ¿Qué? – Señalé el paquete, la bolsa de boquillas y el cartón lleno de papel de fumar que tenía entre las piernas. Namjoon sacudió la cabeza. – Ah. No, gracias Gigi.

- ¿Seokjin?

- Estoy bien, Namgi. – contestó, sin girarse para mirarme.

Di un último vistazo a todos los demás, que ya tenían su cigarrillo y cerré el paquete, dando por terminada la jornada laboral. Lo guardé todo en el bolso negro de flecos que llevaba colgado a la bandolera y me levanté, sacudiéndome la falda por detrás y las piernas, cubiertas por las medias de rejilla.

Los contemplé a los siete por detrás durante un momento. Distraídos, riéndose y divirtiéndose mientras sacudían los botes de spray y llenaban de color las paredes y la persiana de metal de aquel local con paredes blancas. Solo habíamos necesitado dos horas para prepararnos y dos más para que anocheciera y las calles quedaran vacías.

Quizás debería de sentirme un poco incómoda por ser ahora la única chica de estado fijo en el grupo pero no era así. Me sentía cómoda, al menos la mayoría del tiempo. Y por ahora todo iba genial.

- Namgi. – Miré a Taehyung, acercándome tranquilamente a él y a mi hermano frente a la persiana de metal en la que ahora había repartidos toda clase de colores. – ¿Cómo crees que me está quedando? – preguntó, sonriendo, agitando el spray, con el cuerpo girado hacia la persiana pero la cabeza vuelta hacia mí, le sentaba muy bien tener el pelo revuelto. – Estoy dibujando a tu hermano. – Namjoon alejó lo ojos de lo que hacía para mirar la parte de Taehyung.

- Eres idiota – bufó.

Me reí, colocándome entre ambos, mirando el dibujo extraño y deforme que Taehyung pretendía hacer que se pareciera a Namjoon. Observé un par de trazos más antes de decir algo.

- Se te da mejor colorear.

Namjoon se rió y Taehyung arrugó la nariz, dándome un gruñido que después transformó en sonrisa, empezando a rellenar huecos de color verde brillante, manchándose las manos de pintura, hizo un amago de limpiarlas en sus vaqueros pero se lo pensó mejor y no lo hizo. Sus enormes ojos de gato, casi cubiertos por el flequillo aclarado, se clavaron en mí y entreabrió los labios, dejando escapar el aire.

- ¿Tienes un pañuelo?

El sonido alto y estridente de una sirena de policía se comió mi respuesta.

Las luces rojas y azules iluminaron la cara de Taehyung que inmediatamente, y durante unos segundos, dejó que sus labios se curvaran hacia abajo y sus cejas se fruncieran. Giró el rostro, dándome la espalda, volviéndose hacia el coche de policía que teníamos casi encima y que había salido de la nada.


proximamente en los mejores cines...

Hana, dul, set - Kim Taehyung, Min YoongiWhere stories live. Discover now