Doce

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Bienvenidas al capítulo más largo de la historia, espero que no se os haga muy pesado y traigáis palomitas.

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Yoongi me estaba mirando, desde su sitio en el sofá, frente a mí, observándome desde arriba mientras yo me removía sobre el colchón con las piernas cruzadas, al lado de Jungkook, que hablaba sin parar sobre el entrenamiento de ayer. Taehyung también me miraba, desde una silla vieja, a un lado, sentado entre Jin y Namjoon, con la rodilla derecha atrapada en un movimiento repetitivo, de arriba y abajo. No entendía por qué era él el que estaba nervioso, si era yo la que estaba viendo a Yoongi con otra.

Me humedecí los labios con la lengua, moviendo con lentitud mis ojos hacia Jayoung, sentada en el sofá a su lado. Ella no me miraba, pero sus ojos volaban por todas partes, como si nunca hubiera visto unos sofás alrededor de una pequeña hoguera junto a una cabaña, como si nunca hubiera visto a unos chicos alrededor del fuego como vagabundos.

Ugh. Qué clasista había sonado eso.

— ¿No os apetece hacer nada hoy? — Moví los ojos hacia Jimin, quizás con la misma velocidad con la que lo habíamos hecho todos, o quizás algo más rápido, porque necesitaba una distracción. Él sonrió, estirando las mejillas, inclinándose hacia delante, soltando la lata de cerveza en el suelo, el pelo le cayó hacia los ojos y siguió sonriendo mientras lo apartaba con la mano. 

Jimin y sus ideas de bombero.

— ¿Qué se te ha ocurrido? — Jungkook se removió, girando su cuerpo hacia él, golpeándome con la rodilla en el muslo en el proceso, y le devolví el golpe en el brazo después de un "ay"—. ¡Si no ha sido fuerte! Te quejas por todo.

— Cállate.

— Hay una casa vacía cerca del piso donde J-hope compra la maría.

— Tío, que ese sitio es secreto —bufó Hoseok, incorporándose un poco en el sofá, ocupando el tercer lugar de los que había, mirando de reojo a Jayoung, sentada en medio. Jimin no le hizo ni caso.

— Hay una ventana que no está tapiada, podemos entrar y pintar un poco. — Pues no era mala idea.

— Las casas vacías me encanta —sonreí—. Yo me apunto.

— Y yo —contestó Taehyung, inclinándose hacia delante, apoyando los codos en sus rodillas.

— Podemos llevarnos las cervezas ¿no?

***

Me quedé cerca de Taehyung tal y como Jayoung se quedó cerca de Yoongi. 

Entrar a la casa fue lo más difícil, porque tanto Jayoung como yo llevábamos falda y la ventana no tapiada estaba más alta de lo que Jimin había dejado caer. Así que las dos nos colamos dentro al mismo tiempo, juntas, ayudándonos la una a la otra, y prácticamente se nos vio absolutamente todo. 

Namnam le dio un puñetazo en el brazo a Jungkook cuando hizo un comentario a gritos sobre que las dos llevábamos la lencería a conjunto.

Jayoung tenía las manos suaves y no se quejó ni una sola vez sobre lo que estábamos haciendo. A pesar de su diadema recogiéndole el pelo, su cara de niña buena y su bolso blanco parecía saber qué era divertirse. Odié no encontrar cosas por las que me pudiera caer mal.

No había nadie en la casa, aunque en las vecinas podían verse las luces encendidas a través de las ventanas. Sin rastro de muebles y con el suelo lleno de polvo nos dividimos las paredes de la habitación en la que habíamos entrado y comenzamos a pintar, algunos en serio y otros no. Yo me dediqué a intentar destrozar con mi spray cada trazo de color que Taehyung intentaba hacer bien.

Hana, dul, set - Kim Taehyung, Min YoongiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt