Capítulo 40

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La batalla final.

Era martes y fue su último control antes de la cesárea, había quedado definida en once días a partir de ese entonces a las 12:15, tenía que internarse a las nueve de la mañana, en ayunas.

Parrish estaba en la mansión atendiendo asuntos con Deaton y los demás. Así que Stiles se había ofrecido en acompañar a Lydia, y todos contentos. El control fue perfecto, vio su carita y le pareció preciosa, nunca antes la había visto tan linda. Pesaba 3.050 gramos y medía 49 centímetros. La pelirroja había subido 7 kilos y medio en todo el embarazo y su presión seguía bien.

- ¡Ja! - soltó la pelirroja mientras iban en el jeep. - Cállate que tu naciste gracias a una farmacia cerrada. - el castaño abrió la boca con indignación pero queriendo reír. - No soy fea, querido. -

- No, no eres fea. Solo... eres incómoda de mirar. - devolvió riendo entre dientes.

Lydia rodó los ojos y se acomodó el cabello detrás de la oreja. - Eres la prueba de que Dios realmente tiene sentido del humor. - retomó el insulto.

- Di lo que quieras, preciosa... Porque para mí eres como la P en la palabra psicología. Nadie sabe porqué esta ahí y a nadie le importa. - replicó sonriendo sin apartar la vista del camino.

La chica aplaudió burlona. - Te tendrían que dar dos medallas, Stiles. Una por retrasado y otra por si la pierdes. - debatió chequeando los dedos creída.

- ¿Es todo lo que tienes? - inquirió sonriendo socarrón.

- Tengo otro... - contestó ella sonriendo. - Hay días tontos y tontos como tú todos los días. O... Si los tontos volaban, tú no tocabas en suelo en la vida. - terminó quitándole la lengua.

El castaño aparcó la camioneta pero antes de salir... - Las fotos en las que sales tienen miedo a revelarse. - insultó haciéndola enojar.

Lo cierto era que no sabían en que momento empezaron a bromear con insultos. Tal vez simplemente Lydia decidió desahogar su estrés por el embarazo o porque Stiles empezó diciendo: ¡Dios! Dame paciencia porque si me das fuerza la mato. Pero bueno, así se trataban normalmente. Pero se querían de todos modos.

En cuento se acercaron a la mansión, la pelirroja le golpeó suavemente con el codo en el brazo a Stiles para llamar su atención antes de apuntar hacia un impecable Impala 1967 de matricula CNK 80Q3.

- ¡Oh, por dios! ¿De quién es esa maquina? - preguntó el castaño acercándose impresionado al vehículo. Vaya que era viejo pero estaba muy cuidado. Recién lavado. - Deben ser de los cazadores del que hablaron los chicos. - dijo e ingresaron a la casa.

- ¿Dónde estarán? - indagó la pelirroja al notar que no estaban en la sala.

- Creo que en el estudio. Oigo a Deaton. - avisó el castaño y subieron las escaleras para ir al estudio de Derek donde casi no entraban.

Estaban dialogando. Stiles uso su olfato y al primero que sintió fue a su Derek. Luego el de su manada y por último el aroma de algunos que no conocían. Vieron la puerta abierta y entraron.

En la habitación estaban, Deaton, Parrish, Derek y Scott con otros tres sujetos.

- Volvimos. - musitó nervioso moviendo las manos a modo de saludos.

- Bienvenidos. - saludó el veterinario.

Entonces Stiles se acercó al joven más alto. Era un castaño con cabello un tanto largo, ojos verdosos grisáceos oscuros, piel blanca. Realmente le sobrepasaba por mucho. Tenía vaqueros oscuros y una chamarra de mezclilla beige cerrada. Era delgado y medía cerca de los 1,95. - Hola. - saludó el hombre lobo pasándole la mano.

Beat of my heart | Sterek |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora