Cap 26. No cargues peso sobre tu espalda.

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Severus Snape inclinó la cabeza, sumiso ante su "amo". El hijo de puta no cabía en sí, lleno de gozo. El muy cabrón estaba contento, aquella noche había muerto Dumbledore, el único mago que él consideraba una amenaza para sus planes. El temible profesor de pociones intentaba guardar la compostura, sabía que aquel psicópata se estaba regodeando en sus recuerdos, le sentía dentro de su cabeza y aquello le repugnaba. Debía cerrar su mente, debía ocultar todo lo demás... sus planes con el director, cómo pensaba ayudar a Potter... y a Hermione. Debía ocultar a toda costa su amor por ella a aquel maldito monstruo.

Y pensar que aquella noche había planeado no levantarse de la cama... ¿Cómo habían podido llevarle las circunstancias a su situación?

Severus aguantó el tipo durante toda aquella maldita reunión, refugiándose en aquella máscara de impasibilidad y frialdad que tantos años llevaba tejiendo y construyendo. Cuando aquel ser, porque aquel despojo no era un hombre, satisfizo su sed de sangre, les permitió ir a descansar.

El cuartel general de los mortífagos estaba asentado momentáneamente en un gran caserón muggle. Los dueños habían sido asesinados por nagini y habían acampado en su interior a sus anchas. Severus se dirigió apresuradamente a su habitación, necesitaba un poco de intimidad, un poco de evasión. Caminó pesadamente por el estrecho pasillo, hasta llegar a la puerta del cuarto que él ocupaba. Bellatrix le esperaba en la puerta, mientras jugaba con un pliegue de su ropa y sonreía maléficamente.

Snape se paró de golpe.

-Vaya, vaya.- dijo Bella acercándose demasiado a Severus- Mira quien tenemos aquí... al héroe de turno.

Snape retrocedió un par de pasos, su espalda chocó contra la pared. Bella aprovechó para acorralarle allí, en el estrecho pasillo, pegando su cuerpo al de Severus apoyando las manos contra la pared, como si enjaulara al profesor con su cuerpo. Snape la miró con asco, sin molestarse a disimular.

-Nunca pensé que tuvieras agallas para hacerlo... Me hubiera gustado estar allí y ver al viejo volando por los aires en pedacitos.

Snape no dijo nada, guardándose el sentimiento de repulsión por la mortífaga. Sólo le aguantó la mirada con desafío. Bella acercó el rostro al de Severus. Casi sus labios se rozan, hasta que los desvió y lamió con la lengua la herida de la mejilla de Severus, que aún la tenía llena de sangre reseca.

-El olor de la sangre me pone cachonda.- le susurró insinuante.

-Eso es porque eres una perra.- dijo secamente Severus mientras la empujaba. La mujer se reía, le pasó unos de sus afilados dedos con sus largas uñas por la herida y se lo llevó a la boca, con un gesto obsceno.

-Severus, eres un témpano de hielo... Si quieres esta noche pásate por mi dormitorio, mi marido está fuera... aunque quizás sea más de tu gusto mi marido... o Lucius ¿no Severus?

-Vete a la mierda Bella. Preferiría acostarme con un centauro antes que contigo.- Se deslizó al interior de su cuarto, dándole con la puerta en las narices. Severus sacó rápidamente su varita hechizando la puerta, para que nadie pudiera entrar y ya de paso, insonorizó la habitación con magia. Ya ningún ruido del exterior se colaba por aquellas paredes, ni salía fuera...

Snape corrió a un pequeño cuarto de baño que tenía a su disposición y vomitó. Sintió como todos los nervios acumulados de aquella noche, se le habían ido irremediablemente al estómago, explotando allí. Una nueva arcada le vino a la garganta y volvió a inclinarse, para seguir vomitando.

Cuando ya sintió que no podía más, se incorporó y se lavó la cara en el lavabo. El agua estaba muy fría, sintió como si le abofetearan el rostro. Se miró en el espejo, despreciándose. La herida que le había hecho Hermione apenas unas horas, surcaba su mejilla, desde la parte inferior del ojo izquierdo hasta el labio, aún fresca. Sacó del bolsillo de su levita un poco de poción para las heridas que siempre llevaba encima. Volvió a mirar su reflejo en el espejo, llevándose la punta de los dedos a la mejilla, recordó sus ojos llenos de rabia, de dolor, de repulsión... No le había dejado que se explicara, pero lo entendía... Había matado a Albus, al único hombre que siempre había confiado plenamente en él, había atacado Harry, a su mejor amigo, dejándolo inconsciente en el suelo... Tendría que habérselo dicho, tenía que habérselo contado. Lo había pospuesto tantas veces, por el dolor que le producía, por no saber cómo contárselo, que no había sido conciente que aquello podía pasar cualquier noche...

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن