Cap 6. Aroma a tila y valeriana

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Dio un portazo y dejó reposar la espalda sobre la superficie de la puerta. Snape miró el libro que sostenían sus manos incrédulo, aquella metomentodo le había llevado otra novela. ¿Por qué la había aceptado? Podría haberla regañado por pegar en su puerta molestándolo con esas tonterías. Pero en cierto modo, le había salvado la noche. A causa de su siesta bajo la copa de aquel árbol no tenía nada de sueño, ni de cansancio. Se había acostumbrado ha dormir tan poco, que un par de horas para él eran un gran sueño conciliador. Eso significaba que esa noche le iba a costar muchísimo conseguir pegar ojo, así que aquella novelita le había caído del cielo.

Severus se sirvió un whisky de fuego y tomó asiento en el sofá. Aquella novela que le había llevado Granger era un soplo de aire fresco. Estaba cansado de leer siempre las mismas cosas y ya había devorado todos los libros del colegio, aquello le entretenía y le rescataba de esas horas en las que sus ojos se negaban a cerrarse. No podía negar que le estaba cogiendo el gusto a las novelas muggles. No tenían mucha utilidad y se empleaba mucho tiempo en ellas, pero eran hermosas. Los muggles solían ser básicos y animalescos, pero algunos poseían el don de las artes, y eran capaces de crear verdaderas maravillas.

Observó el libro con curiosidad. Granger, la gran entrometida. Llevaba un fin de semana un tanto extraño, hiciera lo que hiciera allí estaba aquella sabihonda despreciable; pero a lo que aún no encontraba explicación era para su desliz de contarle su problema con el insomnio. Se miró la punta de sus dedos. Cuando le había dado el libro había sentido el roce suave de sus manos, cálidas y temblorosas. Por un momento se permitió fantasear cómo hubiera sido el roce de esas manos en su rostro. Aquello hubiera sido lo más parecido a una caricia. ¡Por Merlín! ¿En qué puñetas estaba pensando? Snape se bebió el contenido de su copa de un golpe, sintiendo como le raspaba la garganta. Ya estaba viejo. Se estaba haciendo mayor, cada vez estaba más cerca de cumplir la cuarentena, así que seguramente se estaba haciendo en un blando. Aún le quedaba por descubrir quien había tenido la osadía de arrojar en su puerta aquellos dichosos petardos, estaba seguro que San Potter y el zanahorio tenían algo que ver, pero carecía de pruebas. El martes les daría clase y no sospechaban la que se les iba a caer encima. Malditos niñatos indeseables.

Alejó de sus pensamientos esa idea y se fue a la cama. Aquel libro al menos no parecía de amor. Si seguía leyendo esas cosas corría el riesgo de que algún sentimentalismo brotara en su interior y eso era una soberana gilipollez. Granger, aún tenía que pensar en su castigo. Aún no se había tragado sus palabras. Se rascó suavemente la barbilla y abrió las tapas de aquel libro.

X-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-xX

Hermione esperaba impaciente el correo. Le había escrito a su madre pidiéndole ayuda porque sabía que ella seguramente tendría una solución. Todas las madres las tienen. No había sido del todo sincera, ya que le había dicho que le ocurría a ella, pero contarle la verdad no le parecía una buena idea, porque la conllevaría a dar demasiadas explicaciones que no le apetecía.

Varias lechuzas entraron por la ventana del comedor llevando entre sus patas cartas, periódicos y paquetes. Una pequeña lechuza aterrizó graciosamente cerca de su bol de cereales, llevando entre sus patas un pequeño paquetito. Hermione acarició al ave y se apresuró abrir la carta. Su madre le había mandado lo que le pedía y le contaba varias cosas más, en general cómo estaban y que habían hecho en las últimas semanas. Tenían pensamiento de ir a España a pasar una semana de vacaciones. A veces Hermione le chocaba que sus padres estuvieran igual de enamorados como el primer día...

-¿Qué es eso?- Preguntó Ron señalando el pequeño paquete que tenía Hermione sobre la mesa.

-¿Y a ti que te importa?- espetó malhumorada.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें