Cap 19. La gente no cambia... jamás

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Albus Dumbledore dejó a sus espaldas un cabreado Snape. No podía evitar reírse. Ya era un hombre de edad avanzada, había visto de todo en su larga vida, pero situaciones como aquella no dejaban aún de sorprenderle. Y si el protagonista era Severus Snape, con más razón aún...

Recordó la grave discusión con el profesor de pociones la tarde anterior. A pesar de su rudeza, había cosas que le afectaban demasiado, aunque lo disfrazase bajo capas de sarcasmo e indiferencia. Quizás lo que le había pedido, había sido demasiado para su alma cansada... tenía el cuerpo de un hombre de treinta y ocho años, pero su alma parecía centenaria. Se habían gritado y Snape había abandonado el despacho dando un fuerte portazo a sus espaldas.

Albus era consciente de la gravedad de la situación, pero no podía hacer otra cosa. Un remordimiento recorrió sus viejos huesos y decidió ir a buscar al profesor. Seguro que había comenzado hacer sus rondas nocturnas, y teniendo en cuenta el humor que gastaba en esos momentos el jefe de Slytherin, había sido como soltar un basilisco por el castillo. Iría a buscarle... hablaría con él mientras daban un paseo por el castillo, así evitaría que torturara alumnos a su paso. Caminó por los silenciosos pasillos del castillo. Por fortuna encontró a Harry Potter y la menor de los Weasley haciéndose carantoñas en la entrada de la torre Gryffindor. Les indicó que era mejor que entraran dentro de su sala común, después de todo era muy tarde y seguro que estaría vacía... Los chicos obedecieron al instante, Harry ha crecido mucho... cómo pasa el tiempo, es casi imperceptible.

Al menos los había salvado del azote del colegio. Snape hubiera gozado mucho pillando a Potter. Albus guardaba la esperanza, que algún día Snape superase la aberración que sentía por el muchacho, los hijos no tienen culpa de las acciones que realizan sus padres... además que ya había pasado mucho tiempo, quizás era hora que comenzara a cerrar sus heridas.

La silueta siniestra y larguirucha del profesor de pociones se dibujó al fondo del pasillo, cuando estuvo a punto de llamarle, el profesor desapareció detrás de una armadura. Pudo oír una voz de chica, pero hablaba en un volumen tan bajo, que no podía oírlo muy bien. Se acercó un poco con sigilo y pudo oír cómo el profesor restaba cinco puntos... Llegaba tarde. Pero había algo que no encajaba... ¿A qué se debía ese silencio? ¿Eso que oía no eran besos? Albus se hizo el encantamiento de invisibilidad, como hizo cuando seguía al pequeño Potter cuando iba a mirarse al espejo de Oesed. Una chica y Snape salieron detrás de la armadura. La chica conducía a un sumiso profesor de la mano, Albus los siguió por pura curiosidad. Llegaron a la entrada de la sala de los menesteres, así que allí pudo ver al fin a la muchacha, que era la mejor amiga de Harry.

Albus esperó en la puerta a que salieran, seguro que no tardarían... al par de horas se aburrió de comer caramelos de limón en la puerta y se marchó.

Snape... ¿Acaso se había vuelto loco? ¿Qué pretendía con esa jovencita? ¿Se estaba aprovechando de ella? Siempre le había dicho que no era sano que estuviera solo, pero buscar compañía en sus alumnas era algo que no le iba a consentir... Y ahora lo había entendido. Snape se había enamorado de esa muchacha. Era un alivio que la chica acababa de cumplir la mayoría de edad...

Sonrió. Al menos tenía algo nuevo para torturar a su profesor de pociones. Meterse con Severus era uno de los pocos placeres que aún se consentía.

Hermione y los demás esperaban al profesor Snape en el interior del aula. Neville tenía un color pajizo, con tonos verdosos y parecía que se le iba a derretir la cara de un momento a otro.

-¿Cómo vendrá Snape hoy a clase? ¿Volando en su escoba? Aunque yo pensaba que a los murciélagos les bastaba con sus alas para volar...- dijo con un tono de desprecio el pelirrojo.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Where stories live. Discover now