Cap 16. Los cinco puntos acusadores

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Severus Snape se hallaba como todas las noches a esa hora, haciendo su ronda por los pasillos del colegio. Todo había transcurrido tranquilo a lo largo de la tarde, si pasaba por alto la visita al despacho del director. Lo que le había dicho, le había producido una zozobra en el alma, que era incapaz de ignorar... ¿Cómo a ese viejo chalado se le ocurrían esas cosas? Estaba harto de aquella situación, se sentía como un juguete, una pieza más en esa dichosa partida, en la que él era sólo un peón más. Al menos el psicópata del señor tenebroso llevaba mucho tiempo sin convocarle, eso al menos era un alivio. Lo que menos le apetecía a Snape era contemplar su pútrida cara de víbora. Llevaba años haciendo siempre lo que le pedían otros, nunca podía ir a su voluntad, conducir su propia vida. Deseaba con todas sus fuerzas que aquello acabase, que por una vez por todas, aquello llegase a su punto y final. Deseaba con todas sus fuerzas que Voldemort muriera. Era la única forma que los inocentes estuvieran a salvo de las maquinaciones de aquel ser despreciable, y poder vivir en un mundo mejor.

Y Hermione dejase de estar en peligro.

Hermione... Se había olvidado por completo de ella. En su estancia en el despacho del director, había olvidado por completo que había quedado con ella en su propio despacho. Pero aquella discusión con Dumbledore le había trastocado tanto, que lo había olvidado por completo. Le consumía la culpabilidad imaginarse su carita de dececión en la puerta de su despacho, tan solita, tan abandonada. Sintió un remordimiento que le carcomía por no haber pensado ni una vez en ella. Se merecía todos los tirones de pelo que le daba y más. Seguro que estaba rabiosa y planeando su venganza por el plantón. Al menos eso es lo que él haría...

Era muy entrada la noche y el sueño sin intención alguna de aparecer, era una tortura... además después de darle plantón a su insufrible sabelotodo y el maldito director cada vez más demandante, ya habían conseguido ponerle de los nervios, así que ya sabía que le esperaba una noche muy larga.

Una pequeña mano salió detrás de una armadura y le agarró del brazo a Severus, tirando de él. Al principio se sobresaltó, poniéndose a la defensiva, igual que en su juventud cuando esos mal nacidos del cornudo, el chucho, el licántropo y la fétida rata merodeaban por los pasillos. Reconocería aquella manita en cualquier lugar, incluso en la más completa oscuridad. Snape se dejó arrastrar detrás de aquella armadura, suspirando muy fuerte.

-Señorita Granger, se está usted aficionando a merodear por los pasillos a deshora.- susurró.- Voy a comenzar a pensar que le gusta que la castigue...

Hermione le besó los labios con suavidad, casi con timidez.

-¿No estás enfadado conmigo?- preguntó cantarina, como si fuera una niña pequeña que quería conseguir algo.

-¿Contigo? ¿Por qué?- dijo acariciando su pelo salvaje.

-No fui a la cita, mis amigos me hicieron una fiesta de cumpleaños... Me pareció feo irme...

Snape entrecerró los oscuros ojos. Así que no era el único en haber dado plantón... pero claro, eso ella no lo sabía y pensaba aprovecharse de eso.

-Ahora que me lo dice, ¡Cinco puntos menos para Gryffindor por impuntualidad y otros...!

Antes que pudiera seguir restándole puntos, Hermione le besó en la boca con pasión. Su lengua recorrió la boca del profesor impidiéndole hablar. El capullo seguía restándole puntos cuando podía, además solía reírse afirmando que aquel año la copa de las casas descansaría en su despacho. No podía evitar comportarse como un verdadero cretino. A Snape se le olvidó enseguida lo que estaba diciendo y le correspondió el beso, una batalla se libraba dentro de sus bocas, besos apasionados, húmedos... Snape apretó aquel adorado cuerpo contra el suyo. Sintió como se estremecía sólo por sentirla tan cerca, ¿Cómo podía imprimir ese cúmulo de sensaciones en su sistema nervioso? Le pasó la mano por sus rizados cabellos, enredándose entre sus dedos. Le apartó aquella indomable melena del cuello y lo mordió con ternura, la chica no pudo evitar soltar un leve quejido. Le pasó una mano por la nuca y la otra la deslizó a su cintura. La chica atrajo hacia sí el cuerpo del profesor, sintiendo como la aprisionaba contra aquella pared. Snape sintió un calor sofocante, si no paraba, podía hacer una locura. Se estaban besando en el pasillo, donde cualquiera podía verlos. Era incapaz de explicarlo, pero aquella muchacha lo volvía completamente loco, era capaz de nublarle el poco sentido común que le quedaba. Snape se separó de ella con la respiración agitada, esa chica conseguía revolucionarle, como a un adolescente con las hormonas en ebullición.

No te acerques tanto a mí. (Sevmione)Where stories live. Discover now