Capítulo 25

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Ya habían pasado dos semanas desde que Joel me contó lo ocurrido. Habíamos estado muy alertas todos en casa, pues está chica se había estado apareciendo por aquí, por su parte mi hermano no quiso ir a la policía a declarar sobre lo que esta pasando ahora, estaba asustado lo sabía. En conclusión era todo un desastre aunque prefería estar mil veces dentro que afuera con esa loca suelta.

–¿A que hora te levantaste? –pregunto Erick abriendo sus ojos, bostezo y me miro fijamente.

–No hace mucho. Joel salió, papa lo buscaba –el sólo asintió. Se sentó y abrió los ojos por completo intentando acostumbrarse a la luz, solté una risita.

–Que es tan gracioso –hablo con la voz ronca, sonaba tan bien.

–Tú, tu eres lo gracioso –el sólo rodó los ojos y río. Se volvió a acostar apoyando su cabeza en mi pecho. Comenzó a hacer dibujos con su dedo índice en mi estómago.

A pesar de que no llevábamos saliendo mucho tiempo, le había tomado muchísimo cariño. Lo quiero demasiado, aún no puedo decir que lo amo porque me estaría mintiendo a mi misma pero si, lo quiero. Joel no ha sospechado nada desde aquella vez, se lo creyó por completo y eso me facilitaba las cosas.

–¿Quieres salir? –pregunto, dejo de hacer los dibujos y depósito un beso en mi mano.

–No lo se Erick... Sabes como está la situación ahora –hablé con total sinceridad, pues era cierto.

–Anda, estas conmigo. Nada malo va a pasarte, de eso me encargó yo –como podía negarme a sus encantos? Era imposible... Al final termine accediendo a su propuesta.

–Tomare la ducha, en unos momentos salgo –se separó de mi para que pudiera levantarme de la cama, le di un beso pequeño en los labios para después entrar a la ducha.

[...]

–No estoy muy segura de esto.

–No seas amargada, sólo es una casa –susurro intentando abrir la puerta.

–Oh, disculpa. Me preocupo por nuestra vida, sabes que podríamos morir ahí dentro, acaso no has escuchado las cosas que han pasado ahí?, no, negativo –me di la vuelta dispuesta a irme pero el me agarro del brazo y camino hacia la casa que ahora tenía la puerta abierta–. Te odio...

–Me amas –corrigió.

–Si, claro –le saqué la lengua. Estaba todo a oscuras y olía mal. Enserio que Erick estaba loco, como se le ocurría venir a una de las casas más famosas de la ciudad. Y digo famosas por sus increíbles registros de cosas paranormales y muertes.

–Vámonos de aquí –susurre abrazándome de su brazo. Se comenzaron a escuchar golpes bajos, ahora si que estaba muerta del miedo.

–Tranquila Liv –río.

–¿Tranquila Liv? Cómo me dices eso, eres un pesado –gruñí enfadada, más golpes se escucharon después de unos gritos–.¿Qué ha sido eso?

Erick se alejó de mi y se acercó hacia el lugar de donde provenían todos estos ruidos. Corrí hacia el y lo abrace por detrás, se asusto pude sentirlo, pero se dio cuenta de que sólo era yo así que me agarro las manos y me jalo para que quedará frente a el.

–Vamos a entrar ahí –hablo seguro.

–¿Qué? No! Estas de broma verdad? –el sólo me miro con seriedad. Cerré los ojos y respire con normalidad–. Bien.

Sin esperar a que me siguiera me acerque a la puerta, y la abrí de golpe, dejándome ver una escena bastante traumática.

–¡OLIVIA! –llego corriendo a mi lado y lo único que pudo hacer es taparme los ojos, aunque no sirvió de nada pues ya había visto todo.

–¡MALDITOS NIÑOS! SALGAN DE AQUÍ –grito el chico quien intentaba cubrir a la chica que estaba encima suyo.

–Lo siento –susurre aún con las manos de Erick puestas sobre mis ojos.
Oí que cerró la puerta y fue cuando quitó sus manos.

Nos quedamos en silencio por unos segundos y tan sólo nos veíamos a los ojos.

–Eso fue...

–Extraño –término Erick, asentí y me dispuse a salir de ahí, ya había dos cosas que no haría.

Y yo de mensa creyendo que íbamos a ir a comer, por lo menos eso fue lo que el me dijo.

–¿Estas enojada cariño? –hizo un puchero.

–...

–Liv! –no lo mire, sabía que lo hacia enfadar–. Tu lo pediste.

Me tomo de la cintura acercándome a el, su respiración chocaba con la mía y tan sólo quería que me besara. Se acercó a mis labios y cuando estuve apunto de plantarle un beso se alejó.

–Me la debías –soltó una risa. Maldito Erick, no me podía resistir–. No te enojes amor, habrá más...

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora