Capítulo siete

1.4K 105 3
                                    

–¿Joe? ¿Liv? Qué hacen aquí abajo –escuche una voz, abrí mi ojo derecho y volví a cerrarlo, la luz me molestaba.
Sentí como alguien me cargaba, abrí los ojos poco a poco intentando ver quien era esa persona.

–Te llevare a tu cuarto, tu duerme –era la voz de Joel, asentí sintiéndome rendida.

[...]

NARRA JOEL

La voz de mi madre logro sacarme de aquel sueño. La mire confundido sin saber de que hablaba.

–he dicho, ¿que hacen aquí? –al instante mire hacia mi lado derecho encontrándome con mi hermana aún dormida, estaba pegada a la orilla del sillón, la había dejado sin espació. Ahí fue donde comprendí todo y los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi cabeza.

–Es una larga historia ma, llevare a Liv a su cuarto –ella asintió no muy convencida.

–¿Joel? –la escuche a mis espaldas, pero ahora mismo estaba intentando cargar a mi hermana, una vez en brazos gire hacia mi madre–. ¿Qué te pasó en el ojo?

Negué con la cabeza, la deje con la palabra en la boca, sinceramente no tenía ganas de discutir y más aún sabiendo como soy. Abrí la puerta empujandola con mi pie, esta chica si que esta pesada, la coloque con cuidado en la cama.
Tome el control del clima para poder encenderlo, una vez hecho esto, tome una cobija y cubrí su cuerpo con ella, antes de salir me asegure de que estuviera bien acomodada, ya que solía lastimarse el cuello, bese su frente y salí de la habitación.

Mi madre estaba frente ha está con los brazos cruzados.

–Ahora si, dime ahora mismo que pasó o te juro que...–la corté, ella guardo silencio para escucharme.

–Nada importante, sólo una pelea –hablé sin interés.

–¿Sólo una pelea? Joel que esta pasando contigo, tu no eres así –en cierta parte tenía razón, pero estaba cansado, estaba cansado de todo, de fingir ser el perfecto, el niño bueno sólo para complacer a mis padres, pero se acabó.

–Perdóname pero sinceramente no es de tu interés, ya soy mayor de edad, no tengo porque darte explicaciones –tal vez estaba siendo un poco duro, pero no podía seguir más.

–Mientras vivas en mi techo se hace lo que yo diga, ¿me escuchaste? –grito tan fuerte que pude jurar perder mi oído ahí mismo.

–Pues me voy –hablé decidido, entré a mi habitación dejando la puerta abierta, pronto sentí como mi madre entraba.

–¿Qué dijiste? –se acercó a mi.

–Me voy mama, estoy hartó de esta vida. No los quiero ver más, por favor –sinceramente estaba exagerando mucho, pero tenía que hacerlo para poder irme, tome una mochila y fui metiendo las cosas necesarias.

–¿A dónde irás? –preguntó.

–Eso ya no es asuntó tuyo –guardo silencio y volví a empacar mis pocas cosas.

–Yo... Lo siento hijo, por favor no te vallas–pidió apunto de arrodillarse, la tome por los codos para que no hiciera semejante estupidez.

–No hay nada que puedas hacer para cambiar mi opinión–la solté y tome la mochila que estaba encima de la cama, después vendría por más ropa.

–¡No! Por favor –gritó, me gire para mirarla por última vez y baje las escaleras rápidamente, estaba apunto de abrir la puerta cuando escucho una voz más.

–¿Joe? –ahí estaba ella, mi hermana menor. Intentado ver con claridad, aún se veía algo dormida y no sabía que pasaba.

–Dile Joel–habló mama con enojo–. Dile lo que esta pasando, a ver si te atreves a hacerlo.

Liv miro a mi madre algo confundida, bajo los primeros escalones mirándome directamente a los ojos, mi madre lo sabía, sabía que ella era mi debilidad. Más sin embargo tenía que hacerlo, era lo mejor para ella y para mi.

–Me voy –hablé con seguridad, ella ahora estaba en el último escalón y al oír esas palabras salir de mi boca no dio un pasó más, simplemente se quedo ahí, quieta.

–¿Te vas? –escuche su voz algo entrecortada, sabía lo que venía a continuación, no quería verlo así que tenía que irme rápido de aquí.

–Sabes que eso de las despedidas nunca han sido lo mío –ella bajó la mirada y asintió.

–Supongo que eso es todo –seguía sin mirarme.

–Si –solté de repente, ella asintió, se acercó a mi y me abrazo. No quería que hiciera esto, en cualquier momento me arrepentiría de mi decisión.

–Te quiero, no me dejes, por favor –pidió, sentí como tomaba con fuerza de mi brazo y al mismo tiempo mi camisa se empapaba, estaba llorando.

–Liv yo... –me abrazo más fuerte, cerré los ojos un momento, mi mente decía "será lo mejor para ambos" más sin embargó mi corazón no decía lo mismo, ¿cómo podría dejar sola a mi hermana? Que clase de persona era.

Se separó de mi y limpió sus lágrimas, me miro a los ojos. Beso mi mejilla y camino hacia su habitación lentamente, había aceptado que me iría.

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora