Capítulo 22

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–No lo digas, ya lo se –hablo justo antes que yo. Oh, por lo menos eso si lo sabe.

–Bien, pues que esperas –dije algo enojada.

–Tranquila Olivia, viene a verme –mire a papa confundida, no entendía que tenía que hacer Christopher aquí y porque tenía que ver a mi padre.

–¿Desde cuándo se conocen? –pregunte.

–Desde siempre, sabes que lo conocemos desde que tu eras una bebe –me recordó mi padre, había intentado borrar esos recuerdos y ahora simplemente me los recordaba.

–Mejor los dejo hablar con tranquilidad –salí de la habitación escuchando los gritos de ambos llamándome, no les preste atención pues ahora mismo no quería verles, abrí la puerta de salida sintiendo el aire golpear mi rostro.

–Liv aquí estas, Dios mío –llego corriendo Joel con una mano puesta en su pecho y respirando rápidamente.

–¿Qué pasa?

–¿Qué pasa? Enserio Liv... Te estuve buscando, no vuelvas a salir así de nuevo –reprocho.

–Vale, lo siento. ¿Entrarás? –el asintió y tomo mi mano, me solté de el en el momento en que quiso entrar al hospital–. No quiero ir, mejor voy a casa.

–Pues vamos.

–VOY. Tu te quedas aquí con papa –eso sonó como una orden y al momento me arrepentí–. Quiero que vallas a verlo, yo ya estuve ahí, ve tu.

Me miro algo confundido pero después sólo se adentró al edificio, no sin antes avisar que Erick pasaría por mi ya que no me dejaría que fuera sola. Estuve esperando por más de diez minutos a que el chico de ojos verdes llegara por mi, ya me estaba cansando y me levanté dispuesta a irme cuando siento una mano tomar mi brazo.

–Siento la tardanza, había mucho tráfico en la avenida –sólo asentí y nos subimos al taxi en el que venía. Estaba algo molesta, no con Erick o con Joel, más bien con papa.

–¿Hey? Estas ahí linda –volví a la realidad sólo para escuchar aquella última palabra, me había llamado linda.

–Perdón, estoy algo cansada –intente poner una buena excusa pero no me salía nada.

–Ven aquí –abrió sus brazos y me acerque a el recargando mi cabeza en su pecho mientras que el me abrazaba. Lo mire a los ojos unos segundos y me acerque un poco más, nuestros labios se rozaron, ahora el con una mano en mi cintura y otra en mi mejilla me acercó más a el, cerré los ojos dejándome llevar.

Sentía mi corazón latir con fuerza, en realidad lo quería. Nos separamos juntando nuestras frentes, sonreí y deposite un último beso en sus labios.

–Listo, hemos llegado –aviso el taxista, Erick sacó un billete del bolsillo de su pantalón pagándole por el viaje.

–Muchísimas gracias –dijo Erick, abrí la puerta bajando del taxi y después bajo Erick. Tomo mi mano y caminamos en dirección a la casa, sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta dándome el pasó.

–¿Y bien?

–¿Qué? –pregunto el.

–Que haremos ahora, estoy aburrida –el soltó una risa y se dirigió a la gran televisión del salón. Me lo esperaba, pondría una película, me quise negar al principio pues como había dicho antes nunca volvería a ver una película con Erick ya que literal me la contaba antes de que acabara.

–¿One day? –alzó el cassette de la película, no lograba ver mucho la portada pero sólo asentí. La puso y espere a que la pantalla se prendiera, me levanté del sofá para ir a la cocina, lo típico de siempre palomitas.

Las metí al micro esperando a que se calentaran, mire a través del vidrio viendo como se inflaban poco a poco.

–No hagas eso –voltee y ahí estaba Erick, recargado en el marco de la puerta–. Podrías dañar tu vista.

–Eso es sólo un mito –dije obvia.

–Si tu lo dices –se acercó a mi y rodeo mi cintura con ambos brazos apilando su cabeza en mi hombro–. A qué hora volverá Joel?

–No tengo idea –el micro hizo un sonido indicando que las palomitas estaban listas, acerque mi mano para abrirla pero Erick se me adelanto.

–Yo lo hago –me aleje un poco y sólo observe como las sacaba para después depositarla en un bote para palomitas, si de los que dan en el cine, podría jurar que Erick tiene colección.

Nos encaminamos al sofá, puso el bote en la mesa de enfrente. Me senté algo apartada a el, tomo el control remoto y le dio play a la película.

–Enserio Liv –soltó una carcajada–. Porque te fuiste hasta haya.

–Porque si –ahora me acerque más a el pero no lo suficiente como para estar pegados.

–Me encanta la primer parte –dijo emocionado.

–Erick... –me queje, aquí vamos de nuevo...

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora