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— Nos lo hemos pasado bien ¿verdad?— sin dejarme responder Claudia sigue hablando— Y Toni es tan mono.

Acabamos de salir del restaurante y con nuestros brazos entrelazados nos dirigimos a casa. Mañana tenemos que trabajar y entre la charla y las risas, se nos ha hecho muy tarde. Otra noche que dormiré poco, pero esto ya se ha convertido en una situación normal, así que no le doy importancia.

— Es guapo sí— concedo— ¡Joder qué frío hace!

El viento nos golpea la cara sin clemencia y aprieto el paso tirando de Claudia para llegar cuanto antes a casa.

— Me ha pedido el número de teléfono.

— ¿Ah sí? ¿Y cuándo ha sido eso?

— Cuando fuiste al baño.

— ¿Y vas a quedar con él?

— Exactamente, querida amiga— me sonríe de manera triunfal y sólo puedo reírme ante su manera de expresarse.

Toni se me sigue asemejando a Manu, pero decido no volver a expresar mis sospechas en voz alta. Con una vez que Claudia me mire mal, es más que suficiente. Quizás es de esa gente que sólo le gustan las personas con un aspecto determinado. Conozco hombres que sólo le gustan las rubias o mujeres que se sienten irremediablemente atraídas por hombres musculados. Yo en realidad nunca he tenido preferencias. Pensándolo bien, quizás la rara soy yo.

Los tacones de Claudia resuenan y seguimos andando en un silencio cómodo, bien agarradas la una a la otra. En el restaurante apenas me he acordado de la cuestión de las Navidades. Pero ahora el asunto vuelve a mí. Tengo que volver y, como dice mi madre, ser valiente y dar la cara. Sé que no tengo nada de lo que avergonzarme, no he hecho nada malo. Pero quizás me incomoda el hecho de que nuestros amigos y conocidos me juzguen. Además, ¿quién dice que Juan esté mal? Quizás se encuentra feliz. Sería petulante de mi parte pensar que él se encuentra triste por lo nuestro. Así que si nos encontraremos, le saludaré y todo estará bien. O eso quiero decirme a mi misma.

— ¿Estás bien?

— Sí, sólo pensaba en mi madre.

— ¿Fue ella la que te llamó?— Asiento mientras me arrebujo más en el abrigo— ¿Está todo bien?

— Sí, sólo hablamos de las Navidades. Al final iré a casa.

Claudia no dice nada, sólo me aprieta más el brazo en un gesto de compañía y entendimiento que me hace sonreír ligeramente.

El calor me abraza cuando abrimos la puerta del piso. Sólo pienso en quitarme la ropa y ponerme mi pijama para meterme en la cama y dormir, dormir para callar mi mente unas horas. O intentarlo al menos.

Cuando estoy a punto de apagar la luz, Claudia aparece en la puerta con su pijama de franela. Con una gran sonrisa corre hacia mi cama y me aparto lo justo para que no me aplaste cuando salta sobre ella.

— Todavía me tienes que contar sobre Guille— me dice una vez que está acomodada en mi colchón.

— No hay mucho que decir— me encojo de hombros mientras pienso el día exacto en que nos vimos por primera, y única vez hasta hoy— Le conocí el día que salí con Maite ¿Te acuerdas? Creo que habías quedado con Manu y por eso no viniste con nosotras.

— Me acuerdo— asiente. Vuelvo mi vista al techo para dejar de observar la sonrisa tonta que tiene Claudia— ¿Y qué pasó entre vosotros? ¿Hubo tema?— Niego con la cabeza— ¿No? ¡Pero si está bueno!

— Sí, no es especialmente guapo pero tiene su atractivo, te lo reconozco— suspiro y miro a Claudia que se encuentra expectante ante mis explicaciones. Nunca he entendido la fascinación que tiene por mis amoríos, si se pueden llamar así— Nos dimos unos besos y ahí se quedó todo.

— Así que no te gustó.

— No fueron los mejores besos de mi vida.

— ¿Babeaba mucho?

Asiento y eso desencadena carcajadas por parte de ambas. No quiero hundirle porque estoy segura que otra chica tendrá otra opinión, pero conmigo no podía ser. Era demasiado... invasivo, esa es la palabra.

Cuando nuestras risas se calman, ambas nos quedamos en silencio, pensando en nuestras cosas. La historia con Guillermo fue extraña. Nos vimos, charlamos un poco y coqueteamos sin pudor. Fue simpático y agradable pero cuando nos besamos se esfumó la magia. En ese momento supe que no iba a ocurrir nada entre nosotros.

Es extraño cuando un gesto o una mirada pueden aumentar tu deseo por alguien y un beso hacerlo desvanecer. Tal cual como vino, se marchó. Y aquella noche volví sola a casa aunque la recuerdo como divertida y animada.

— Voy a intentarlo— afirma Claudia.

— ¿El qué?

— Voy a intentar quedarme aquí como profesora adjunta. Trabajaré la que más y demostraré a mi jefe que me merezco ese puesto. Y tú deberías hacer lo mismo. Así podríamos estar las dos juntas el próximo curso.

— No sé Claudia. Quedarme aquí, en esta ciudad, no entraba en mis planes. Vine por un año y cuando lea mi tesis espero poder encontrar otro puesto, donde pueda investigar.

Se levanta de mi cama y se encamina hacia la puerta. Antes de cerrarla se gira y me sonríe de esa manera tan dulce que tiene.

— Piénsalo. Tú y yo muchos años juntas y dando guerra en esta ciudad.

Twitter: @Wattpadvaleria

A mitad de camino   (STAND BY) #BestBooksTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang