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Pedimos un taxi. El deseo vibra dentro de mí y sólo quiero tocarle y que él recorra mi cuerpo. Creo que le hemos dado un buen espectáculo al taxista, por como nos sonríe y guiña un ojo cuando pago la carrera. En el ascensor, camino de su apartamento, sus manos me tocan por debajo de la ropa y sólo se oyen nuestras respiraciones mientras seguímos besándonos.

Saca un juego de llaves y abre la puerta invitándome a pasar con un gesto de su mano. El apartamento es sencillo y bastante ordenado.

— ¿Puedo ir al baño?

— Claro, la segunda puerta a la derecha.

Me miro en el espejo. Suspiro ante mi propia imagen porque justo ahora aparecen mis dudas. Me apetece estar con él, de eso no hay duda, es atractivo y me gusta. Pero va a ser la primera persona con la que tenga sexo después de Juan. Estoy siendo incoherente con mis propios pensamientos, con mis ideas. Pero creo que no hay nadie mejor que yo misma para romper con las trabas que me he impuesto.

Clavo mi mirada en el espejo y comienzo a murmurar palabras dirigidas a mi misma:

— No tengo que pensar en nadie, debo ser egoísta, hacer lo que quiera, lo que me apetece.

Y ahora mismo sé lo que es. Cojo aire, echo un último vistazo al espejo y haciéndome un guiño a mi misma, salgo decidida hacia el salón. Mañana será el momento de pensar.

— ¿Quieres una cerveza?— me pregunta mientras me acerca un botellín.

Cojo la bebida y me siento en el sofá. Él se sienta a mi lado descalzo. Se nota que se siente cómodo con la situación y me observa mientras da un trago. Realmente este chico sabe como mirar una mujer para que entre en calor.

— Juguemos— le invito. Él eleva sus cejas sorprendido— consiste en preguntarnos. Pero no sobre que comida te gusta o qué color es tu favorito. Más...más...— intento buscar una palabra adecuada— picante.

— De acuerdo— su sonrisa es lasciva y promete más de lo que esas dos simples palabras dicen. No sé si me he sonrojado, pero hago como que no lo he notado.

— ¿ Conoces el juego "yo nunca he..."?— asiente con la cabeza— pues en vez de beber, tenemos que quitarnos una pieza de ropa. ¿Te atreves?

— Por supuesto que sí. Empiezo yo. Yo nunca he...besado a alguien de mi mismo sexo.

Sonrío y me quito la chaqueta. Su sorpresa en la cara no puede disimularla a la vez que veo como le pone.

— Me toca. Yo nunca he...comido nata sobre el cuerpo de otra persona.

Inmediatamente los dos nos quitamos ropa, él la camisa y yo los zapatos. Sé que he hecho trampa pero no me importa, de hecho tengo prisa. Cuanto antes pase, mejor. Dedico unos segundos a observar su torso, no está sobremusculado pero se nota que su piel es firme. Tiene un tatuaje en el lado izquierdo, una especie de estrella no muy grande.

— ¿Y ese tatuaje? ¿Lo hiciste porque te gustaba o tiene algún significado?

— Te respondo a cambio de algo— levanto una ceja y espero que me lo aclare mientras tengo una media sonrisa en la boca— La camiseta— me ordena.

Sin dejar de mirarle a los ojos, me paso la ropa por encima de mi cabeza, dejando mi sujetador a la vista. No puede dejar de observarme y no precisamente a los ojos. Me siento muy deseada ahora mismo, fuerte, decidida. Es una sensación que hace mucho que no experimentaba pero mi cuerpo lo reconoce, mi mente se activa y toda yo evoluciona a otro estado en el que las inseguridades desaparecen.

— El tatuaje es por alguien especial que ya no está. Era mi estrella y por eso la puse junto al corazón.

— Buena respuesta— le digo, mientras levanto el botellín para que brinde conmigo.— Creo que te toca a ti— sonrío invitándole a seguir.

A mitad de camino   (STAND BY) #BestBooksWhere stories live. Discover now