—Hasta pronto, Audrey.

Entonces abandona la Fortaleza justo cuando un taxi estaciona en la acera. Voy a investigar dónde estará quedándose. Al enemigo hay que tenerlo cerca y en la mira.

—Al fin —Mamá deja la taza de café en la mesita cercana —. Tenía miedo de que esa intrusa invente más excusas como un embarazo para quedarse. Eso sería terrible.

Mi estómago se revuelve con miedo. ¿Yo con un hijo de Audrey? Mierda, no. Prefiero correr desnudo en el pueblo.

—Yo me cuido, mamá. Tengo diez cajas de condones.

Ella aprieta los labios con repulsión.

—Ojalá tu hermano Andrew hiciera lo mismo. ¿En serio un hijo a los dieciocho años?

Le doy la espalda para dirigirme a mi habitación. ¿Qué más da la edad de Andrew? Él y Emmie están felices por la noticia, es todo lo que importa.

—Deberías tener en cuenta el consejo de Audrey —mascullo sin mirarla —. Ten un buen día, mamá.

🐺

Nos reunimos con los Persson en su manada dos horas después. Hay varias miradas hostiles dirigidas hacia nosotros. ¿Cuándo superarán la estúpida rivalidad? No tenemos la culpa de ser más guapos y ricos.

—Imagino que ya escucharon las noticias sobre los vampiros en el pueblo —empieza papá, manteniendo las manos detrás de su espalda —. Ellos pretenden instalarse aquí y expulsarnos.

Simón, el líder del clan Persson, da un paso cerca. Una hermosa chica rubia me contempla. Le guiño un ojo y ella se sonroja. ¿Ven? Somos irresistibles.

—¿Eso en qué nos afecta? —cuestiona Simón.

Emmie suelta una risa incrédula. Andrew insistió que tome reposo por su estado, pero ella quiso venir con nosotros. Está cansada de vivir encerrada con mi madre. La compadezco.

—¿Es una broma? —pregunta Emmie, enojada —. Los vampiros van a patear nuestros traseros si cumplen con sus propósitos. Cada uno de nosotros estará muerto y los humanos sabrán nuestro secreto. A ellos no les importa mostrarse.

Andrew sonríe por la audacia de su chica mientras Simón observa incrédulo a Emmie. Supongo que no está acostumbrado a que una mujer se exprese así.

—Escuché que siguen las órdenes de un líder sádico —masculla Simón —. ¿Son los responsables de las últimas muertes?

Papá asiente.

—Ellos no tienen miedo de que los humanos descubran nuestra existencia. No son limpios con sus víctimas, dejan huellas en cualquier lugar que van. Tampoco serán amables cuando nos enfrentemos. Destruirán nuestro hogar, matarán a cada mujer y niño.

Simón mastica con impaciencia el palillo entre sus dientes.

—¿Buscan nuestro apoyo? Eso no será un problema. Estamos del mismo equipo.

—La seguridad en el pueblo está siendo reforzada, pero cuando el líder llegue no podremos contenerlo —murmuro —. O tal vez ya se encuentra aquí y no nos dimos cuenta.

Papá mira a los presentes en la reunión. Mierda, los Persson nos superan en números. Apostaría que en esta manada hay cerca de cincuenta licántropos. Tíos, abuelos, primos, nietos, hijos...

Los Karlsson estamos ubicados en distintas partes del mundo. He conocido a mis primos cuando éramos muy pequeños. Ellos viven en Alaska e incluso Suecia. Preferimos convivir separados para mantener las apariencias.

Dulce Perdición [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora