Sólo un sueño

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- Papá – dijo Samantha mientras sacudía a Arturo. – Papá. ¡Papá!

- ¡Dios mío! – se incorporó rápidamente de la cama. – Pero ¿qué demonios sucede?

- Papá, te quedaste dormido. Hoy es un gran día. Tienes que llevarme al altar, ¿recuerdas?

- Cielos – se puso la mano en la cabeza. – Lo siento. Es que no sabes, tuve un loco sueño.

- Pues eso creo, dormiste demasiado. Tal vez unas doce horas – rio.

- ¿Dónde estamos?

- En Ibiza. ¿Cómo es que no te acuerdas?

- Sam, soñé con ella – la miró fijamente.

- ¿Vas a contarme?

- Posiblemente. Pero no ahora, no hay tiempo que perder, debes casarte con Louis. Estoy seguro de que serán muy felices – sonrió.

- Apresúrate, sólo debo colocarme el vestido – dijo saliendo de la habitación del hotel.

Después de reírse algunos segundos de sí mismo, Arturo se levantó de la cama y tomó una ducha, se afeitó y más pronto de lo pensaba, ya estaba dándole los últimos toques a su corbata. Dándole una sonrisa a su reflejo en el espejo, salió hacia la habitación donde se encontraba su hija y luego de un solo toque, ella le pidió que pasara.

- Te ves más hermosa aún – opinó al ver a su hija sentada en el borde la cama terminando de acomodar la parte inferior de su vestido.

- ¿Qué? – Samantha volteó hacia él.

- En mi sueño no te veías como ahora.

- ¡Espera! ¿Soñaste con mi boda? – sonrió.

- Soñé una gran cantidad de locuras. Creerías que me drogué – rieron ambos.

- Papá – se acercó para tomar sus manos. – Créeme que es muy tierno que soñaras con eso.

- También Sebastián se casaba.

- De acuerdo, eso no creo que sea posible – rio.

- ¿Ves? Es una locura – masajeó levemente su entrecejo.

- Soñar no cuesta nada, ¿cierto? – se encogió de hombros sonriendo.

- Es mejor soñar despierto y cumplir esos sueños – dijo acariciando su mejilla.

- Entonces hagámoslo – tomó la mano de su padre situada en su rostro y posteriormente lo besó en la mejilla.

Parecía que el ascensor bajaba demasiado lento para Samantha, estaba ansiosa por llegar a la playa, donde contraería matrimonio con Louis. Arturo no se equivocó demasiado en su sueño, pues no fue una ceremonia gigantesca, pero tampoco fue doble. Sebastián había decidido vivir con Natalia sin ningún anillo o papel que comprobara la unión entre los dos.

Algunos cotilleos se escuchaban al irse acercando a ese inmenso toldo blanco que, tal y como había soñado Arturo, estaba decorado con hermosos claveles de todos los colores. Los invitados, al ver que poco a poco iba llegando la novia, comenzaron a sentarse en sus respectivos lugares mientras que Louis respiraba agitadamente gracias a los nervios que sentía. Aferrándose fuertemente al brazo de su padre, Samantha caminó hacia lo que, para ella, representaba el altar.

- Te entrego lo que representa todo para mí – Arturo sonrió a Louis mientras lentamente soltaba a su hija.

- Y yo le prometo que la cuidaré como lo que es, mi todo – asintió Louis para luego caminar junto a su prometida al altar.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora