Camino a lo nuevo

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Natalia se encontraba en su habitación, terminaba de preparar su equipaje y al mismo tiempo, no podía dejar de pensar. Se detuvo un momento a observar a su alrededor porque quién sabía cuándo volvería. Al instante, Marco entró y vio que su hija estaba extraña.

- ¿Cómo está mi universitaria? - preguntó tomando el mentón de Natalia.

- Bien... Contenta, ya sabes.

- ¿Qué ocurre, cielo?

- Papá... Extraño a mamá. Quisiera que estuviera aquí para decirme que todo va a estar bien.

- Pero todo va a estar bien. - dijo abrazando a su hija. - Además, tendrás a Sebastián para acompañarte.

- No, papá. Sebastián me dijo que... Prefiere que sus padres lo lleven al aeropuerto, quiere despedirse de ellos.

- Bien, es totalmente comprensible. De todos modos es un vuelo corto, ¿me llamarás cuando llegues, verdad?

- Si, papá. Relájate - rio Natalia.

- Lo lamento, es difícil. Ven acá - abrazó a su hija.

- Ya lo sé, no puedes quedarte tranquilo.

- Así es - respondió Marco. - Iré por mi abrigo. Te espero en el patio para partir al aeropuerto.

- ¡PAPÁ NO! Yo... Estaba pensando que era preferible despedirnos aquí, en casa. Ya sabes, de ese modo evitamos tanto drama, padre llorando porque su hija crece y se va a la universidad, bla, bla, bla, ...

- Cielos. Quién lo diría. La más dramática de la familia evitando serlo - dijo Marco sonriendo.

- Lo sé. Creo que tendré demasiado drama en mi vida si pienso ser escritora - Natalia vio cómo su padre se acercaba lentamente hacia ella, pudiendo observar esos intensos ojos grises que la miraban directamente a los suyos color café.

- Me gusta tu drama, hija - sonrió y posteriormente plantó un beso en la frente de su hija. Luego deslizó su mano derecha por su cabeza a través de su cabello negro liso y salió de la habitación.

Natalia sonreía. Se percataba del miedo que sentía al no tener a Sebastián como apoyo en un momento tan importante. Miró su reflejo en el espejo largo en la habitación, le provocó risa pensar lo enamorada y asustada que estaba, entonces acomodó esa franela manga larga a rayas azules y blancas que llevaba puesta, tomó su cartera azul marino y se dirigió afuera, donde Sonia, Oscar y Marco la esperaban. Respiró profundo y con la frente en alto abrazó a su padre.

- Creo que es el momento de decir "adiós" - dijo Marco.

- ¡NO DIGAS ESA PALABRA! - exclamó Natalia.

- Pero ¿por qué?

- Es terrible. Suena como si no nos fuéramos a ver nunca más - Natalia hacía pucheros.

- Pero, mi niña, no tiene que significar eso.

- Sólo... No la digas, por favor.

- Muy bien. Hasta pronto entonces - rio.

- Mejor así. Hasta pronto, Sonia. Te quiero - abrazó a Sonia. - Muy bien, Oscar. Es hora.

- Yo también te quiero, mi pequeña - respondió Sonia sonriendo tiernamente.

Oscar abrió la puerta del auto a Natalia y ésta última regaló una sonrisa a Sonia y a su padre, luego entró en el coche. En cuestión de segundos, la chica sintió como iniciaba su marcha hacia un nuevo destino.

Por otro lado, en el aeropuerto, una vez más, Sebastián no dejaba de caminar de un lado hacia otro. Sus padres lo observaban.

- Sebastián, ¿quieres detenerte? ¡Vas a marearme! - exclamó Vanessa.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora