Año nuevo sin regreso

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- Nos vamos. No quiero ni una palabra - dijo Marco.

- Papá... Déjame...

- No, Natalia. Estoy muy cansado y no quiero hacer un espectáculo - interrumpió.

- Debo hacer algo antes.

- Lo siento, lo que debas hacer no podrá ser. Nos vamos.

- Maldita sea - susurró - ¿Cómo me encontraste?

- Un día dijiste que si escapabas, sería a Venecia. Era imposible que pudieras viajar anoche, pero sabía que conseguirías viajar lo más pronto posible.

- Creo que soy demasiado predecible - dijo entre dientes.

Sebastián, Oscar, Marco y su hija caminaron hacia el auto. Durante el camino, Natalia miró hacia atrás por un momento, encontrándose con los ojos de Arturo y en respuesta, encogió los hombros. Arturo se despidió oleando su mano en el aire.

Una hora más tarde, Natalia estaba acostada en su cama mirando hacia el pálido techo. Tocaron a la puerta varias veces, pero ella no dijo ni una palabra. Seguidamente, entró Sebastián a su cuarto.

- Te traje algo. Creí que querrías verlo. Llegó esta mañana - dijo con un sobre en las manos.

- ¿Qué es?

- Una carta de Oxford.

- No creo que sea nada impor... - se detuvo al leer las primeras líneas. - ¡Estoy dentro nuevamente!

- Pues si, pero eso ya lo sabías. Quiero decir, te llamaron antes ¿no?

- No. Digo si. Es sólo que... Me emociona saberlo de nuevo, es todo.

- Permiso - interrumpió Marco mientras entraba a la habitación de Natalia. - Hija, pronto será año nuevo y me gustaría estar en paz. Comenzar con el pie derecho.

- Oh, no te preocupes, tendrás mucho tiempo para eso. No iré a la universidad.

- ¿Qué? - dijo Sebastián sorprendido.

- Hija, no tienes que hacer esto porque estás enojada conmigo.

- No lo hago por eso. Lo hago por mí. Quiero quedarme en casa, estoy un poco aturdida del mundo.

- Sebastián, hijo ¿podrías dejarnos solos un momento? - pidió Marco.

- Si señor, por supuesto - dijo marchándose.

- Querida ¿crees que tu madre hubiera apoyado tu idea?

- Si. Ella me dejaría tomar mis decisiones y le hubiera encantado que fuera a Venecia.

- Natalia, sólo querías ir a Venecia a buscar libertad, escaparte.

- Exacto.

- A veces escapar no significa irte sin avisar. Escapar algunas veces significa olvidarte de todos por un momento, así sean sólo segundos. Cuando yo quería escapar, miraba a tu madre y sus ojos me hacían olvidar de todo lo que conocía, excepto de ella, por milisegundos - suspiró - Escucha, cuando tú encuentres tu lugar de escape, te sentirás libre.

- Pero ella decía que el mejor lugar para escapar era Venecia.

- Lo sé, pero ese era su lugar de escape, tú hallarás el tuyo. Todos tenemos uno. Si gustas, puedes bajar a cenar sino lo entenderé - dijo mientras abría la puerta de la habitación.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora