Dieci

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Dieci:

[Lina]

Entro al gimnasio y veo la ancha espalda tatuada de alguien, mientras golpea uno de los sacos de entrenamiento. No necesito verle demasiado para saber de quien se trata, me ruborizo cuando los recuerdos de la noche en la fiesta me asaltan. Lloró entre mis brazos y luego de que logré tranquilizarle conversamos por un buen rato.

Después de pasar un par de horas hablando, se durmió en mi hombro y yo apoyada en su cabeza. Desperté cuando Madison vino por mí, apenas tuve mis ojos abiertos descubrí la enorme sonrisa que había en el rostro de mi amiga. Ella creía que debíamos salir, eso jamás sucederá. Ya que nadie querría cargar con alguien como yo, que esta marcada y es mercancía dañada. Nadie en su sano juicio, lo desearía. Y no me apetecía que alguien como Isaac, tuviera que tener que ver con alguien como yo, no lo merece. Es un buen chico, como tal, tiene que ser jodidamente feliz y yo no podré darle eso. Nunca.

Esa noche -por extraño que parezca- no tuve pesadillas, ningún recuerdo me torturó mientras dormía. Por alguna estúpida razón me sentí protegida. Suena ridículo, lo sé. Porque aunque quiera pensar que estoy a salvo, no lo estoy; cumplirá lo que prometió y aunque deseo negarme a la realidad, eso sucederá tarde o temprano. Él, volverá.

Y sin darme cuenta los recuerdos comienzan atormentarme y por un momento vuelvo al lugar de donde salí, del infierno donde estuve demasiado tiempo.

Pasado...

Intento escapar, corro lo más rápido que mis pies me permiten. Escuchó sus pasos en las habitaciones de arriba, apenas he tenido un pie en esta casa y ya tenía planeado como huir. No pensaba quedarme aquí y menos con él. No me importaba cuanto dinero había pagado por mí y que ahora se creyera mi maldito dueño. Yo no era un objeto, no importaba cuanto mi padre intento hacerme pensar que lo era.

Suena irónico llamarle padre a la persona que me vendió, la persona que jamás me quiso. Nunca me dio amor, siempre recibí mucho desprecio de su parte. Y no lo entendía, él tampoco hizo algo para que entendiese su odio hacia mí. Aunque eso no importa, porque no hay justificación que valga.

¿Mi madre? Murió antes de que tuviera la suficiente edad como para recordarla y mi padre jamás me habló de ella. Y cuando preguntaba un golpe era lo que recibía como respuesta, así que dejé de querer saber de ella.

Llego a la puerta principal e intento abrirla. Pero ha sido en vano, esta cerrada. Mierda. Busco con la mirada las llaves, necesito abrir y salir pitando de aquí. Si él lo descubría no sé de lo que sería capaz. A casa no podía volver, vale, si a eso se podía llamar así. Podía ir en búsqueda de mi tío, el hermano de mi padre. Lo conocí en una oportunidad y les aseguró que no se parece en nada a mi progenitor. Son muy distintos, mi tío parece una persona muy buena. Claro que no lo he vuelto a ver, mi padre se aseguró que no me encontrase. ¿Muy extraño, verdad?  Aún sigo sin comprender la actitud de mi padre hacia mí, me mantuvo encerrada toda mi vida. Y en cuanto cumplí diecisiete -la edad que tengo en estos momentos-  me llevo a una casa donde venden chicas de mi edad o mucho más mayores que yo. Trago duro al recordarlo, por eso me encuentro aquí. Él me vendió, me dejó en manos de una persona lo bastante aterradora; aunque vender no sería la palabra.

Cuando no encuentro la llave, corro hacia la cocina. Tal vez allí tenga más oportunidad de huir, esto no es una casa normal, es una enorme fortaleza. Sé que tiene bastante seguridad, pero podré escapar sin ser vista si me lo propongo.

Toxic.   #TopCharacter2018 #PremiosPlaneta2021Where stories live. Discover now