Cαριтυℓσ 28:

37 4 1
                                    

Maratón 3/4:

A pesar de la desconfianza de Laila, el viaje en barco fue muy agradable. Dos horas de gloriosos rayos de sol mientras el catamarán se deslizaba sobre las olas. Las velas ondeaban al son de la brisa marina.

Cuando GongChan dirigió el barco hacia una bahía cercana, Laila ya tenía la cara enrojecida, y la piel le ardía por la sal del agua del mar.

Pero se sentía muy bien. Incapaz de esconder su emoción, se agachó en el asiento y miró por la borda del catamarán. Las profundas aguas del mar Caribe brillaban bajo sus pies. Era como mirar en una enorme pecera. La luz del sol se reflejaba sobre la superficie y se podía ver un arco iris formado por miles de peces que nadaban por debajo. Y ante ellos se extendía una playa perfecta de arena blanca, rodeada de palmeras y una exuberante vegetación.

Laila miró a GongChan.

- ¿Somos los únicos en la isla? -pregunto Laila, mirándolo.
- ¿Quieres dar una fiesta? -con movimientos seguros y precisos, ató una cuerda y echó el ancla.
-Es como si hubiéramos naufragado -dijo Laila, contemplando la playa desierta.
-Un naufragio de cinco estrellas -GongChan sacó una botella de champán y le sacó el corcho. Sirvió dos copas y le ofreció una-. Por una tarde provechosa. Laila se puso en pie y tomó la copa.

-No suelo beber a medio día. -dijo ella.
-Dale un trago -levantó su propia copa hacia ella-. A lo mejor descubres un nuevo vicio. - dijo el con un leve sonrisa de lado.

Laila le dio un pequeño sorbo. La deliciosa y espumosa bebida parecía brillar en su boca.
Tragó y sonrió.

-Está delicioso -dijo, y le dio otro sorbo-. Muy refrescante. No sabe a alcohol. -dijo ella, asombrada.
-Bueno, créeme cuando te digo que sí lo es -dejó a un lado su propia copa y se inclinó por detrás de ella para recoger una cuerda-. No bebas mucho, sobre todo si no estás acostumbrada. No quiero tener que sacarte del agua.
- ¿Y entonces por qué me has hecho beberlo? -dijo ella en un tono burlón.
-Porque este champán en particular es una experiencia que todo el mundo debería tener por lo menos una vez en su vida -sonrió-. Es como el sexo sin compromisos. -dijo GongChan, con una sonrisa.

Laila bebió otro sorbo.

-Para mí el sexo tiene que ser una expresión del amor. -dijo ella, empezando a debatir el mismo tema de antes.
-Eso es porque no has probado la otra forma. - dijo él.
-No querría hacerlo. -dijo ella, con un tono seco.

GongChan se volvió hacia ella y esbozó una suave sonrisa.

-Oh, claro que sí quieres -se acercó un poco a ella. Ya casi podía tocarla-. Sí que quieres. Pero tienes miedo.

De pronto Laila se sintió mareada. Dejó la copa en el asiento de al lado.

-Claro que tengo miedo. Tengo miedo de que me hagan daño. - dijo ella, con inseguridad.
-No, no es eso -se acercó más y Laila sintió el roce de su mandíbula sobre la mejilla. Le susurró al oído-. Creo que tienes miedo de disfrutarlo. Y si así fuera, ¿qué sería de ti? Una consejera matrimonial que se ha hecho un nombre criticando el sexo por el sexo, involucrada en una aventura sin ataduras. Tendrías que replantearte tu carrera. -Dijo él sin más.

Laila cerró los ojos. El olía de maravilla y sus sentidos se tambaleaban deliciosamente. Dio un paso atrás y entonces se enredó en la cuerda recogida, pero él la agarró justo a tiempo.
En un gesto instintivo, Laila le puso una mano en el hombro. Sus duros músculos eran como piedras. Por un instante permaneció inmóvil. Su cuerpo lanzaba señales que se esforzaba por ignorar.

- ¿Llevas un traje de baño debajo? -le preguntó de repente, tras soltarla.
-Sí. - respondió ella.
-Entonces nos vendrá bien darnos un baño -sin esperar una respuesta, se quitó la camisa y los pantalones cortos. Se detuvo un instante al borde del bote y se zambulló en el agua con un salto perfecto.

Laila se dio cuenta de que llevaba varios segundos conteniendo la respiración. En realidad, la última vez que había respirado había sido cuando se había quitado la camisa, dejando al descubierto aquellos poderosos hombros; su piel bronceada.

No era ninguna sorpresa que las mujeres estuvieran locas por él. En ese momento él emergió de las profundidades y se pasó una mano por la cara para aclararse la vista.

- ¡Vamos, Laila! - Grito GongChan desde el agua.

Ella lo miró con una mezcla de pánico y desesperación. Bañarse con él en el agua parecía algo simbólico. Si saltaba, si daba ese paso...

-El bote podría irse a la deriva! - Grito ella.
-El bote estará bien. Si no te tiras, iré a por ti! - Grito GongChan.

Lentamente, Laila se despojó de la camiseta y los pantalones cortos. Hacía mucho calor y su traje de baño era perfectamente decente. En ningún momento se le pasó por la cabeza zambullirse como lo había hecho él. En cambio, fue hasta la punta del bote y se metió poco a poco bajando la escalera.

-La Laila de siempre -dijo GongChan-. La que nunca salta si puede agarrarse a la escalera.

Ignorando su tono de burla, Laila trató de soltarse de la escalera.
La fría agua cubrió todo su cuerpo y por un momento fugaz se sintió pequeña e insignificante. No había nada excepto el océano a su alrededor y bajo sus pies.

-Es un poco extraño -desconcertada, miró hacia abajo y se sorprendió al ver un banco de peces azules que nadaban bajo sus pies.
-Oh, Dios mío. -dijo Laila, completamente sorprendida.
-Hay acantilados. El submarinismo en esta zona es espectacular. -dijo GongChan, a unos cuantos metros de ella.

Sintiéndose un poco estúpida. Laila nadó hasta él.

- ¿No hay tiburones? -pregunto ella.

GongChan miró por encima del hombro de ella y la sonrisa se borró de su rostro.

-Ah, parece que sí -le dijo suavemente-. No te muevas, Laila. Seguramente sólo quiere husmear un poco. - dijo él.

Aterrada, Laila se aferró a su cuello, pero ya era demasiado tarde. La chispa de sus ojos brillaba en todo su esplendor.

-Oh, te odio. ¡Te odio! Eso no ha tenido ninguna gracia. -dijo Laila un poco molesta.
-No hay tiburones -la agarró de la cintura-. El arrecife les impide acercarse mucho a la costa.
-Es un poco intimidante tener tanta agua debajo de ti -sin atreverse a apartarse tanto como hacía en tierra firme-. Es precioso. Y... extraño. No poder tocar el fondo...
- ¿Nunca has nadado tirándote de un bote? -pregunto él.
-Nunca he tenido oportunidad, trabajando como trabajo. -respondió Laila.
GongChan esbozó una sonrisa.
-Tienes que replantearte tu jornada laboral. La vida es para vivirla, no para sobrevivir a ella. - dijo él.
-Me gusta mi vida. -respondió Laila.
-Eso es porque no sabes lo que te estás perdiendo. Te traeré un respirador -dijo, y se alejó de ella, subió al bote y volvió unos segundos más tarde con dos máscaras en la mano. Ignorando sus objeciones, le puso la máscara-. Mete la cabeza y comprueba si tiene fugas. - dijo GongChan.

Después de un momento de vacilación. Laila cedió. Aguantó la respiración y metió la cabeza.

Todo un mundo subacuático de tesoros escondidos se extendió ante sus ojos.
Cuando sacó la cabeza, sonreía.
-De acuerdo. Por una vez tengo que admitir que tienes razón en algo. Me encanta. - dijo Laila, con una gran sonrisa.

GongChan le enseñó cómo respirar por el tubo y cómo zambullirse, y entonces la dejó usarlo por sí sola.

Laila se dejó llevar por la aventura y contempló las maravillas del océano: miles de peces de colores nadaban a su alrededor.

Cuando por fin sacó la cabeza del agua, GongChan estaba llevando el bote en dirección a la playa. Nadó hasta la orilla, se quitó la máscara y el respirador y caminó hacia él. La blanca arena tenía un tacto de seda bajo sus pies y el sol le quemaba la cabeza y los brazos.

-He traído algunas provisiones -sacó unas cestas del bote y le dio una-. Esta isla es muy bonita. Merece la pena explorarla -arrastró el bote sobre la playa, lejos de las olas rompientes.

• ─────── °❈° ─────── •

Bueno'... este capitulo ya es más largo xd 😁

» SEDUCCIÓN EN EL CARIBE « [GongChan B1A4]Where stories live. Discover now