Cαριтυℓσ 18:

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Cuando Laila despertó, GongChan yacía junto a ella con los ojos cerrados. Todavía somnolienta, la joven contempló sus largas pestañas y su perfecta estructura osea.

«Esto es lo que se siente al despertarse junto a un hombre como GongChan Shik.», pensó. Se habría quedado todo el día en la cama, observando aquellas increíbles pestañas y siguiendo la sensual curva de su boca con la mirada.

Incluso relajado y dormido, parecía fuerte y viril. Ella seguía mirándole cuando sus ojos se abrieron. Sus miradas se cruzaron y por un leve instante compartieron algo profundo e íntimo. La respuesta de Laila fue inmediata e instintiva. Levantó la mano y le tocó la mejilla.

Sintió la aspereza de su mandíbula contra la palma de la mano y entonces le vio cerrar los ojos ligeramente.

—Parece que ya te sientes mejor —dijo GongChan en una voz ronca.

Aquellas palabras bastaron para hacerla volver a la realidad.
Ya despierta, apartó la mano y lo miró con un gesto de perplejidad.

—Oh!! —le dijo ella, apartándose un poco.

Se incorporó y el cabello le cayó sobre los hombros. Alguien le había quitado las horquillas del pelo, pero también le habían quitado la ropa, dejándola en ropa interior. Terriblemente avergonzada, estuvo a punto de saltar de la cama y encerrarse en el baño, pero sin ropa quedaría atrapada, así que se subió la manta de seda hasta el cuello y lo fulminó con la mirada.

— ¿Qué estás haciendo en mi cama? — dijo Laila, algo confundida e irritada.
—Es MI cama, tesoro —cerró los ojos y esbozó una sonrisa juguetona—. Mi avión. Mi cama. — dijo él, aun sonriendo.
—Pero... Lo que quiero decir es. ¿Por qué estás acostado a mi lado? — dijo ella algo confundida.
—Siento decepcionarte, pero este avión sólo tiene un dormitorio y casi nunca necesito habitación de invitados. — dijo GongChan.
—Podrías haber dormido en el butacón. — dijo ella.
—Podría. Sí —sonrió—. Pero eso me habría convertido en alguien generoso y atento, pero yo soy un bastardo egoísta. ¿Recuerdas, Laila? — dijo GongChan abriendo los ojos y para mirarla.

Laila apretó los puños.

—Siento haber dicho eso. Lo siento. No sé por qué lo hice. — dijo Laila suspirando.
—Fuiste sincera —le dijo con sequedad—. Y creo que por primera vez en tu vida. Laila Smith acierta. — dijo GongChan

Pero Laila estaba realmente equivocada, ya que ella misma se había dado cuenta que no era tan así. Porque GongChan se había preocupado por ella toda la noche.
Sí. Era evidente que se había acostado junto a ella para dormir un poco, pero lo había hecho después de llevarle el bol, buscar al doctor y deshacerse en atenciones para su bien estar.

— ¿Quién me quitó la ropa? — dijo Laila, algo inquieta.
—Yo. Debo decir que para ser consejera matrimonial, escoges una lencería muy sexy — esbozó una media sonrisa—. Estás llena de sorpresas. — dijo GongChan mirándola de recorrido.
—No deberías haberme desvestido. — Dijo Laila con nerviosismo y a la vez inquieta
—Me diste pena cuando te vi apretada en ese traje estirado. Así no habrías podido descansar. ¿Se ha ido el dolor de cabeza? — pregunto GongChan.

Ella movió la cabeza ligeramente para comprobarlo y entonces asintió.

—Sí. Gracias. ¿Dónde encontraste al médico en medio del aire? — dijo Laila un tanto extrañada.
—En la cabina del avión — dijo GongChan, se incorporó, reprimió un bostezo y se levantó de la cama con su gracia natural. Caminó hasta el extremo de la habitación, abrió un armario y sacó una camisa nueva —. Mi copiloto tiene conocimientos de medicina.

No importaba qué estuviera haciendo o qué llevara puesto. GongChan Shik siempre estaba espléndido. Desnudo de cintura para arriba y sudado a causa del ejercicio, o recién levantado de la cama, él siempre estaba perfecto.

Con un suspiro de frustración, Laila cerró los ojos y se recordó que aquella apariencia de ensueño escondía un temperamento extremadamente frio y una falta total de emociones.

Pero eso no era del todo cierto, después de todo...
GongChan podría haberla dejado sola, pero no lo había hecho. Ni tampoco se había molestado al ver que estaba enferma dentro del avión. No obstante, eso no cambiaba el hecho de que no creía en el amor. GongChan Shik se ganaba la vida destrozando matrimonios ajenos.
Aquel asomo de sensibilidad que le había demostrado no cambiaba la persona que era en realidad; ni tampoco cambiaba quién era ella, ni lo que sentía por dentro.
Laila abrió los ojos y se lo encontró observándola.

— ¿Te encuentras bien? —GongChan frunció el ceño—. ¿Te ha vuelto el dolor? —pregunto él.
—No. Estoy bien. — dijo Laila.
—Bien. Aterrizaremos en dos horas. Voy a darme una ducha y después haré algunas llamadas. Puedes ir al baño si quieres. — dijo GongChan y avanzando hacia la puerta para irse.
—Espera —Laila se apartó el cabello de la cara y se apoyó en el codo—. Ni siquiera me has dicho adónde vamos. Sólo dijiste que íbamos al Caribe. — dijo ella algo confusa.
—Vamos a KingFisher, al oeste de Antigua. Cien acres de playas con palmeras totalmente desiertas — dijo GongChan
—Nunca he oído hablar de ese lugar. — dijo Laila frunciendo el ceño.
—La única gente que ha oído hablar de ese lugar es la que puede permitirse ir allí. Sólo se puede ir a Kingfisher por invitación personal del dueño. — dijo GongChan mirándola con una sonrisa de lado.
— ¿Y tú posible cliente está veraneando allí en este momento? — pregunto Laila.
—Necesitaba alejarse del acoso de los medios debido al divorcio. Está descansando un poco. — dijo él.
—Y tú te estás aprovechando de su vulnerabilidad. Te pasas por allí y le ofreces asesoramiento legal. — dijo ella.

GongChan esbozó una fría sonrisa.

—Un buen abogado de divorcio es lo que le permite relajarse así. Si yo no protegiera sus intereses, no podría correr el riesgo de darle la espalda a la víbora con la que se casó. — dijo GongChan sin más.

Laila apretó los labios y sujetó la manta con fuerza.

— ¿No crees que el dueño de la isla podría oponerse a que hagas uso de su exclusivo refugio caribeño para hacer negocios? — Pregunto Laila.
—No — dijo él; GongChan parecía divertirse mucho con aquella conversación.

Laila frunció el ceño.

— ¿Sabe que me llevas contigo? — dijo ella.
— ¿Y eso qué importa? — dijo GongChan con un medio tono de desinterés con una sonrisa de lado.

De pronto se encendió una luz peligrosa en sus ojos. GongChan fue hacia ella y su sonrisa se hizo más amplia a medida que ella retrocedía hacia el extremo más alejado de la cama.
Mientras más se acercaba, más difícil se le hacía respirar a Laila. El cuerpo le ardía por dentro.

—A lo mejor no hay sitio suficiente. — dijo Laila nerviosa
—Siempre podemos compartir. — dijo GongChan mirándola y acercándose cada vez más.
Laila se apoyó contra el cabecero de la cama.
—Preferiría dormir con los tiburones. — dijo Laila, mirándolo desafiante.
GongChan se detuvo y la observó con gesto burlón, disfrutando de la agitación que la consumía, evidente en cada uno de sus gestos nerviosos.
—Entonces mejor será que reces porque tu querida hermanita haya hecho bien esa parte del trabajo. Debería haber reservado dos suites — dijo él, con aquella desconcertante afirmación, dio media vuelta y se dirigió hacia el cuarto de baño, dejándola con el corazón palpitando sin control.

Una conciencia de culpa se apoderó de Laila. Abigail...
No había pensado en su hermana desde que se había levantado, y sabía muy bien por qué. No había sitio en su mente para nada ni nadie que no fuera GongChan Shik.

Tenía que llamar a su hermana. Tenía que...

Con un suspiro de impotencia, Laila se dejó caer sobre la almohada. Lo que de verdad tenía que hacer era volver a Londres y vivir su vida. No tenía por qué estar atrapada en un jet privado, de camino a un refugio paradisíaco de millonarios en el Caribe.

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Espero que les este gustando el ff ;-;

Por favor comenten si?' :c ♥

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