extra: protegerse

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Extra

—Kizzy... Kizzy —la pequeña rubia llamaba desesperadamente a su hermana, pues no la encontraba en ningún lado. Extrañada, subió las escaleras para el ático y escuchó unos sollozos. Se acercó lentamente a la puerta que estaba cerrada con cerrojo. Encontró la llave tirada y rápidamente fue abrir la puerta, encontrando todo oscuro y una luz que dejaba ver un punto fijo, donde se encontraba una silueta. A lo lejos, pudo ver a su hermana acurrucada en la esquina, con un pelo despeinado y una mancha rojiza en sus brazos. Su corazón se encogió al ver esa escena, pues su hermana pequeña solía ser frágil. A veces quisiera tener su inocencia, pero hace años se la arrebataron y ahora solo queda una armadura alrededor de su corazón, que con un toque de amor y ternura, lo demuestra a quienes más ama.

—Sasha —oyó el murmullo de su hermana y se acercó sorprendida al ver la cara de su hermana menor magullada y con cortes en sus brazos y pierna. Se aterrorizó. ¿Quién pudo haberle hecho eso a Kisha?

—¡Kizzy! ¿Qué te ha pasado? —su hermana temblaba tanto que estaba aterrada. Pues ella no hablaba y solo podía llorar. Sin más que hacer, reprimió sus impulsos y se dejó abrazar por su pequeña hermana, que a veces decía odiar, pero la amaba más que nada en este mundo. Si bien, por ella su papá abandonó a su mamá, también era la que le daba dos besos antes de dormir y las pesadillas la consumiera, solo era ella que se metía a su mano para abrazarla toda la noche y decirle que nada era real. Odiaba a veces ser dura con ella, pero le estaba ayudando a ser más fuerte ante las situaciones, pero esta vez no pudo hacerlo, necesitaba de ella.

—Mi... mi... ma... má... ella... yo... n-o... —empezó a tartamudear.

—Ya, ya pequeña. No llores. ¿Vale? Te miras muy fea así —le sonrió un poco y la abrazó aún más fuerte. No quería que nadie más le volviera hacer daño.

Se prometía internamente a que nadie más la tocaría de nuevo, no si ella estaba a su lado.

La pequeña solo podía a penas procesar todo lo que había pasado. ¡Y no podía decir nada! Le daba cólera en su interior, pues confiaba en su hermana pero ya no se sentía segura. ¿Cómo su madre pudo hacerle algo como aquello?

Su hermana tenía una cara de angustiada y ella quería decirle que todo estaba bien, pero se sentía fatal, no quería ni salir de ahí por el miedo que la consumía. Ella no era cobarde, pero la habían tocado. Sintió cierto desagrado a ella misma, pues estaba sucia tanto internamente como exteriormente.

—Mamá olía feo... mamá me pegó... mamá me dejo con un señor que me decía que era bonita —apenas podía hablar y cuando podía, decía todos sus pensamientos de un solo. Su hermana mayor la vio desconcertada, pero al ver como su semblante cambió, temió lo peor. ¿Y si ella también la golpeaba?

Sasha no era capaz, era fría y un poco distante pero estaba segura que la quería. Sasha era su ángel guardián que siempre la protegía ante todo, incluso cuando un chico le jaló el pelo y Sasha le golpeó. Siempre pensó que ella la odiaba, pero estaba tan equivocada, pues lo único que hacía su hermana mayor, era velar por ella.

—¿Ella te hizo todo esto? —la pequeña niña de pelos castaños asintió con temor.

Sasha, en ese momento, analizó mejor a su hermana. No solo tenía cortes, también quemaduras pequeñas por todo su cuerpo y la ropa sucia y arrugada. Su corazón se encogió, pues se miraba tan vulnerable y rota, como si fuese una muñeca de porcelana que se dejó caer, quebrándose pedazo a pedazo.

Por un momento perdió el control y bajó con su hermana en brazos como pudo. La puso sobre su cama y buscó el botiquín que usaba su papá cuando ellas se caían por jugar.

Hermoso Caos (Beautiful Mess)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora