LII

34.1K 2.2K 825
                                    


ADVERTENCIA: capitulo con contenido sensible, recomendación, no leer si no tienes pañuelos y una almohada que golpear.


Capítulo 52

Madrid, España. 16 de marzo, 2018.

Huir, huir de la realidad. Escapar, correr lo más lejos que puedas. Sentir, poder vivir realmente. Soñar, tener la capacidad de vivir dormido. Temer, temer en lo que no existe; superar tus propias barreras. Alcanzar, llegar a donde quieras. Recuperar, todo lo que alguna vez perdiste. Emoción, lo que siento en el momento y me dejo influir. Instinto, lo que me hace seguir de pie.

Miré a mi pequeña, ajena al mundo. Con tan solo dos años, es la pequeña fuerza que mantiene unida a esta familia. La miré, con ternura y devoción.

—¿Estás lista pequeña?

Ella asintió y cogió mi mano, dándome fuerzas para seguir adelante. En estos meses, dejé el temor a un lado y me fui superando a mí misma. Tal vez Sebastian no está con nosotras, pero nosotras lo conservamos en nuestros corazones.

Estos meses son más que un calvario. Después de que el dos mil diecisiete fue un año de nuevas oportunidades, este dos mil dieciocho es de nuevos inicios. No todo está perdido, lo sé.

Sigo fuerte y sigo de pie, eso es lo que importa. ¿Inquebrantable? ¿Invencible? Sólo era dueña de mi futuro.

Acaricio mi vientre con anhelo, hoy sabría si alguien estaba entre nosotros. Tenía un poco de miedo, porque no sé si la pequeña semilla que Sebastian dejó en mí, tendría un padre durmiendo o a su lado. Sentía nostalgia, porque no viviría esos grandes momentos que Sebastian hace sentir. Lo extraño, lloro cada noche por él, pero no dejo que me derrumbe. Emma duerme conmigo, a mi lado, acariciando mi pecho, cantando bajito para que no llore más. Ella quería a su mamá feliz, no triste.

—Natasha Lakeisha Pavlova —me llamaron y me levanté con la expectativa de que algo nuevo iba a suceder. Quisiera escuchar su apellido, pero aún no lo llevo conmigo, sólo una promesa ligada y amarrada a mi corazón, a mis sueños.

La doctora me sonrió y me hizo pasar. Me dio unas indicaciones y yo levanté mi blusa. Mi pequeña niña besaba mi estómago varias veces y susurraba: "Manito".

Hace unos días me hice una prueba para confirmar mis sospechas, ya las tenía desde hace tiempo pero con todo lo que había pasado nunca me había detenido a considerar la opción de que iba a ser mamá. Estaba absorta en pesadillas y miedos, que yo misma me descuidé y pude haber perdido mi esperanza.

Marilyn me estuvo apoyando, ella decía que estaba segura que iba a ser un niño; que sus años de experiencia se los decía. Luego me abrazó con fuerza y me dijo que Sebastian estaría, que él por nada del mundo se perdería de su hija y su hijo. Que era fuerte y pelearía con él mismo.

Yo también lo creía, por eso iba todos los días a verle, a besarle, a contarle junto con Emma lo que habíamos hecho. Cuando él regresara, lo íbamos a recibir en casa. Emma estaba más que esperanzada que su papá volvería y creo que sus sonrisas y fe inspiran a todos. Porque al ser adultos afrontamos la realidad y no, no hacemos muchas veces la esperanza de lo imposible. Y un niño, puede a veces devolverte la fe y la esperanza perdida. En mi caso, eso era, era mi mayor esperanza y mi gran milagro. No lo había perdido, a pesar de ser golpeada, maltratada y someterse a un gran estrés. Era un guerrero, como yo, su padre, su hermana y su familia.

La doctora pasó un gel por mi vientre y sonrió cuando unas cosas empezaron a moverse en mi interior.

—Y ahora —entonces fue cuando sucedió, pequeñas pulsaciones, pequeños latidos. Una mancha blanca en una pantalla, eso, eso me sacaba una sonrisa, eso me llenaba de ilusión.

Hermoso Caos (Beautiful Mess)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora